Renault propone una alianza de coches urbanos para hacer frente a China

El directivo aprovechó la oportunidad de dirigirse a los futuros europarlamentarios «no para hacer política, sino para contribuir a elegir la política adecuada, la que permitirá a nuestras empresas a hacer frente a los retos tecnológicos y geopolíticos del momento».

En su carta, De Meo repasó, precisamente, los retos geopolíticos a los que se refería, destacando la amenaza que suponen los fabricantes chinos a la industria de automoción europea. «El centro de gravedad del mercado mundial se ha desplazado hasta Asia», con China matriculando en 2023 8,5 millones de vehículos, el 60% de las ventas totales del planeta.

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Además, China es el país que más exporta del mundo, con más de cinco millones de unidades que salieron de sus fronteras, en torno a un tercio del total mundial.

La desaparición del sector del automóvil en el Viejo Continente, después de sus 140 años de historia, parece prácticamente imposible, pero el directivo italiano aún así la entretiene para remarcar su importancia: «Sin una industria automovilística, Europa se quedaría atrás en la carrera por la innovación: el porcentaje del producto interior bruto dedicado a I+D caería por debajo del 2% y la brecha con Estados Unidos (3,4% en 2021) sería abismal».

Los números que ponen de manifiesto su importancia son vertiginosos: da empleo a 13 millones de personas en el continente, lo que supone el 7% de todos los empleados y el 8% del PNB de la Unión Europea. Se exporta más de lo que exporta, generando un superávit comercial de 102.000 millones de euros, que neutraliza en su totalidad el déficit comercial que genera un país del tamaño de Francia.

Así, los problemas a los que se enfrenta Europa son la descarbonización, la revolución digital, la volatilidad en precios de materias primas y en la construcción de centros productivos de nuevas tecnologías (como las fábricas de baterías para automoción). Sin embargo, se le tiene que sumar el problema burocrático.

«A los coches se les pide que sean cada vez más sofisticados, que consuman menos combustible y que sean más baratos. Las exigencias medioambientales se traducen en tests que superar y nuevas normas que cumplir, que han tenido un efecto contraproducente: los turismos son un 60% más pesados, un 50% más caros y se han deslocalizado los centros de producción», sentencia De Meo.

Para asegurar el futuro competitivo de la industria europea, el directivo propone varias medidas para la Comisión, comenzando por la adopción de un principio de neutralidad tecnológica para «dejar de imponer decisiones a la industria. Se pueden redactar los objetivos a alcanzar, pero no el cómo hacerlo».

Además, si las 200 ciudades europeas más grandes tuvieran políticas de movilidad comunes, señala De Meo, «supondría beneficios más rápidos y tangibles para los ciudadanos, dado que se pueden tomar medidas respecto a los sistemas de gestión del tráfico, la fiscalidad local o el acceso a las zonas urbanas».

Para garantizar el liderazgo europeo, el principal proyecto que propone el presidente de Renault es el de hacer vehículos pequeños de manera colaborativa entre los fabricantes comunitarios, con el objetivo de que tengan un coste bajo –también plantea incentivar su compra, de una manera similar a la de la ley de Reducción de Inflación (IRA) de EEUU–.

Así, defiende, «se reduciría la huella de carbono de los coches urbanos en hasta un 75%, así como un aprovechamiento mejor del espacio en las ciudades». Además, considera que se podrían crear hasta 10.000 nuevos puestos de trabajo.