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siempre amanece

Los bares se mueren

El día en que perdamos los bares habremos muerto como nación. Quizás haya sucedido ya

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Por una mili rural

Chapu Apaolaza

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Vuelvo de San Sebastián a certificar cómo los bares enferman y se mueren. Uno está en la barra de toda la vida, y cada vez que vuelve de Madrid, le falta algo, o le sobra, en una kafkiana transformación que resulta angustiosa. Como si ... a tu madre le cambiaran la nariz, las manos, después el olor, y un día llegas a tu casa y te está haciendo una tortilla de patatas una señora que no conoces de nada. En este alzheimer hostelero hago recuento y mis establecimientos preferidos de la parte vieja donostiarra los he ido perdiendo en una suerte de lepra, como el que pierde un dedo, como el que pierde un ojo. Cambian, digo, y un día uno entra en su bar después de unos meses de asfalto en Madrid y le dicen que tiene que hacer cola, y que hay que esperar turnos para ponerse en este o en otro sitio de la barra que, de pronto, está parelada discretamente por líneas invisibles.

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