Honrarás a tu padre y a tu madre

El valor de la opinión veterana tiene un especial sentido en las instituciones que aspiran a ser duraderas. Durante siglos, al menos hasta el siglo XIV, en la Universidad rigió el 'magister dixit', un principio de autoridad basado en la tradición, y todavía hoy los académicos seguimos rindiendo homenaje a aquellos que nos precedieron por el mero hecho de haber estado antes que nosotros. Hasta los tuiteros más banales son capaces de alumbrar eslóganes certeros y en no pocas ocasiones vemos la foto de algún referente pasado bajo una advertencia manida: porque fuisteis, somos. Aunque el recurso no tenga ya nada de original, esa cita expresa una actitud loable.

En estas semanas de furia y ruido, hay quienes están intentando desacreditar a las voces críticas del socialismo tan solo por su condición de ancianos. La soberbia parricida de los jóvenes es un rasgo del carácter adolescente, pero es un mal consejero si se traslada a las instituciones o a las formaciones políticas centenarias. Por eso es tan absurdo que haya personas afanadas en desacreditar la opinión de González o Guerra, que, a fin de cuentas, no dicen nada distinto de lo que afirmó Pedro Sánchez hace tan solo tres meses. Pero es algo todavía más grave: desacreditar a alguien por su edad es un rapto de narcisismo adanista que sólo puede nacer de la ignorancia militante. Las comunidades políticas se asientan sobre raíces, mitos originarios y padres fundadores. Toda ciudad requiere de una historia y todo grupo de personas necesita agregarse en torno a unos antecedentes comunes. Por eso los franceses tienen un panteón de hombres ilustres y por eso los gringos saben honrar a sus padres fundadores. Romper con la tradición tiene estas cosas. Entre hacer caso a unos jóvenes advenedizos o corresponder a la advertencia del Éxodo, siempre me parecerá más prudente hacer caso al texto antiguo.