Cuba, tres años después de las protestas de 11-J: «Fue un día de gloria, respiramos libertad»
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La hija de Yosvany Rosel García Caso cumplió 15 años sin poder abrazar a su padre; la abuela de los hermanos Jorge y Nadir Martín Perdomo falleció ansiando su libertad; los cinco hijos menores de edad de Lisandra Góngora han pasado meses sin poder verla; ... la madre de Ángel Jesús Veliz Marcano llora hoy, desde Estados Unidos, porque su hijo le exigió el destierro por miedo a que la Seguridad del Estado acabara con su vida. A todos estos jóvenes, residentes en diferentes provincias de Cuba, los une una fecha: el 11 de julio de 2021 (11-J).
García Caso fue sentenciado a 15 años de privación de libertad; Góngora, a 14 años; los hermanos Martín Perdomo, a 6 y 8 años; y Veliz Marcano, a 6 años. Sus «delitos» consistieron en manifestarse pacíficamente a las calles de Cuba el 11 de julio de 2021. La fecha constituye un suceso sin precedentes en la historia del país; el 11 y 12 de julio ocurrieron las mayores protestas registradas en contra de una dictadura que ya cuenta con más de 65 años en el poder.
«Han sido tres años de encierro, angustias y dolor para mi familia por esta injusticia», declara a ABC Mailín Rodríguez Sánchez, esposa de García Caso. «Él se manifestó pacíficamente queriendo cambio, libertad y un futuro para nuestros tres hijos; pero, a pesar de las adversidades, es para nosotros el 11 julio un día de gloria, respiramos libertad, nuestros pensamientos son libres y eso ni las cárceles ni las cadenas lo podrán encerrar», añade.
En el tercer aniversario del 11-J, muchas esposas, madres, padres y familiares de los manifestantes encarcelados han compartido mensajes de dolor en sus redes sociales, pero también de esperanza de justicia y libertad de sus seres queridos, y de Cuba.
La orden de combate
El detonante de las protestas en julio de 2021 fueron los cortes de electricidad, la desesperación ante la crisis económica y el aumento de muertes por la pandemia, así como un creciente descontento ciudadano contra el régimen. En los meses precedentes, un movimiento de activistas, artistas e intelectuales se había logrado articular, fundamentalmente en La Habana, para expresar su oposición al sistema, pese a la creciente represión y encarcelamientos.
El estallido ocurrió espontáneamente aquel 11 de julio y abarcó a todo el país. A pesar de la incomunicación y los cortes de internet, el grito de los miles de manifestantes fue unánime: «Libertad», «abajo la dictadura», «abajo el comunismo» y «patria y vida», en contraposición a la consigna comunista de «patria o muerte».
La respuesta gubernamental fue la represión: el mandatario Miguel Díaz-Canel hizo un llamado a la confrontación, «a la calle los revolucionarios». Entre 5.000 y 8.000 personas resultaron detenidas, golpeadas y desaparecidas. Las estaciones policiales estaban abarrotadas, al menos un manifestante fue asesinado mediante el disparo de la policía, cientos fueron heridos; la resistencia en algunas localidades fue tan fuerte que la policía tuvo que retirarse para dar entrada a las brigadas especiales del Ministerio del Interior. En los siguientes meses, a golpe de terror, el régimen aplacó el descontento. Díaz-Canel sería «reelegido» como presidente del país en abril de 2023.
Presos políticos
Unos días antes del 11-J, existían menos de 160 presos políticos en las cárceles cubanas. Tras el 11-J, la ONGPrisoners Defenders ha contabilizado mensualmente una cifra constante de más de mil; muchos se han retirado de los listados por cumplimientos íntegros de sus condenas. Las cifras se mantienen altas y han roto todos los récords.
Hasta junio del presente año, el listado era de 1.113 prisioneros de conciencia. Según Prisioners Defenders, el promedio en el último año ha sido de más de 15 nuevos presos políticos cada mes y todos ellos han sido sometidos a torturas físicas y psicológicas. Además, al menos 30 menores de edad permanecen en prisión por motivos políticos.
«Los menores en Cuba son prisioneros en centros de carácter totalmente penitenciario, auténticas prisiones, que eufemísticamente se denominan 'Escuelas de Formación Integral', pero no dependen del Ministerio de Educación, sino del Ministerio de Interior», explica la organización.
Pese a la represión y el terror del aparato represivo en la isla, no han cesado las manifestaciones en contra de la dictadura. Si a finales de 2021 el Observatorio Cubano de Conflictos había registrado 3.300 protestas, al finalizar el año 2023, la cifra había ascendido a 5.749, unas 1.826 más que en el año anterior, representando un aumento del 32%. En el primer semestre de 2024 han ocurrido en Cuba 3.961 protestas. En marzo del presente año ocurrieron las mayores registradas tras el 11-J, en las provincias de Santiago de Cuba y Granma.
Como suele suceder, el régimen ha detenido a varios manifestantes, procesado y enjuiciado por delitos comunes. Sin embargo, las cifras evidencian que el descontento ciudadano persiste y el espíritu de libertad del 11-J vive.
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