La amenaza del Grupo Wagner rebrota en Bielorrusia

«Nuestra Marcha de la Justicia tenía como objetivo combatir a los traidores y movilizar a nuestra sociedad. Y creo que mucho de esto lo hemos logrado. En un futuro cercano, estoy seguro de que verán nuestras próximas victorias en el frente», aseguraba Prigozhin sin especificar a qué frente se refiere, ya que en Rusia su ejército privado está siendo desmantelado mientras que en Bielorrusia, en donde supuestamente se encuentran ahora sus hombres desplegados, el presidente Alexánder Lukashenko no ha anunciado todavía con claridad cómo piensa utilizar a los Wagner.

Se da la circunstancia de que la principal finalidad del motín de Prigozhin era lograr la destitución del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, quien sigue en su puesto y ayer se refirió por primera vez a la fallida acción de los Wagner. «Sus planes fracasaron principalmente porque los miembros de las Fuerzas Armadas rusas demostraron lealtad a su juramento y al deber», manifesto ayer Shoigú durante una reunión con la cúpula militar. El ministro aseguró que el levantamiento de Prigozhin «fue un intento de desestabilizar Rusia», que, según sus palabras, «no afectó al trabajo de las tropas –rusas– en Ucrania». Las autoridades del Kremlin se afanan en dar imagen de que la intentona de Prigozhin no tuvo una gran repercusión ni logró quebrar el poder del presidente Vladímir Putin.

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Mientras tanto, los bombardeos rusos, esta vez con uso de drones, han continuado durante las últimas horas. Cuatro aparatos volantes no tripulados, según la Administración Militar local, fueron disparados ayer a mediodía contra la localidad de Sumi, en el noreste de Ucrania, uno de los cuales alcanzó un edificio de viviendas de cinco pisos, causando un muerto y 16 heridos. Varios vídeos mostraban ayer completamente destruidas dos de las plantas altas de uno de los portales del inmueble. Horas antes, por la noche, según las autoridades locales, Kiev fue también objetivo de una incursión de drones Shahed de fabricación iraní. La Fuerza Aérea ucraniana aseguró que 13 de los 17 aparatos no tripulados lanzados por Rusia fueron derribados por la defensa antiaérea ucraniana.

Y ayer se supo del fallecimiento de la escritora ucraniana, Victoria Amelina, de 37 años, que se encontraba el martes de la semana pasada por la tarde en el restaurante Ria Pizza de la localidad ucraniana de Kramatorsk (región de Donetsk) en el momento en el que el establecimiento fue alcanzado por un misil ruso, lo que hizo que sufriera graves heridas. «Con nuestro mayor dolor, les informamos de que la escritora ucraniana Victoria Amelina ha fallecido el 1 de julio en el Hospital Méchnikov en Dnipró», informaba ayer la ONG PEN Ucrania a través de un comunicado.

Según la nota, Amelina estaba documentando los «crímenes de guerra de Rusia» en Ucrania en un proyecto conjunto con 'Truth Hounds' y trabajaba ya en su primer libro en inglés recogiendo testimonios de mujeres ucranianas sobre tales atrocidades. En el momento del ataque contra la pizzería de Kramatorsk, Amelina estaba cenando con tres colombianos: el escritor Héctor Abad Faciolince, el antiguo negociador con las FARC para la paz en Colombia, Sergio Jaramillo, y la periodista Catalina Gómez. Los tres sufrieron traumas «leves», pero Amelina tuvo que ser hospitalizada en estado crítico con una grave herida en la cabeza causada por el derrumbamiento del techo del restaurante.

La editorial española de la escritora ucraniana, Avizor Ediciones, condenó el «brutal» bombardeo ruso y subrayó que Amelina «es una excelente escritora, una mujer comprometida al máximo con la defensa de los Derechos Humanos y la protección del patrimonio cultural de su país, y con una firme determinación de contribuir a hacer un mundo más humano».

Con el fallecimiento de Amelina se eleva a 13 el número de muertos en el ataque ruso con misiles contra Kramatorsk y a 65 el número de heridos. Ella tuvo que ser operada en Dnipró por el neurocirujano ucraniano, Vitali Sávenkov, quien aseguró que la escritora llegó al centro sanitario con «múltiples fracturas en la base del cráneo». PEN Ucrania subrayó que Amelina, nacida en Leópolis y autora de varias novelas traducidas a diversas lenguas, «había extendido su trabajo más allá de la literatura tras la invasión rusa de Ucrania, para dedicarse también a documentar crímenes de guerra de las tropas rusas» en los territorios ocupados.

El pasado viernes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, culpó a Kiev de lo sucedido en Kramatorsk, ya que, según sus palabras, «los ucranianos, violando el Derecho Humanitario y cometiendo un crimen de guerra, utilizan lugares civiles de todo tipo para reunirse con mercenarios, generales occidentales e instructores militares».

«Si descubrimos ese tipo de reuniones, como pasó por ejemplo en Kramatorsk, los destruiremos, ya que es gente que nos ha declarado la guerra», advirtió Lavrov y añadió que su país «no ha detectado confirmación de un solo caso en el que se hayan atacado de forma deliberada objetivos civiles (…) el Ejército ruso destruye solamente infraestructuras militares». El día anterior, el Ministerio de Defensa ruso reportó que en el ataque a Kramatorsk murieron «cerca de 50 oficiales de las Fuerzas Armadas de Ucrania y 20 mercenarios y asesores militares extranjeros»