Iwao Hakamada, el anciano japonés encarcelado injustamente durante casi medio siglo por el asesinato de su jefe

Su dueño, junto a su esposa y dos hijos, fueron asesinados a puñaladas en un violento robo en su domicilio, que el ladrón prendió en llamas y del que se llevó unos 200.000 yenes (1.400 euros al cambio actual).

Dos meses después, la Policía arrestó como sospechoso a Hakamada, quien confesó el crimen tras 20 días de interrogatorio. Pero en el juicio, celebrado en 1968, denunció que la Policía le había arrancado dicha confesión a golpes y declaró su inocencia.

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A pesar de sus palabras, fue condenado a muerte. La principal prueba de cargo fueron cinco prendas de vestir que la Policía había hallado en un tanque de miso de la fábrica en agosto de 1967, más de un año después de los asesinatos. Dichas ropas tenían manchas de sangre cuyo tipo coincidía con el de Hakamada, lo que le valió al tribunal de Shizuoka para sentenciarlo a la pena capital, que en Japón se aplica con la horca.  

En 1980, el Tribunal Supremo de Japón ratificó la condena, pero Hideko Hakamada, hermana del reo, siguió batallando convencida de su inocencia. Gracias a la proliferación de pruebas de ADN, su defensa presentó ante los jueces un análisis que negaba que las manchas de sangre en la ropa fueran del condenado. Además, sus abogados argumentaron que no era normal que dichas manchas siguieran conservando el color rojizo de la sangre después de más de un año inmersas en un tanque de miso, ya que deberían haberse ennegrecido. Ese detalle les hacía sospechar que la Policía había plantado tal prueba para incriminar a Hakamada después de forzarlo a confesar, como ha ocurrido en otros casos notorios en Japón.

Ante estas dudas, el tribunal de Shizuoka ordenó en 2014 la suspensión de la ejecución y la liberación del preso, que pudo volver a su casa con su hermana. Aunque el Tribunal Superior de Tokio anuló en 2018 dicha revisión, el Tribunal Supremo de Japón ordenó analizar de nuevo el caso. Como la Fiscalía ha decidido no apelar esta decisión ante el Supremo, Hamakada será juzgado otra vez por el tribunal de Shizuoka, que seguramente acabará absolviéndolo porque es el mismo que dictó su liberación hace nueve años.

«He estado esperando este día durante 57 años y por fin ha llegado. Finalmente, me han quitado un peso de los hombros», se congratuló su hermana, de 90 años, tras conocer la repetición del juicio. Ahora, su objetivo es que se celebre lo antes posible para limpiar el nombre de su hermano, cuya salud mental ha quedado muy dañada después de décadas entre rejas. Con este final feliz, todavía por escribir, acaba la pesadilla judicial de Iwao Hakamada, el falso culpable que más tiempo ha pasado en el corredor de la muerte.