el batallón
'Hércules' resopla
Tan difícil es vestir a Feijóo de radical como que Sánchez blanquee su muy trabajada fama de embustero y su caldoseo con los enemigos de España
Sánchez en ´Sálvame' (22/6/23)
La máscara y la roña (15/6/23)
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Iniciar sesiónDe entre todos los arduos trabajos que le esperan a Sánchez de aquí al próximo día 23 hay dos que descuellan sobre el resto al compartir grado extremo de dificultad: el primero, hacer pasar a Fejóo por un peligroso derechista extremo, y el segundo ... que cada vez que él salga en la tele a los españoles no se les venga a la cabeza la imagen de Pinocho dándole un puntapié en la espinilla a Geppetto. Tan compleja es una tarea como la otra pues antes te imaginas a Feijóo vestido de lagarterana que tal como lo intenta pintar políticamente el sanchismo, poco menos que con una 'bomber' verde apretadita, el pelo rapado y dándose golpecitos en la palma de la mano izquierda con un bate de béisbol, anunciando amenazante que viene a hacer bicarbonato todas las libertades y derechos de los españoles, si son fundamentales mejor que mejor, relamiéndose con la idea de amargarle la existencia a los ciudadanos porque sí. Radical, visceral o miembro de la derecha extrema o engorilada y la palabra Feijóo no pueden entrar en la misma frase. De ahí el intento de imponer el temario de lo democráticamente tolerable, de que todo aquel que no se adapte al marco moral o ético que dicta la progresía ibérica (de cebo o de recebo) es automáticamente un facha que «viene a por nosotros». De hecho, en el sanchismo y sus cercanías políticas y mediáticas es absolutamente intolerable ser antiabortista y ultracatólico, términos que son tomados como insultos que definen a una especie de engendro democrático, montuno y cimarrón, pero se puede ser perfectamente 'megaabortista', 'gigaateo' y 'teraanimalista', porque ahí la extremosidad no opera como tara en el individuo. Amenazada de exclusión, de ese borrado social que persigue la izquierda, parte del centroderecha compra de vez en cuando ese listón que le impone la izquierda y sobrevalora los resoplidos de 'hércules' Sánchez por aparentar que se está recuperando del palizón que recibió en las urnas hace solo un mes.
Tan difícil es vestir a Feijóo de radical, sosteníamos al principio, como que Sánchez blanquee su muy trabajada fama de embustero, egregio representante de ese fenotipo que agrupa a los españoles que no le dicen la verdad ni al médico. Son tantas y tan groseras las mentiras que jalonan su trayectoria política que es prácticamente imposible que recupere la credibilidad por mucho de que él trate de barnizar su incontrovertible historial de trolas alumbrando el desvergonzado concepto del «cambio de opinión». No es posible que con ese currículum de pactos y alianzas, y con esa imposible relación con la verdad, Sánchez convenza a nadie (salvo aquellos que a estas alturas se dejen engañar) de que no va volver a usar de costaleros a Bildu y a ERC. Él sabe que no le queda otra, que el mullido colchón monclovita y los paseos en el Falcon pasan por las horcas caudinas que custodian, frotándose las manos, proetarras y separatistas, los dos grandes enemigos de España.
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