Pamela Anderson, grupi de Puigdemont

Se ha divorciado Pamela Anderson . Y ya es el quinto divorcio. Dan Hayhurst se llama el exesposo, con lo que los matrimonios de Pamela van desde este tal Dan, que le ha durado un año, hasta Tommy Lee , el primero, un tormento de chico, en lectura retrospectiva. Con Tommy grabó aquel histórico video porno, que fue un gran recreo en los años noventa. Los novios o los maridos se le van perdiendo en el tiempo a Pamela, y ya no sabemos si tiene afición a casarse por el placer de divorciarse, o qué. Pamela, que fue, para siempre, vigilanta de la playa, puso de moda el bañador rojo, como lencería de exteriores, y de ahí, todo seguido, hasta ser la rubia bombón de los escaparates de la confitería de las portadas de las guapas internacionales. El bañador rojo, a ratos, se perdía en el camino, y teníamos entonces a una Pamela de lencería de toda la vida, que a veces se desnudaba un poco más en los titulares: «Soy un auténtico animal sexual». Así arriesgaba en los años noventa, cuando tenía veintitantas primaveras de edad ilusionada, y no poco alocada. Antes de este último matrimonio, fracasado como todos, Pamela se arrimó a la actualidad nacional a propósito de dos causas exóticas. Primero, porque soltó por ahí, en pliego escrito, que una Cataluña independiente no estaría mal. De modo que se proclamó grupi de Puigdemont. Unos años antes, puso en carta al Senado español la petición de rechazo al proyecto de ley que pudiera reconocer la tauromaquia como Patrimonio Histórico Cultural. Siempre supimos que Pamela se enredaba y desenredaba de amores, pero no siempre supimos que tenía la lujuria de la escritura. Quiero decir que Pamela tiene el premio Nobel de llevar bañadores rojos en la playa, para las teleseries, pero ignorábamos que tuviera el vicio de la letra escrita y que, encima, le hubiera dado por el género de la epístola, o por el pregón en página web. Pregón que ahora se llama post. A estas archirrubias, en cuanto pillan años, les entra mucho desvelo por la reivindicación de la vida en paz de los animales, empezando o acabando por Brigitte Bardot , que ama antes a las focas que a los hombres, y a lo mejor con razón. Era previsible, pues, que Pamela se adornara de antitaurina un día, pero no tanto que se postulara indepe. Pero por encima de todo es novedad mayor que la criatura le pegue a la prosa. Nos cuadraba más de oficianta dorada en los cumpleaños de Hugh Hefner, el de Playboy, llevando la tarta, al trote y en bolas, que es lo que hacía, casi anteayer. Pamela, la guapa de Hollywood, pierde a veces afición a la lencería, pero no a la caligrafía. Ni a la soltería.

La nueva vida de Urdangarin nos va presentando, desde la tele, a la familia que ya tenía: su madre Claire, su hijo Pablo y hasta su hermano Mikel. A todos les acuden a diario, en la calle, los reporteros de semáforo. De la Infanta Cristina, ni rastro.

'Soy Georgina'. Este es el título del documental sobre Georgina, la mujer de Cristiano Ronaldo . El fútbol de ser famoso, a partir de ahora, se divide en dos: quien tiene documental, y quien no. Primera división, y segunda, que diría el peatón.

Las hemerotecas suelen abreviar a Sonia Ferrer bajo el tópico de modelo y presentadora, que es la etiqueta urgente de hemeroteca para quienes son incluso modelos y presentadoras. Pero Sonia ha hecho mucha tele, desde hace muchos años, y ha ejercido de modelo con más oficio que devoción, que suele ser el modo en que van resolviendo esas peonadas de escaparate las que no quieren pasar por el mundo solo de guapitas, condición de efervescencia que dura un relámpago. Vengo a decir con todo esto que Sonia Ferrer supo enseguida que la fama es el trabajo, y no un flash, y se aplicó en aprendizajes de varia virtud como el baile, o los idiomas, o la interpretación. Su oficio es una larga paciencia, y ahí está. Ahora anuncia boda, aunque no precisa fecha. Será pronto. El novio, Sergio Fontecha , de profesión inspector de Policía Nacional. Sonia es una belleza que ha sabido mantenerse, una chica estival que lo mismo te conduce un Festival de Eurovisión que va luego y salta en los trampolines de las piscinas de prime-time, y sin abrirse nunca la crisma de una peleada fama de mujer discreta. Ha salido a ratos en los papeles del colorín, eso sí, pero no va en ella el afán de pelearse una portada, o el vicio de colgar la biografía en lo alto del chisme, como hacen algunas otras que hasta lloran los divorcios en medio de los platós, y nos lo ponen todo perdido de lágrimas. Y de mechas.