De escribir el 'Cara al sol' y venerar a Franco a abrazar el socialismo: la gran traición de Dionisio Ridruejo

El sorprendente viraje ideológico del famoso escritor y político soriano representa una de las trayectorias más singulares del siglo XX español

Dionisio Ridruejo, en una imagen de 1954 ARCHIVO ABC

Con motivo de los más de diez tránsfugas que protagonizaron la actualidad política española en los cuatro primeros meses del año pasado –el más polémico fue Toni Cantó, que abandonó Ciudadanos para presentarse en la candidatura de Isabel Díaz Ayuso a la Comunidad de ... Madrid– ya les contamos la historia de Óscar Pérez Solís. Hablamos de un histórico líder anarquista que acabó fundando el PSOE junto a Pablo Iglesias, que luego militó en el Partido Comunista (PCE), para finalmente apoyar el golpe de Estado de 1936 y convertirse en una figura importante de la dictadura franquista.

Lo más curioso de este sorprendente viraje ideológico es que Pérez Solís lo realizó ocupando siempre cargos de responsabilidad. Él mismo lo contó, sin ningún tipo de pudor, en una serie de artículos publicados en las páginas del semanario falangista 'El Español'. Los tituló 'Un vocal español en la Komintern y otros escritos sobre la Rusia Soviética', publicados por la Editorial Renacimiento en 2018.

Según defendía Forti en 'Traidores, conformistas y apasionados de la política', un artículo publicado en la revista 'Segle XX' en 2013: «Al fin y al cabo, rojos y negros no eran tan diferentes. Fascismo y comunismo no eran nada más que dos excesos, más similares de lo que se pensaba». Una idea que sirve para explicar otro caso sorprendente de transfuguismo en la historia de España, mucho más conocido que el mencionado: el de Dionisio Ridruejo.

Se trata de un personaje histórico con una de las trayectorias más extrañamente sugerentes de nuestro siglo XX, el cual protagonizó un singular viaje desde la esvástica hasta la rosa socialista. Esta conversión política es menos frecuente, ya que lo habitual es ser un joven rebelde de izquierdas que, al llegar a la edad adulta, se convierte en un conservador. Sin embargo, en la España del franquismo hubo muchos viejos falangistas que acabaron decepcionados con la dictadura y abrazaron ideologías contrarias e, incluso, perseguidas por esta. Pero ninguno lo hizo con la brusquedad y la rapidez que el insólito caso de Dionisio.

Dinisio Ridruejo, durante un encuentro con ABC en 1970 ARCHIVO ABC

El himno de Falange

«Ridruejo pertenecía a la clase privilegiada de provincias, pero detestaba el conservadurismo de la derecha y creyó ver en el falangismo un movimiento a su medida: sagradas tradiciones y revolución igualitaria, todo a la vez. A ello hay que sumar una jugarreta del destino, pues el joven provinciano se enamoró perdidamente de Marichu de la Mora, una dama de alta sociedad, falangista, que fue quien le presentó al carismático líder de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera», contaba a ABC el historiador Manuel Penella, autor de la primera biografía de este político, escritor y poeta Soriano.

El 3 de diciembre de 1935, a petición precisamente de Primo de Rivera, Ridruejo se reunió con otros falangistas en el sótano del Or Kompon, un restaurante vasco cercano a la Gran Vía. Allí se le encomendó que escribiera un himno alegre y triunfalista que los camaradas pudieran cantar al final de sus reuniones. Fue entonces cuando creó, junto a José Antonio, el diplomático Agustín de Foxá y el escritor Rafael Sánchez Mazas, el famoso 'Cara al sol'. Hasta llegar a esta posición privilegiada de la historia política de España, nuestro protagonista, hijo de un comerciante próspero de Soria, se convirtió en delegado de la Falange en Valladolid y se mudó a Madrid para estudiar Derecho. Era en la gran ciudad donde quería estar, porque era allí donde ocurrían las cosas.

Desde la capital viajó a Alemania con una delegación del partido para conocer de primera mano las bondades del nazismo. Tanto a él como al dictador Miguel Primo de Rivera siempre le habían interesado el nacionalsocialismo y el fascimo surgido en Italia. Así lo reconoció el otro dictador español en 1926: «El gesto de Mussolini [la Marcha sobre Roma] iluminó el camino que debía seguir para salvar a mi país. Mussolini es la antorcha que alumbra a los pueblos [...] y creo, como él, que el principio de la libertad ya no es eficaz como regla de conducta de los pueblos. Debe ser reemplazado por el principio de autoridad».

Durante la Guerra Civil, Ridruejo se convirtió en el responsable de la propaganda del Gobierno franquista en Burgos, donde contribuyó a crear todo el imaginario del alzamiento contra la República. Es decir, las referencias imperiales, la estética de los soldados aguerridos que debían salvar la patria y la belleza de la violencia contra los comunistas, entre otras cosas. También escribió en el diario 'Arriba' una serie de encendidos artículos elogiando a Hitler y Mussolini y dirigió la revista literaria 'Escorial', en la cual reivindicaba el totalitarismo desde la cultura.

