Ferruccio Lamborghini, el artista de la mecánica que nació en una granja
Un «contadino», un granjero, un hombre de campo, así se consideraba a si mismo Ferruccio Lamborghini. Orgulloso de sus raíces cuando hablaba con los más poderosos de Italia, era un artista de la mecánica
Santiago de Garnica Cortezo
En 1916, en Renazzo di Cento, un pueblo agrícola… cerca de Módena, nace Ferruccio Lamborghini. Desde pequeño le fascinan las máquinas agrícolas, y sus padres le mandan a Bologna para realizar unos estudios de formación técnica.
En 1940, la Italia de Mussolini invade Grecia y ... el joven es enrolado en ese ejército que busca viejas glorias imperiales. Por su formación, se le hace responsable de tractores y motores fijos, en una base aérea en Rodas. Tres años más tarde es hecho prisionero por las fuerzas británicas y, acabada la guerra, los sueños de Mussolini han convertido a Italia en un campo de ruina.
Tiempos duros, ideales para personalidades de carácter. Y Ferruccio lo tiene. Es un luchador. Monta un pequeño taller, donde con restos de vehículos militares construye unos elementales carricoches para el trabajo agrícola. Trabaja duro y bien, y con apenas treinta años ya se ha hecho con una pequeña fortuna.
Corta experiencia de piloto
Como a todo italiano amante de la mecánica, le apasionan las carreras. Se inscribe en la edición de 1948 de las famosas Mille Miglia, con un Fiat Topolino que ha transformado en una ligera barqueta, y con un motor provisto de una original culata en bronce, con la cilindrada elevada hasta 750 cc. El pequeño Fiat preparado por Ferruccio anda rápido, pero se sale de la carretera.
Y vuelta al trabajo. El taller es un éxito. Poco a poco los rústicos vehículos para el campo dejan paso a la producción de verdaderos tractores: la firma «Lamborghini Trattrici» se convierte en el tercer productor, tras Fiat y Ferguson, de Italia, y su creador recibe el título de «Cavaliere dil Lavoro». Lamborghini amplia su imperio y monta una fábrica de calderas de gas. Pero no le basta y quiere ir más lejos. Sueña con construir helicópteros, pero la administración no le concede licencia.
Y los coches, su gran pasión. Jaguar, Mercedes y, claro está, Ferrari pues no en vano los cuarteles de Il Cavallino están en Maranello (en las afueras de Modena, en la zona sur). Tras comprar un 250 GT blanco, Lamborghini adquiere para regalar a su mujer un 250 GT 2+2. Pero le molesta la dureza de la dirección, del cambio y, sobre todo, del pedal de embrague. Para Ferruccio un embrague así de duro no permite hacer bien su trabajo, es una aberración mecánica. Y se lo dice al mismísimo Enzo Anselmo Giuseppe María Ferrari. La leyenda cuenta que «Il Commendatore» le habría aconsejado que se dedicase a sus tractores…
Ferruccio versus Enzo
Ferruccio ama la mecánica, para él se trata de un arte, y la falta de respuesta, la arrogancia de Ferrari, le enfurece. Ahora sueña en hacer un deportivo, una «bella machina» perfecta. Para ello instala su fábrica en Sant'Agata Bolognese, al norte de Módena ¿Una declaración de guerra?
Además, todo esto sucede en plena revolución en el palacio de Maranello, una revolución promovida por un personaje que no siempre se ha sabido valorar y que, sin embargo, ha tenido un importante papel en la historia de Ferrari: se trata de Laura Garello, «la Signora» Ferrari.
En 1961, en Ferrari son despedidos casi todos los directores deportivos, directores técnicos, diseñadores, directores financieros… Todo arranca cuando, la mayoría del personal directivo (Tavoni, Bizzarrini, Chiti, o Gardini entre otros), forman un frente único y le presentan un ultimátum a Ferrari: «o la señora Ferrari ya no viene a la fábrica, o nos vamos todos».
Fueron valientes, pero no calcularon bien. Enzo Ferrari, que como actor no tenía rival, fingiendo la mayor sorpresa, respondió que «al día siguiente tendrían una respuesta». Así, a las 10 de la mañana, todos en la oficina del Commendatore. Las pocas palabras de Ferrari a los «rebeldes» fueron concisas: «¿Qué están haciendo? ¿Cómo puede alguno de ustedes pensar que impediría que mi esposa viniera a la fábrica? Buena suerte».
Esto era lo que él había «planeado» para liberarse de un solo golpe de las personas que ya no le interesaban, y en pleno acuerdo con su esposa, había puesto en marcha su revolución con nuevos actores como Forghieri o Benzi, entre otros.
