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Refranes y dichos

El macabro origen del baile de San Vito

A este mártir que siendo un niño fue torturado en aceite hirviendo se le invocaba en la Edad Media contra la epilepsia

El macabro origen del baile de San Vito wikimedia

m.arrizabalaga

A quien se mueve sin cesar en su silla o espera apurado para entrar en un servicio se le dice popularmente que tiene «el baile de San Vito», pero ¿qué tuvo que ver este santo de la época de Diocleciano con el dicho?

La leyenda cuenta que Vito apenas tenía siete años -doce en otras versiones- cuando murió mártir en el año 303. Hijo, según algunos, de un rico de Sicilia llamado Hylas, y según otros, de un senador romano de Lucania, Vito fue torturado junto a su nodriza Crescencia y a su tutor Modesto, ambos cristianos, por no renegar de su fe.

«La iconografía representa al santo con una caldera al hombro, aludiendo a la muerte en aceite hirviendo que Diocleciano le había preparado como premio al haber curado a su propio hijo de unos horribles ataques epilépticos que padecía desde niño. Pero cuando todos esperaban verle morir achicharrado como un boquerón, lo que vieron fue que el santo se arremangó la capa y empezó a bailar una especie de rock-and-roll que contagió a toda la corte imperial empezando por el emperador», señala Miguel Fernández Garmón en «Con la cruz y los faroles (Origen y picaresca del dicho religioso)»

José Luis Rodríguez Plasencia , que recoge el relato de Garmón en su libro «De Tomo y Lomo», se pregunta escéptico el porqué de esa afición tan repentina del santo por el baile. A su juicio, «más plausible es suponer que al curar la epilepsia al hijo de Diocleciano, los movimientos espasmódicos, involuntarios, desordenados, amplios y desprovistos de ritmo (semejantes a un baile alocado), que caracterizan la enfermedad, quedaran asociados con quien logró hacerlos desaparecer y se identificaran con él en su aspecto externo o de baile».

Otros señalan que fueron las terribles convulsiones que sufrió san Vito en su martirio las que asociaron al mártir después con la enfermedad convulsiva llamada Corea o «Chorea sancti viti» (del latín Baile de San Vito), que se caracteriza por movimientos involuntarios anormales de las extremidades.

Sea como fuere, ya en la Edad Media se invocaba a San Vito contra la epilepsia y las convulsiones neurológicas.

La plaga de 1518

Con el baile de San Vito pasó a la historia también un extraño fenómeno ocurrido en Estraburgo en julio de 1518. Una mujer conocida como Frau Troffea comenzó a bailar sin parar en una calle de esta ciudad francesa y así continuó sin descanso entre cuatro y seis días, mientras decenas de personas se sumaban a ella en una semana en una plaga de baile que afectó a 400 personas en un mes. En su pico la epidemia se cobró la vida de hasta 15 personas al día que bailaban hasta la muerte. No era el primer brote compulsivo de baile en Europa. El primero había tenido lugar en la Nochebuena de 1021 en la ciudad de Kölbigk (Alemania) y hay noticias de otras en 1237, 1247, 1278, 1374, 1438, aunque el de 1518 es el mejor documentado de esta extraña epidemia que se conoció durante siglos como «el baile de San Vito» o el «baile de la peste», entre otros numerosos nombres.

Se pensó que el origen podría estar relacionado con la ingestión de cornezuelo, que podría causar alucinaciones, pero éste produce gangrena en las extremidades por lo que no habrían podido bailar durante tanto tiempo.

El médico y alquimista Paracelso (1493-1541), que ya en su escrito sobre el arte de la medicina se refiere a las «danzas patológicas», da una peregrina explicación del origen de esta epidemia de 1518: «Existía en cierta ocasión una mujer llamada Trofea (Die Frau Troffea) de tan singular carácter, tal orgullo y tan empecinada obstinación en contra de su marido que cada vez que éste le ordenaba cualquier cosa o la importunaba de cualquier manera comenzaba a bailar, achacando que estaba impelida de una fuerza sobrenatural. Gestos y actitudes, saltos, gritos, contorsiones y cantinelas asustaban al marido, que inmediatamente la dejaba en paz. Y como tal estratagema no fallaba nunca, fue adoptada por otras mujeres, siempre con el mismo éxito. Entonces el fervor popular achacó tan estupendos resultados a San Vito, pero parece que un día el Santo se enfadó y todas acabaron bailando a la fuerza».

John Waller , autor del libro «Tiempo de bailar, tiempo de morir» (Hardcover, 2008), estudió este brote de histeria colectiva y concluyó que los bailarines entraron en un estado de trance por una angustia psicológica extrema causada por el hambre, la enfermedad y las supersticiones, miedos y creencias que rodeaban a los más pobres de la sociedad de aquel entonces. «La epidemia fue el resultado tanto de la desesperación como del temor piadoso», señaló el historiador en la BBC.

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