El líder del islamismo tunecino asegura que «nunca» presidirá su país
Rachid Ganuchi, jefe de filas del partido Ennahda, reconoce que la lucha contra el terrorismo es «el primer objetivo» y que ha sido necesario el pacto con la oposición laica para salvar la revolución
luis de vega
«Nunca». Así de tajante se muestra Rachid Ganuchi , el líder de los islamistas moderados tunecinos al ser preguntado si optará en algún momento a presidir su país o a ser jefe del Gobierno. Asegura que es una decisión «anterior a mi regreso Túnez» ... tras un exilio de dos décadas al que puso fin justo tras la caída del dictador Ben Alí a princios de 2011.
«Es una consideración para el equilibrio de fuerzas en el país. Quedarme fuera puede ayudar a acercar posiciones. No quiero abrir conflictos sino ser una parte de la solución y dedicarme a la reconciliación entre las partes», añade en voz baja este hombre nacido en 1941 y cuyo regreso escenificó la apertura de una nueva era para esos hombres, piadosos como él, tan denostados por Ben Alí.
Túnez es el país que fue germen de la Primavera Árabe a finales de 2010 y en el que la revolución es vista desde el exterior con más esperanzas de futuro frente al caos que impera en Libia o Siria o la inestabilidad de Egipto. Acaba de estrenar Constitución y prepara ya las segundas elecciones de una nueva era tras las que ganaron en 2011 los islamistas del partido Ennahda que lidera Ganuchi.
Pero aquella victoria democrática no trajo la estabilidad. El descontento seguía al pie de la calle. Por un lado, muchos de los que se habían alzado contra Ben Alí se sentían defraudados. Por otro, los nuevos aires de cambio fueron de inmediato aprovechados por yihadistas radicales para tratar de mostrar sus intenciones de imponer por la fuerza la versión más estricta de la «sharía» (ley islámica). Ellos, según las autoridades, son los responsables del asesinato a balazos en dos atentados distintos en 2013 de dos conocidos opositores del izquierdista Frente Popular . La oposición vió connivencia entre esos asesinos y las autoridades islamistas.
Esta situación llevó a Ennahda, que encabezaba la coalición gubernamental, a dar un paso atrás y pactar con el heterogéneo y mayoritariamente laico bloque opositor el pasado enero la creación de un Ejecutivo de transición integrado por tecnócratas. Ellos son los que llevan las riendas del país hasta las elecciones, que según la nueva Carta Magna, han de organizarse antes de finales de este año. Casi con seguridad, según Ganuchi, entre noviembre y diciembre.
Sigue la amenaza yihadista
«Seguramente», reconoce Ganuchi, ese acuerdo fue el que salvó la revolución tunecina, que muchos veían abocada al fracaso en un escenario similar al de Libia o Egipto. «Consideramos que establecer la democracia en Túnez es más prioritario que mantenernos en el Gobierno», afirma el líder islamista en una entrevista concedida a ABC en la sede de Casa Árabe en Madrid.
Pero esa calma en la escena política no ha servido para que desaparezcan las amenazas de los radicales. Este fin de semana han sido enterrados los dos últimos militares fallecidos en el infausto monte Chaambi , una zona fronteriza con Argelia donde un grupo de terroristas, afines a Al Qaida según muchos indicios aunque no hay reivindicaciones de sus ataques, mantiene desde hace meses su desafío a las autoridades. Ya han perdido la vida decenas de integrantes de las Fuerzas de Seguridad.
«El primer reto de Túnez es conseguir la estabilidad en la zona y enfrentarse al terrorismo. Porque sin seguridad no se puede conseguir el progreso económico y avanzar en otras parcelas. El desarrollo es el objetivo y la seguridad y la estabilidad es el camino para llegar hasta ahí», explica Ganuchi, que llegó a pasar años en las cárceles de su país condenado a perpetuidad antes de irse al exilio.
En todo caso, los ataques de esos terroristas o de los yihadistas del grupo Ansar Sharía , muy extendido por el país, «no se puede considerar una amenaza fuerte, de verdad. El pueblo tunecino está en contra de estos pensamientos», señala el líder islamista. «Esos grupos son herencia de la dictadura» de Ben Alí, que acosó de manera sistemática a los islamistas. «Seguramente hemos sacado provecho de eso y ahora se nos ve como víctimas, pero durante nuestra lucha y exilio hemos aprendido muchas lecciones».
Ante el paréntesis que vive el país y las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, Ganuchi afirma que «vamos a seguir luchando por una alianza entre islamistas moderados y laicos moderados. Vamos a intentar que el Gobierno resultante no tenga solo el 51 por ciento de los apoyos, sino un apoyo más amplio de los partidos y la población. Todavía estamos en medio de una frágil transición y es necesario unir a todas las fuerzas de la sociedad».
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