Un politólogo explica el sangrante error histórico de Errejón con la gesta del 2 de mayo

Y decimos todos los españoles, de villa y de corte, le pese a quien le pese. Porque, aunque Íñigo Errejón clamara en X (antigua Twitter) por esconder a una buena parte de ellos, el peso de la historia resulta incuestionable. De esta guisa lo explica a ABC el politólogo y escritor Javier Santamarta, entre los organizadores y colaboradores de los actos del 2 de mayo: «El levantamiento se organizó no solamente de manera espontanea, sino con agentes fernandinos encubiertos. Además, la revuelta se hizo, como queda recogido en las crónicas del tiempo, con los gritos de '¡Viva el Rey!' y '¡mueran los franceses!'». Efusivo pero elegante, incisivo pero galán, el divulgador histórico dispara una retahíla de argumentos que destruyen los mitos más arraigados y construyen verdades del tamaño de colosos.

Aunque, al otro lado del teléfono, Santamarta prefiere centrarse en el éxito que ha supuesto este año la celebración del 2 de mayo. No es para menos. Y es que, en palabras del politólogo, lo que comenzó con una pequeña representación en la Plaza de Oriente del momento en el que los galos se llevaban al infante de Paula ha derivado en un espectáculo de luz, color y uniformes decimonónicos. Uno formado por cientos de recreadores, jamelgos y artillería de época. Todo ello, por cierto, narrado en tiempo real por un 'speaker' al más puro estilo de un trepidante partido de fútbol. «Hemos buscado vivir esa experiencia con los personajes que se pudieron ver, como Daoiz, Velarde, Manuela Malasaña, el Empecinado, Clara del Rey, el teniente Ruiz, o Lord Wellington», sostiene el experto.

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Uno tras otro, los actos se sucedieron sin descanso y al calor del apoyo popular, que no es poco. El más multitudinario fue la recreación de la toma del Cuartel de Monteleón. El episodio, en el que Luis Daoíz y Pedro Velarde murieron mientras intentaban repeler a las tropas galas con un puñado de soldados, se trasladó de la Plaza del 2 de mayo a la Puerta del Sol por una cuestión de espacio. Porque sí, la urbe estaba a rebosar. Aunque Santamarta no se olvida de la representación de un baile de época en el Palacio de Santoña, «una maravilla arquitectónica en la calle de las Huertas», o la conquista y liberación de la capital en la Plaza de la Villa y el parque del Retiro. Este último, el emplazamiento donde los invasores instauraron una suerte de ciudad fortificada tras los enfrentamiento.

-Íñigo Errejón ha afirmado que la corte había huido y que fue el pueblo el que se enfrentó a los franceses. ¿Qué hay de verdad y qué de mentira en sus afirmaciones?

La Corte buscaba congraciarse con quien, en aquel momento, era el amo de Europa: el emperador Napoleón Bonaparte. De este modo marcharía a Francia de manera voluntaria el rey Carlos IV, en el marco de una situación geopolítica de cambio de rivales y aliados. Recordemos que llevábamos años teniendo a Inglaterra como común enemigo; la batalla de Trafalgar, tres años antes, es un claro ejemplo. El levantamiento en la Villa y Corte, con el que Errejón juega con ambas palabras para distinguir al pueblo de los reyes, se hizo no solamente de manera espontanea, sino con agentes fernandinos encubiertos promoviendo la revuelta. Revuelta que se hizo, como queda recogido en las crónicas del tiempo, con los gritos de '¡Viva el Rey!' y '¡mueran los franceses!'. Pero desde luego no fue la semilla de la soberanía popular, como dijo el politólogo metido a político, sino en todo caso, de lo que sería la soberanía nacional. Que no es lo mismo y debería de saberlo. Pues en las Cortes de Cádiz que vendrán, la liberal Constitución de 1812 lo deja bien claro desde sus primeros artículos, como en el 3º, donde literalmente expone que «la Soberanía reside esencialmente en la Nación».

-¿Traían los franceses la Ilustración?, ¿hubiera ayudado la conquista al avance de España?

Los franceses de la época napoleónica traían un objetivo militar claro que nada tenía que ver con ideas ilustradas. Puede parecer que el reinado de José I Bonaparte trajo una serie de reformas que, sobre todo, fueron estéticas en la ciudad de Madrid; de ahí su otro sobrenombre de 'el Rey Plazuelas', por las muchas que hizo para dotar de más espacios abiertos a la capital. Pero casan poco esa ilustración con el expolio y destrozo del arte que llevaron a cabo, o actos como el intento de volar por los aires la Alhambra de Granada.

