Pasar de pantalla

Que se lo tome como si fuera un máster, un intercambio, un Erasmus a través del cual conocer otras culturas, como cuando un checo se va a Portugal. Si es inteligente, va a ver cosas que no se pueden ver desde la sede, que no salen en los canales oficiales del partido ni en esas 'fake news' que los radicalizan cada mañana, Una realidad que no se corresponde con la parodia esperpéntica que han dibujado esos tuiteros friquis a los que sigue, que no son contracultura, como piensan, sino solo subcultura, marginalidad y algo más cerca de El Lute que de Chesterton.

Y van a ver que el PSOE, como partido y como estructura es infinitamente más potente que el PP. Más frío, más disciplinado y menos emotivo, sí. Pero efectivo como un sicario armenio. Sus campañas son perfectas, la organización es insuperable y cuidan la marca como profesionales. Son unos fuera de serie en esto, son el Real Madrid de la cosa, son máquinas de ganar elecciones en el minuto 94 y no consideran –como la derecha– que la comunicación sea una chorradita para los jóvenes, sino que un partido es fundamentalmente estrategia y propaganda y que ambas realidades confluyen en un solo objetivo que es ganar, ocupar todo el poder –lo que no ocupen lo va a ocupar otro– y después ya veremos qué hacer. No es tan importante.

El PP, de tanto mirar donde no debe, se ha creído realmente que Sánchez no puede salir a la calle. Claro que puede, hombre. Gracias a Dios, añadiría. Y no solo es que pueda, sino que va a gobernarla. España no es la burbuja en la que muchos vivimos y, si quieren volver a gobernar, harían bien en mirar la realidad, no despreciar al rival, entender el país desde la humildad, olvidarse del 'que te vote Txapote', del Falcon, del pucherazo y de la parodia porque es contraproducente. Hay un momento en el que te das cuenta de que o cambias de chiste o acabarás sonando como ese cuñado que dice 'digamelón' y, al ver tu cara seria, no piensa que quizá la broma ya no hace gracia, sino que el problema eres tú, que no la pillas.