Columnas sin fuste
Dumpling
Muñoz podría tenerlo más negro que un mediador familiar en Cantora
Tiene mérito lo de David Muñoz. Pudiendo ser como el chef José Andrés y hacer el bien con sus fogones, ¡cocinar para la Humanidad! decidió elogiar la gestión de Ayuso, ahora mismo el epicentro de la pandemia para la prensa del movimiento. Dabiz elogió a ... Madriz y ahora dirán que no solo hace «dumpling», sino que también le da al «dumping» capitalino.
Se ha demostrado que la opinión de los cocineros importa cada día más. Es una profesión al alza, pero rara, que ha sabido conservar una cierta dignidad gremial. Por ejemplo, llevan su chaqueta de chef a los sitios. No vemos a un médico recogiendo un premio en bata blanca, ni a un torero vestido de luces en un acto. El uniforme es un privilegio que los cocineros comparten con los militares. Al menos con los de antes. Y es verdad que algo se parecen, porque con la chaquetilla también cambian su postura. En cierto modo, «forman». Abren un poco las piernas como Cristiano Ronaldo antes de lanzar una falta y se cruzan de brazos como el señor que acompaña a su pareja a las rebajas. También hay algo marcial en su autoridad. Sólo los muy pelotas le dirían «¡Oído, chef!» a su jefe.
Los cocineros son muy suyos y tienen su propio lenguaje. Ya no se conforman con decir «textura», ahora lo han transformado en verbo, «texturizar». O esa cosa del producto: ellos cuidan el producto, se preocupan del producto, trabajan el producto. Pero el producto no es, como pudiera pensarse, el resultado de lo cocinado, sino los alimentos. La materia prima. El «input». El producto es lo que luego ellos transforman en… ¿en qué si ya es producto? Y es algo que solo dicen ellos. Nadie en su casa podría llamarle producto al filete. Son expresiones de chef. Como «agradable en boca». ¿Dónde si no? ¿Acaso tenemos papilas gustativas en otro sitio? Al chef se le acepta la creatividad hasta en las facturas.
Con cierta izquierda, Dabiz Muñoz podría tenerlo ahora más negro que un mediador familiar en Cantora, pero a un cocinero quizás se le perdone todo. La gula inspira bula y, al fin y al cabo, son nuestros poetas. El Régimen evolucionó del cantautor a la cocina de autor.