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siempre amanece

Por una mili rural

En la vida, sobre todo, hay que saber mínimamente lo que vale un peine

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Chapu Apaolaza

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Un día, volviendo de un recado en el mercado siendo un chaval, mi padre, que era un señorito del Boulevard de San Sebastián, se quejó de que el pescado estaba caro y mi abuelo lo mandó a la merluza. Se fue al puerto, hizo ... algunas gestiones con los amigos y le anunció que al día siguiente tendría que estar de madrugada en el muelle y preguntar por tal patrón. Que como le gustaba el mar, la experiencia de un barco de pesca le iba a parecer muy interesante. Al patrón, le pidió: «Reviéntalo». Volvió a los días sin dormir, vomitado, mareado, herido y con el dedo mordido por una merluza. Nunca más en su vida volvió a decir que el pescado estaba caro. También lo mandó a Lourdes de voluntario porque en el fondo se trataba de enseñarle la suerte que tenía. Cuando yo mismo empecé a montar, mi padre me mandó con los vaqueros de Salamanca a las faenas del campo bravo, de amanecidas, mucho frío y aguaceros a caballo. En los días de herradero, me sentaba a su mesa en lugar de en la de los ganaderos y la gente importante: «No, Chapuli: estos son los que te enseñan, estos son los tuyos, así que comes con ellos».

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