Así, dos años después, Ferruccio Lamborghini encontró disponible a nada menos que Giotto Bizzarrini, el joven padre (35 años), de los más modernos V12 Ferrari del momento, sobre todo del 250 GTO. Y le da carta blanca para concebir el motor de sus sueños. Así, mientras los Ferrari se contenta con un árbol de levas por bancada, el V12 Lamborghini tendrá dos árboles de levas por bancada. Ahí donde el Ferrari es un 3 litros, el Lambo es un 3,5 litros. En cuanto al chasis, mientras Ferrari sigue fiel a la vieja escuela del eje rígido en el tren trasero, el coche de Ferruccio tiene cuatro ruedas independientes.
El nuevo Lamborghini 350 GT es una verdadera maravilla que no solo mejora en prestaciones a su rival en Ferrari, sino que también resulta más confortable y eficaz, y con un conjunto de cambio/embrague más silencioso y fácil de manejar. Pero Bizzarrini no durará mucho con Lamborghini pues mientras el ingeniero sueña con la competición, el pragmático patrón Feruccio no quiere afrontar ese reto.
Pero, curiosidades de la vida, un coche que, en origen, estaba concebido para la competición por los ingenieros Dallara, Stanzani y Wallace, se va a convertir en la obra maestra de Sant'Agata Bolognese.
En el punto de partida, en la edición de 1965 del Salón de Turín, se presenta un chasis/casco en acero. Y ya en 1966, en el Salón de Ginebra se desvela el coche con su carrocería Bertone (¿diseñada por Gandini, o por Giugiaro?). El nombre con que se ha bautizado a uno de los modelos más extraordinarios de la historia del automóvil de sport no tiene sus raíces en el campo italiano, sino en el español, en el de la famosa ganadería de toros bravos Miura.
El bello motor V12 de 3.929 cc de 370 CV va situado en posición central transversal, justo detrás de los asientos. Cuatro árboles de levas en cabeza, cuatro carburadores de triple cuerpo, todas esas cifras están a la altura de un automóvil de excepción, como la de su velocidad punta, en torno a 280 km/h. Los fieles de Ferrari no dejan de mirar con envidia esta maravilla de motor central, algo que Il Commendatore aún les rehúsa. Mientras, la prensa especializada enfrenta el Lamborghini Miura al Ferrari Daytona.
Pero Ferrucio no descansa y el ritmo de la creatividad de su equipo es asombrosa. Si el Islero (1968), y el Jarama (1970), son evoluciones del 350/400 GT, el Espada (1968) es un cuatro plazas de increíble diseño, y el Urraco (1970), estrena una arquitectura inédita de motor central y cuatro plazas. Por cierto, todos estos extraordinarios modelos siguen con orgullo la tradición de nombres provenientes del mundo de los toros (Islero, por cierto, fue el toro que mató a Manolete). Y en 1971, se presenta el prototipo del Countach.
Pero la situación empresarial no va por tan buenos caminos. Los ingenieros Stanzani y Dallara son brillantes mentes creativas pero la fiabilidad no es una de sus prioridades. Además, las normas de homologación americanas son cada vez más duras. La producción en Sant'Agata Bolognese apenas alcanza las trescientas unidades mientras que en Ferrari son más del doble. Tampoco ayuda la agitación laboral de finales de los sesenta. Crear no basta, hay que gestionar para que la tesorería sea positiva. Ferruccio es pragmático, ve que el negocio no funciona y en 1973 vende el 51% de sus acciones al industrial suizo Rosseti, y un año después se desprende del resto de sus acciones.
En 1974, Ferruccio, totalmente apartado del mundo industrial, se dedica a sus viñedos de los que saldrá un caldo llamado «Sangre de Miura». El 20 de febrero de 1993, muere a causa de un tumor cerebral.
En cuanto a la marca de automóviles por él creada, desde 1974 y durante un cuarto de siglo, pasará de unas manos a otras (desde el propio estado italiano a un grupo indonesio, pasando por Chrysler), y, durante treinta años, tan solo sacará un verdaderamente nuevo modelo, el Diablo (1990), mientras el Countach irá transformando sus limpias líneas en una caricatura gracias a prótesis aerodinámicas de gusto discutible pero que no le impedirán ser una verdadera leyenda.
Afortunadamente, en el año 1998 el grupo VW-Audi compra la marca italiana, aplicando un programa de recuperación serio y eficaz (tanto a nivel creativo como industrial), a la altura del sueño de Ferruccio.
Pero les cuento una anécdota final. En el prestigioso Salón Rétromobile de 2019, se exhibe un Miura SV rojo. Ha sido restaurado por Polo Storico, el departamento de la marca especializado en sus vehículos clásicos. ¿Y su dueño? el presidente de la FIA y ex presidente de Ferrari, Jean Todt. ¿Y adivinen quién le devuelve las llaves del Miura restaurado a su dueño? Pues Stefano Domenicali, presidente de Lamborghini y ex Team Manager del equipo Ferrari de Fórmula 1. En algún lugar, Ferrucio Lamborghini sonreirá.
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