Críticas a Franco

Franco, sin embargo, empezó a relegar de los falangistas y perseguirlos por temor a que estos le usurparan el poder para transformar su régimen. Eso llevó a Ridruejo a abandonar algunos de los cargos que ocupaba. Incluso se atrevió a escribir una carta crítica al dictador español por la deriva que estaba tomando el régimen que había salido de la guerra, muy lejos de las promesas que inicialmente había hecho este. «Da la impresión de que Ridruejo le cayó en gracia a Franco, a quien alguna vez sacó de sus casillas sin consecuencias. Franco habría podido aplastarlo, pero no lo hizo. Lo trató con cierta deferencia, incluso después de la dura carta de ruptura con el Régimen que Ridruejo le escribió en 1942», explicaba Penella.

En junio de 1941, Dionisio Ridruejo se alistó a la División Azul para ir a luchar contra la URSS durante la Segunda Guerra Mundial. Aquella unidad de voluntarios fue iniciativa de Ramón Serrano Suñer, uno de los protectores de Ridruejo dentro del régimen, que la creó con el objetivo de señalar el compromiso de Falange contra el comunismo. Fue su primera experiencia en el campo de batalla, porque no disparó una sola bala durante la Guerra Civil. De la Unión Soviética volvió con el alma hecha trizas y un libro bajo el brazo, sus 'Los cuadernos de Rusia', un testimonio literario de aquellos terribles meses en las trincheras.

A su regreso, a pesar de que todavía creía que los nazis podían ganar la guerra, sentía ya un profundo desprecio por Franco. Renunció a los cargos que le quedaban. A raíz de su transformación, el dictador no se quedó con los brazos cruzados y le desterró durante cinco años a Ronda y San Cugat del Vallés. En estos destinos vivió la derrota de Hitler y el final de la Alemania nazi, lo que endureció su postura contra el régimen sin esconderse. «Hizo todo lo posible para transformar el Estado franquista en un Estado fascista 'revolucionario', lo que le llevó a serios enfrentamientos con el propio Franco. Los monárquicos le odiaban y estuvo a punto de batirse en duelo con unos cuantos, algo que impidió Serrano Suñer», recuerda Penella.

Ridruejo (derecha), visita en el Hospital Mola de San Sebastián a combatientes de la División Azul en 1942 ARCHIVO ABC

Hacia la izquierda

En ese momento comenzó a emprender acciones que le vinculaban directamente con el antifranquismo de izquierdas, siendo incluso detenido durante los disturbios universitarios de febrero de 1956. Más tarde fue enviado a la prisión de Carabanchel por participar en un movimiento de escritores contrarios al franquismo. Las cárceles serían desde entonces una de sus residencias habituales. Antes de acabar la década pasó otros cinco meses en una de ellas por acusar al régimen en una revista cubana. Al ser liberado, comenzó a frecuentar los círculos comunistas, aunque renegó de esta ideología para posicionarse finalmente con los liberales y los demócratas.

A estas alturas renegaba ya de cualquier totalitarismo e, incluso, fundó un partido, Acción Democrática, por el que fue detenido de nuevo, juzgado y encarcelado en numerosas ocasiones más. Siguiendo sus nuevos principios, en 1962 asistió al IV Congreso del Movimiento Europeo en Múnich, el conocido por los franquistas como «contubernio de Múnich». En él, junto a los republicanos exiliados, exigió «la instauración de instituciones auténticamente representativas y democráticas». Después de aquel viaje, Ridruejo ya no pudo volver a España hasta dos años después. Nada más poner el pie en suelo español, fue condenado de nuevo a seis meses de prisión y a pagar 10.000 pesetas de multa.

En esos años tenía ya la salud muy delicada, pero continuó escribiendo en revistas antifranquistas y participando en la promoción de nuevos partidos, con los que buscó alianzas con los liberales, los católicos y los conservadores democráticos. Como él mismo dijo: «Yo quiero una fuerza intermedia, de nuevo cuño, que interprete la herencia liberal hacia la izquierda con un espíritu reformista: una socialdemocracia o un socialismo no clasista. Este tercer grupo, en el que yo trabajo, será en el futuro un fragmento o un ala moderada anexionada al socialismo».

Sin embargo, no le dio tiempo. Padecía una insuficiencia cardíaca que no había revelado a nadie y acabó siendo internado en la clínica de la Concepción de Madrid a la espera de ser operado. Sin embargo, la intervención no se pudo llevar a cabo, porque falleció antes de entrar en el quirófano, en la madrugada del 29 de junio de 1975. Como explicó Penella: «Al final de sus días se definía como socialdemócrata, o como neosocialista, es decir, como socialista no marxista. No lo veo ingresando en el PSOE de entonces, ni en el PSP de Tierno Galván, que eran marxistas. En 1975 consideraba que el PSOE debía ser puesto al día desde dentro, no por la injerencia de intelectuales burgueses».

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