Sobre la Ilustración ya se refería el Diccionario de Autoridades español desde 1726, y contamos a lo largo del siglo XVIII hasta una Marina Ilustrada, con personajes como Jorge Juan, Bustamante o Balmis. Por no mentar a pensadores como el padre Feijoo, Gregorio Mayans, Antonio de Ulloa, Gaspar Melchor de Jovellanos, Pablo Olavide, Meléndez Valdés, Capomanes, o José Cadalso, entre otros tantos más. No, la Ilustración no la trajeron en ese momento los franceses, ¡pues ya estaba en España!

-¿Ha sido la monarquía la causa de los males de la España del XIX?

La España del XIX era tan compleja como lo fue ese siglo a lo largo de todo el mundo. En América, Europa y Asia. ¡Fue un siglo sin duda apasionante! En esa época, en Francia tuvieron repúblicas, dos imperios, y varias restauraciones monárquicas con otras tantas casas reales. ¡De locos! España tuvo que comenzar el siglo XIX reventada por sus dos enemigos y rivales seculares: Francia y el Reino Unido. La imposición de Fernando VII, paradójicamente por una nueva invasión francesa, la de los Cien Mil Hijos de San Luis, en 1823, acabó con el régimen liberal para el establecimiento de uno absolutista. Pero a su muerte, y tras la Guerra Civil (que así se denominó entonces) que ahora conocemos como Primera Guerra Carlista, llegó el reinado de Isabel II que acabó en la Revolución Gloriosa de 1868… ¡promovida por monárquicos! Monárquicos que buscaban otro tipo de monarquía y que la encontraron en el primer rey elegido por unas Cortes, Amadeo de Saboya, pero que acabó en la Primera República.

Sin embargo, la restauración monárquica en la figura de Alfonso XII aprendió de todo lo que había ocurrido, y estableció un tipo de monarquía diferente. La prematura muerte del rey nos hace desconocer qué hubiera pasado con el reinado efectivo de un rey moderno y preparado en Europa. Pero los males españoles en el fondo eran los de todo un mundo en llamas, y una situación de inicio muy complicada.

-Vamos a las celebraciones. ¿Cómo han evolucionado en los últimos años?

La Comunidad de Madrid ha hecho propia la festividad del 2 de Mayo al constituirse como Comunidad Autónoma, y durante años era habitual el homenaje a los caídos en la Puerta del Sol (famosa por el cuadro de Goya, aunque el inicio de la revuelta fuera en la Plaza de Oriente, donde también hay una placa bastante desconocida en general) y un pequeño desfile cívico-militar. En él, el cuerpo de Artillería estaba especialmente representado en honor a los artilleros del Parque de Monteleón. Pero la sociedad civil ha querido tener más protagonismo, surgiendo muchas iniciativas por parte del mundo de la recreación histórica. Un claro ejemplo es la asociación 'Voluntarios de Madrid', que año tras año ha ido aumentado su propuesta para que tanto el pueblo de Madrid, como todos los visitantes que suelen venir en esas fechas festivas, vivan de algún modo los acontecimientos más relevantes de aquellas jornadas.

-¿Por qué es importante recordar el 2 de mayo?

Parece que cada vez se es más consciente de la importancia de una conmemoración acorde a lo que desde un primer momento iba a convertirse en un mito nacional. Levantamientos populares se produjeron en 1808 antes en Burgos, pero el de Madrid enseguida alcanzó el de mito nacional. Las propias Cortes de Cádiz, en un decreto del 2 de mayo de 1811 querían establecerla como celebración oficial hablando de «los primeros mártires de la libertad nacional». En su centenario se erigieron algunos de los monumentos más significativos, como las estatua al Pueblo del 2 de Mayo de 1808, de Aniceto Marinas, arrumbada hoy cerca del Templo de Debod y de la Plaza de España, en un lugar bastante impropio.

Incluso durante la Segunda República el mito fundacional de la nación española a conmemorar ese 2 de Mayo se mantuvo. Aunque, con el tiempo, se acabó eligiendo como fiesta nacional la del 12 de octubre por entender algunos que era muy local. ¿Fue un error? Quién sabe, pero lo que está claro es que no podemos entender el 2 de Mayo como algo eminentemente local, entre otras cosas, porque sabemos que, de cada diez personas que fallecieron, de las cientos de ellas que sucumbieron en la revuelta y en los fusilamientos posteriores, siete eran de otras partes de España. Pues esto ha sido siempre Madrid, como lo fue ese lunes 2 de mayo de 1808 cuando se abrieron las puertas de Alcalá, Toledo, San Vicente… Un lugar que es el hogar de todos los españoles. Y como madrileños todos aquel día, defendieron y dieron su vida por su libertad. Por la libertad de España.