Sánchez moderará su pacto climático para retratar al PP

Fuentes gubernamentales consultadas por ABC aseguran que acuden con una actitud de «humildad» a la negociación y dispuestos a «hacer el esfuerzo de ser moderados» en sus postulados sobre la emergencia climática para conseguir llegar a un acuerdo con la oposición. En Moncloa asumen que «no pueden renunciar a sus posiciones sobre cambio climático», que en gran medida están sujetas también a compromisos y acuerdos internacionales, pero no van a pecar de dogmatismo. «No será un panfleto», reconocen en conversación con este diario. De hecho, en su intervención de ayer Sánchez evitó concretar las propuestas, a excepción de la creación de una Agencia Estatal de Protección Civil y Emergencias, y el decálogo de compromisos se limita un cascarón de intenciones que presentarán -para dotar de contenido consensuado- a partidos políticos, comunidades autónomas, agentes sociales o colectivos de la sociedad civil vinculados al ecologismo o el mundo rural, entre otros.

La hoja de ruta gubernamental pasa por componer la música -la filosofía del acuerdo- y pactar la letra -las medidas concretas- con los partidos que se presten a ello. Aquí reside el tacticismo político. Al Gobierno le interesa que haya acuerdo con el PP, reconocen que es necesario proyectar que es posible tejer consensos en cuestiones sustanciales para el país, pero le beneficia también que no lo haya. El contenido del mismo no le genera problemas, a priori, con sus socios de investidura, por lo que no peligraría su viabilidad parlamentaria y puede servir como acicate electoral para desgastar al PP. Desde el principal partido de la oposición, Alberto Núñez Feijóo desechó ayer el pacto climático, criticando que Sánchez «no tiene ninguna credibilidad» para proponer grandes consensos.

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Este rechazo, si finalmente -como parece- acaba concretándose, se exprimiría retóricamente para avanzar en una estrategia muy ensayada por el Ejecutivo: la de asimilar al PP con Vox. Su voto negativo le acabaría retratando con los de Santiago Abascal en el Congreso de los Diputados y esto sería un elemento de campaña para explotar a nivel nacional, pero especialmente en la contienda que se va a abrir próximamente en Castilla y León, la región que ha visto como ardían hasta 150.000 hectáreas de su territorio.

Pese a que prime el cálculo político, Sánchez exhibió ayer un pretendido tono conciliador en su intervención, con la intención de no generar el inmediato rechazo del PP. «Vamos a hacer un intento honrado de presionarles, de apretarles bien, no mucho, pero bien», dicen en Moncloa. Lejos de la apertura del curso político de 2024 en la que el presidente atacó directamente a las autonomías del PP y concretamente a Isabel Díaz Ayuso con la equivocada alusión al «lamborghini» de su pareja, esta vez el presidente pidió huir de la crispación. «A todos los políticos y políticas de este país yo les pido que no polaricemos con esto, que dejemos este asunto al margen de las disputas competenciales, territoriales y partidistas, que estemos a la altura de lo que las circunstancias exigen y nuestra ciudadanía necesita y merece», señaló. No obstante, el presidente sí dejó un recado, señalando que, la oleada de incendios sufrida, se produjo a consecuencia de «una política de prevención claramente insuficiente, que se refleja en la falta de planes ejecutados, en la ausencia de instrumentos de análisis y predicción avanzados, y en plantillas de bomberos y brigadas forestales que, en determinados territorios no están suficientemente dotados». Hasta ahí se limitó la crítica.

En Moncloa saben que juegan en un terreno resbaladizo en lo que se refiere a la responsabilidad que endosa la ciudadanía a los políticos en las catástrofes. Son conscientes de que el reparto competencial no es algo que se perciba claramente en la calle y que el relato articulado por el PP de un Gobierno que se inhibe dejando a su suerte a las autonomías -que también operó en la dana- es muy dañino para su imagen. La evolución del discurso de Feijóo, pasando de la ilegitimidad del Ejecutivo a la ineficiencia en la gestión está estudiada porque percute de forma más negativa para los intereses de Moncloa. De ahí que el Gobierno movilizara a varios ministros en mitad de sus vacaciones de verano y que sacaran del ostracismo a la directora general de Protección Civil para tratar de paliar la sensación que se estaba tratando de instalar por parte de varios presidentes del PP de falta de implicación del Ejecutivo en la gestión de los incendios.