después, 'naide'
El tonto de la vuelta ciclista
Ahora, los que acuden a los ongietorris y cuelgan fotos de terroristas en las txoznas te hablan del insoportable sufrimiento del pueblo palestino
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Iniciar sesiónPretenden expulsar a los israelíes de la competición por lo que hace el Gobierno de Netanyahu en Gaza y yo siempre me pregunto si habría que expulsar a los gazatíes por lo que hace Hamás. A Sira Rego, chamana propalestina, le parece muy bien que ... se boicotee a la Vuelta en Bilbao, pero es que también le pareció muy bien el 7 de octubre y, cuando Hamás quemó vivos a los niños del Kibutz en el horno, tuiteó que aquello era defensa legítima. Aún no era ministra de Infancia: la hicieron después. El director técnico de La Vuelta, al que no se recordará por su heroísmo, asegura que no puede expulsar al equipo israelí, pero indica que lo recomendable sería que ellos mismos abandonaran la competición en un 'las visten como putas', esféricamente perfecto. Por el País Vasco no pasó la Vuelta desde 1979 hasta 2010 por algo, y echaban chinchetas en plan 'jatorra'. Ahora, los que acuden a los ongietorris y cuelgan fotos de terroristas en las txoznas te hablan del insoportable sufrimiento del pueblo palestino. No hará falta decir que no todos los que están en contra de Netanyahu son abertzales, pero se da una superposición de conjuntos en la que EH Bildu y lo que le cuelga, siempre tan atentos a los derechos humanos, capitanean esta causa en Euskadi y, mientras te contextualizan el tiro en la nuca, te dan lecciones de empatía en Oriente Próximo.
Las banderas en la Vuelta y en el Tour son muy de mi Españita. Las cunetas de las competiciones ciclistas siempre fueron un zoo de colgados, algunos maravillosos y otros muy pelmas, que han dado una turra legendaria con lo que fuera. Mi amigo Miguel Toledo, que era de Irún, a sus 70 años subía el Tourmalet antes de la etapa. En una bici del año de Bahamontes escalaba aquellos repechos de asfalto y solanera con una mochila en la que había metido un pollo asado y una botella de champán que compartía al llegar con las guiris que allí hubiera. Miguel era un genio inalcanzable. Yo subí al Tourmalet una vez de chaval y pasé frío por la noche y, por la mañana, un calor horroroso. La víspera, uno que estaba allí se afanaba durante horas en colocar una bandera de la amnistía en la campa junto a la carretera para que entrara en el tiro de cámara de la tele y a mí solo me interesaba encontrar un hielo para mi whisky barato y ligar con las francesas de la tienda de campaña de al lado.
El tonto de la vuelta ciclista supone una categoría propia entre todos los demás. Hablamos de un pobrecito que en las competiciones se eleva en una motivación peculiar que solo se da en él y que queda a medio camino entre Greta Thunberg y el que celebra que el nombre de su pueblo salga en las noticias del tiempo. Ahí lo tenemos: agita cosas, pinta mensajes, corre junto a un escalador ecuatoriano: tiene que salir en la retransmisión a toda costa. En esto, los vascos brillamos como nadie, pues hemos llevado la Ikurriña a las cunetas de las carreras del culo del mundo en las que aparecíamos meneando la enseña, representando a la patria vasca y otras cosas, pues todos los bobos merecemos la oportunidad de sentirnos héroes de vez en cuando.
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