El móvil del crimen, drogas, ADN... las incógnitas del caso Daniel Sancho

Desde ese momento comenzó un chorreo de información, casi toda retransmitida con luces y taquígrafos desde el mismo lugar del crimen por parte de la Policía local. Incluso con declaraciones del propio Sancho a periodistas que le entrevistaban mientras iba paseando con las muñecas esposadas.

Esta avalancha de información no ha hecho sino añadir más incógnitas acerca del caso. Todos los expertos occidenales coinciden en que es muy inusual ver a las autoridades policiales y carcelarias mostrar semejante nivel de acceso, especialmente con tanta rapidez y de manera tan abierta. Más allá del bombardeo informativo, cuando se cumple una semana del asesinato, hay cinco incógnitas clave cuyas respuestas se irán abriendo en las próximas fechas.

En todo asesinato hay elementos clave necesarios para calificarlo como tal: un asesino, una víctima, un arma y una motivación o móvil del crimen.

De estos cuatro elementos se conocen claramente los tres primeros. Daniel Sancho confesó, y nunca lo ha ocultado, que asesinó a Edwin Arrieta. Lo hizo con un cuchillo que compró el día anterior de encontrarse con el colombiano. Asesino, víctima y arma están claros.

Más nebuloso es la razón por la que hacerlo. Según sus primeras explicaciones, Sancho se sentía en «una jaula de cristal», sin dar más detalles. Se ha especulado con que estaba sometido a una suerte de chantaje sexual por parte de Arrieta, con el que mantenía una relación de (al menos) un año. Aunque inicialmente los allegados a ambos afirmaron desconocer la vinculación, hay imágenes que prueban que ambos se conocían.

Se manejan, fundamentalmente, tres posibles móviles:

El descubrimiento por partes del cadáver de Edwin Arrieta, primero en un vertedero cercano y después en una maleta que apareció en un kayak que Sancho adquirió por 1.000 dólares el día antes del crimen, según la investigación, ha permitido la identificación del cuerpo y que comiencen los trabajos de investigación forense sobre el cadáver.

Además de confirmar cómo fue el asesinato y descuartizamiento, las revelaciones que pueda dar el ADN de Arrieta pueden suponer un cambio radical en el juicio. En torno a esto, hay muchas incógnitas: ¿estaba Arrieta bajo los efectos de alguna sustancia cuando fue asesinado? ¿ingirió el cirujano algún tipo de droga que podría explicar la pelea o la supuesta presión que realizó sobre Sancho?

Si se cumple el calendario previsto por las autoridades, a partir del domingo 13 de agosto se conocerán los primeros informes preliminares del análisis de ADN sobre las partes del cadáver recuperadas.

Una vez realizadas todas las pruebas de ADN, el cadáver de Arrieta podrá ser repatriado a Colombia para que su familia le dé sepultura, tal y como pide el padre.

Por el momento, solo hay un acusado del asesinato de Edwin Arrieta. Eso no significa que Daniel Sancho sea el único involucrado, aunque sí sea el principal inductor.

Uno de los detalles que ha confirmado la Policía tailandesa, y que el propio acusado ha confirmado, es que horas después de cometer el crimen se fue a la fiesta de la luna llena, el principal atractivo turístico de la región. Allí quedó con una mujer, cuyo nombre no ha trascendido, y con la que pasó la noche hasta que acudió a la policía a denunciar la desaparición de Arrieta.

La dificultad logística para el crimen hace que la Policía no descarte la colaboración de más personas. Transportar el cadáver, aunque sea en partes, o la planificación previa del crimen ha hecho que sea una línea a investigar por parte de las autoridades ahora mismo.

En la primera inspección de la villa donde se cometió el crimen, hubo dos detalles que llamaron la atención a las autoridades al registrar las posesones de Edwin Arrieta: una cadena de oro y 80.000 dólares en efectivo.

¿Para qué era semejante cantidad de dinero? La dificultad de sacar una cantidad así del país hace que se hayan abierto todo tipo de especulaciones. Según Darling Arrieta, hermana de la víctima, ese dinero era para comprar máquinas de cirugía para su clínica en Montería (Colombia) o bien para abrir una nueva sucursal en otro país. Varios familiares han afirmado que su intención era internacionalizar su negocio, incluso con Madrid como posible destino.

La exagerada cantidad de dinero invita a que no solo era para costear maquinaria de cirugía, y menos en un país como Tailandia. La Policía no ha cerrado la posibilidad de que esos 80.000 dólares fueran un posible pago a Sancho por sus servicios o para un préstamo u otro tipo de operaciones más turbias.

De las pocas certezas que ha dejado este caso, es que el futuro de Daniel Sancho va a ser muy complicado. El complejo proceso judicial al que se enfrenta el hijo de Rodolfo Sancho no es nada halagüeño, ya que su condena será, como poco, de varios años de prisión y como mucho, la pena de muerte.

«Puede aspirar a recibir una sentencia de cincuenta años de cárcel», asegura Chirawat Khunyotying, abogado penalista del despacho G.A.M. Legal Alliance radicado en Bangkok, en conversación con el enviado especial de ABC a la zona, Jaime Santirso.

Sin embargo, que Sancho haya confesado y colaborado desde el primer momento juega a su favor. El citado abogado apunta a que es posible que la sentencia se reduzca a la mitad de la pena máxima, que en este caso sería de muerte, por lo que si consigue demostrar que estaba sometido a un chantaje que justificara su decisión, podría ver reducido su castigo.

Esta posibilidad solo se maneja si se produce el juicio y condena en Tailandia. La familia del chef quiere que sea juzgado en España, donde las leyes no contemplan la pena capital o la perpetua. Además, la propia familia de la víctima tampoco pide la pena de muerte por cuestiones religiosas.

Si con todos estos condicionantes Sancho aún es condenado a muerte, aún le quedaría una posibilidad de salvación: el perdón de Maha Vajiralongkorn, más conocido como Rama X. Solo el Rey de Tailandia tiene la potestad de conceder una clemencia en caso de una pena de muerte.