Charlene, la gran ausente en la fiesta de Mónaco, aún tardará semanas en recuperarse

Para despejar todas las dudas el Palacio de Grimaldi ha emitido un comunicado en el que explica que aún tendrá que estar varias semanas fuera de Mónaco. «La convalecencia de Su Alteza Real la Princesa Charlene continúa de manera satisfactoria y muy alentadora. Su recuperación, así como el seguimiento de sus cuidados bucodentales aún necesitan de varias semanas, la princesa no podrá lamentablemente asistir este año a las festividades de Santa Devota. Ella está, junto a su esposo, su Alteza Real el príncipe Alberto II, muy unida a todos los monegascos y residentes con motivo de estas celebraciones. Tan pronto como su salud lo permita, la Princesa volverá a compartir momentos de felicidad con ellos. Durante este período, la pareja real pide que su vida privada y la de sus hijos sigan siendo respetados».

El miércoles, víspera de la festividad de Santa Devota eran sus hijos, los mellizos Jacques y Gabriella , de siete años, quienes acaparaban toda la atención junto a su tía Carolina hoy, en la catedral de Mónaco durante la tradicional procesión, la gran sorpresa ha sido la asistencia de Nicole Coste , madre de Alexander uno de los hijos ilegítimos de Alberto.

Parece que las aguas han vuelto a su cauce y la relación de la que fuera pareja de Alberto II antes de casarse con Charlene se ha reconducido tras las declaraciones de Nicole, el pasado mes de noviembre, cuando contó un rosario de miserias de relativa gravedad, que habrían sufrido ella y su hijo, «perseguidos» y «marginados» por la princesa Charlene en las residencias palaciegas de Mónaco.

Los hijos del príncipe Alberto II nacidos fuera de su matrimonio, Alexandre y Jazmin Grace Grimaldi (29 años), no figuran en la línea de sucesión oficial de la dinastía Grimaldi, heredera del principado. Por el contrario tienen derecho, ellos y sus madres, a ser mantenidos por el príncipe y heredar una fortuna valorada en más de mil millones de dólares.

Las confesiones de Nicole Coste, afirmando que la princesa Charlene había trasladado a su hijo a dependencias palaciegas que no correspondían «a su rango», insistiendo en el trato «vejatorio» que habrían sufrido ella y su hijo en Mónaco, cayeron como bombas fétidas tiradas al rostro de la esposa legítima del príncipe Alberto.