una raya en el agua

El uniforme de campaña

El relanzamiento de la imagen de Sánchez sugiere una operación de mayor alcance que el de unas elecciones regionales

Tocar el reintegro

Tiempo para el Derecho

Pedro Sánchez ha entrado en modo de campaña. No está claro si en campaña autonómica –como parece por su alegato parlamentario contra las comunidades del PP– o de unos hipotéticos comicios nacionales adelantados. Pero su discurso es ya claramente electoral, como si se hubiese quitado ... el traje de presidente para ponerse la chamarreta de candidato. Esta semana se plantó 'por sorpresa' en Radio 3 para comentar el disco de Rosalía, una visita que recordaba demasiado a la que hizo a un pódcast juvenil en las elecciones de hace dos años, y la propia cantante fue recibida por la cofradía de 'la ceja' sanchista, con Almodóvar al frente, en el programa de Broncano. Esas cosas no suceden por casualidad; hay una estrategia, un diseño planificado.

El laboratorio de la Moncloa nunca da puntadas sin hilo. El relanzamiento de la imagen presidencial puede formar parte de una lógica contraofensiva para recuperar el terreno perdido en una etapa de intenso desgaste político, aunque los detalles sugieren un marco intencional distinto. El CIS ultima estos días una encuesta sobre atención sanitaria, flanco vulnerable de las administraciones territoriales sobre el que los socialistas están volcando su esfuerzo crítico. Pero Extremadura, donde se va a votar en diciembre, es poco objetivo para una operación que a simple vista apunta en un sentido más amplio y más decisivo. Quizás hacia un movimiento imprevisto para pillar al Partido Popular desprevenido.

La sentencia del juicio al fiscal general servirá también de munición de combate. Tanto si sale condenado como absuelto, el ruido será insoportable. En el primer caso, el Gobierno lanzará su aparato comunicativo a todo trapo para presentarse como víctima de una maniobra judicial infame. En la segunda hipótesis, el despliegue de triunfalismo propagandístico atronará las calles y llegará hasta el más desinformado de los votantes. El pobre García Ortiz aún no ha entendido que su suerte penal es lo menos importante, un simple pretexto en un plan de mayor alcance cuyo fin último y primordial consiste en sacar de las cuerdas a Sánchez. Si es necesario a costa de que su fiel soldado acabe en la cárcel.

Sí, se trata de meros barruntos. Síntomas, pistas, conjeturas. Sólo el jefe del Ejecutivo tiene la potestad personal y única de decidir el calendario y fijar el momento de abrir las urnas. Pero el ambiente se está recalentando y ese ostensible aumento de la temperatura puede ser el preludio de un cambio brusco en la hoja de ruta, un órdago inesperado en busca de un golpe de fortuna, un volantazo táctico que conduzca al final precipitado de la legislatura. Hay un hecho cierto, contrastado, y es el patente empeño gubernamental en retomar el liderazgo y la iniciativa de la conversación pública. Y tal vez, si las expectativas remontan, encontrar una fisura por la que sorprender a la oposición mirando a la luna.

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