Pinchas Goldschmidt, presidente de la Confederación Europea de Rabinos: «El boicot a Israel ha sido un arma del conflicto desde hace mucho tiempo»

¿Cómo vive el drama humanitario en Gaza y la responsabilidad de Israel?

En Gaza entra suficiente ayuda, pero no llega a quien debe. Hamás roba la comida que reciben sus ciudadanos y la revende, y hay pruebas de ello. Además, Gaza no está bajo control total ni de Israel ni de Hamás. Hay zonas de nadie donde es difícil distribuir. Es el caos propio de las guerras. ¿Hay gazatíes que pasan hambre? Sí. Espero que la guerra acabe pronto y la ayuda llegue a quienes la necesitan.

¿Qué opina del reconocimiento del Estado palestino por parte de España?

El Gobierno español habría sido más efectivo para lograr una solución si hubiera trabajado con la oposición israelí.

En estos días, manifestantes propalestinos han boicoteado La Vuelta Ciclista por la presencia de un equipo israelí. ¿Cómo lo interpreta?

El boicot contra Israel es un arma de guerra usada desde hace mucho, mucho antes del 7 de octubre. El movimiento BDS, que promueve boicot, desinversión y sanciones, se fundó hace veinte años.

¿Qué ocurre cuando un rabino camina por España?

¿Ve esto? [Muestra una gorra azul]. La llevo en la calle. Hoy, quien camina con kipá por Europa puede ser insultado o incluso agredido físicamente.

¿Cuándo comenzó esta ola de antisemitismo?

No fue consecuencia de la respuesta de Israel, sino apoyo a la masacre. Israel parecía una superpotencia colapsada. Muchos antisemitas creyeron que era un buen momento para salir del armario. La masacre del 7-O animó el antisemitismo, no la guerra.

Pasó 33 años como rabino de Moscú. Dejó Rusia en 2022 tras negarse a apoyar la invasión de Ucrania. ¿Cómo ha evolucionado Putin en su relación con los judíos?

En el año 2000 prometió restaurar la ley y el orden, pero destruyó a los oligarcas con medios, negocios o partidos. Les advirtió: si se metían en política, lo perderían todo. Ese fue el nuevo contrato social con la élite. De los diez principales oligarcas de la época de Boris Yeltsin, la mayoría eran judíos: algunos murieron, otros fueron encarcelados o exiliados. Sustituyó a la élite por sus amigos del KGB. Uno de los pocos que quedaron fue Mikhail Fridman.

Fridman está sancionado por Europa

El tribunal europeo quiso excluirlo, pero el Consejo de Europa encontró otra razón para mantenerlo en la lista. El objetivo de las sanciones era debilitar al régimen de Putin castigando a la élite. No funcionó. Fridman nunca fue cercano a Putin; él y otros presionaban para que Rusia se integrase en el mundo civilizado, y criticó la guerra. Al sancionar a personas como él, en lugar de debilitar al Kremlin, se les empujó de nuevo a su órbita.

Se dice que Fridman ha sido uno de los grandes sostenes económicos de la comunidad judía.

Cuando Putin llegó al poder quiso eliminar los medios independientes. El más fuerte era Vladímir Gusinsky, que además presidía el Congreso Judío Ruso, donde Fridman era número dos. Putin no podía encarcelar al jefe de la comunidad judía, así que creó una alternativa: nombró un rabino jefe paralelo y organizó unas elecciones falsas. Metió a Gusinsky en la cárcel y le arrebató su televisión. Desde entonces hubo dos comunidades: la libre y la controlada por el Kremlin. En ese momento pensé que tendría que marcharme, pero Fridman me dijo: 'Te apoyaremos para que mantengas la comunidad independiente'. Y así lo ha hecho hasta hoy.

Donald Trump aseguró que acabaría con la guerra en Ucrania al llegar a la Casa Blanca. ¿Qué opina?

Se precipitó. No creo que acabe invitando a Putin a Alaska. La guerra terminará cuando el Kremlin entienda que mantenerla pone en riesgo su propio control sobre Rusia. El cambio en Rusia no vendrá de la calle, donde la represión es brutal. Ocurrirá en el Kremlin: será una revolución de palacio.