Sánchez mide sus palabras ante sus socios en previsión de otra legislatura agitada
El tercer Gobierno del líder socialista se enfrenta al reto de conjugar a nacionalistas e independentistas de diversas tendencias
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El líder del PSOE, Pedro Sánchez
«No se la juegue». La advertencia del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, quedó flotando en la atmósfera parlamentaria el primer día del debate de investidura. Iba dirigida a Pedro Sánchez, el candidato, al que Rufián le preguntó retóricamente si veía en el ... hemiciclo a Inés Arrimadas, la exlíder de Ciudadanos (CS), una formación que ni siquiera se presentó a las elecciones generales del 23 de julio.
El mensaje era claro: esta vez Moncloa no podrá jugar a la geometría variable de la pasada legislatura, esa que le permitió activar el motor alternativo de los 10 diputados de CS o de los 4 del PdeCat, también extraparlamentarios ahora, cada vez que el motor izquierdo, el principal, se gripaba. Y no ocurrió en pocas ocasiones, ni de poca importancia. Baste citar, como botón de muestra, la reforma laboral, aprobada in extremis en febrero de 2022 gracias a esos parlamentarios centristas, y al célebre error del diputado del Partido Popular (PP), Alberto Casero.
Lo cierto es que Sánchez, de momento, no se la ha jugado en este el cuarto debate de investidura de su carrera política, desde aquel lejano intento de la mano de Albert Rivera en 2016, hasta el igualmente frustrado de 2019 con Pablo Iglesias al, al fin, exitoso debate de enero de 2020, cuando en segunda votación y gracias entonces a la abstención de ERC y Bildu logró por primera vez la investidura, tras haber llegado a La Moncloa en 2018 mediante una moción de censura.
El presidente del Gobierno en funciones midió y muchos sus réplicas tanto a Rufián como, sobre todo, a la portavoz de Junts per Catalunya, Míriam Nogueras, y también lo hizo el jueves, en el final del debate antes de la votación, a la hora de contestar a la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, y al del PNV, Aitor Esteban, que cambian ahora su orden de intervención tras superar los de Arnaldo Otegi por un escaño el 23J a los del lendakari Iñigo Urkullu. Quizás se soltó algo más con Esteban, oliendo posiblemente el delicado momento electoral de los peneuvistas, en retroceso a las puertas de las elecciones al Parlamento de Vitoria a celebrar el 2024 entrante. A él le reprochó que equiparase al PSOE y al PP en cuanto a la cuestión territorial, aunque la sangre no llegó al río. Con el resto, Bildu, ERC y Junts, sobre todo estos últimos, contención y ni una palabra más alta que otra. E incluso parquedad de palabras. Apenas tres minutos, por ejemplo, duró la réplica a Aizpurua, y tampoco mucho más tiempo le entretuvo el cara a cara con Esteban.
Un alto dirigente del PSOE la pasada legislatura, veterano de las negociaciones con las fuerzas separatistas, explica esa actitud enfatizando cuán importantes son las palabras para esos grupos. «Más incluso que los acuerdos», subraya en conversación con ABC bajo requisito de anonimato. Otro dirigente socialista, este actual, confiesa que con los de Carles Puigdemont las cosas «no son fáciles», dado, argumenta esta persona con escaño azul en la Cámara Baja, que «hasta ahora no han estado nunca en conversaciones con un Gobierno».
En definitiva, el debate de investidura marca la senda por la que transcurrirá la legislatura. El tercer Gobierno Sánchez, que posiblemente se conocerá este fin de semana, será de coalición como el anterior -y no monocolor del PSOE como el primero, surgido de la moción a Mariano Rajoy- aunque con Sumar pero sin Podemos, que ya anuncia batalla también con sus cinco diputados, al verse esta vez marginado del Ejecutivo. Y será un Gabinete dependiente de una amalgama de partidos al que une su rechazo visceral a Vox, y su idea de una España plurinacional, con lo que se comprometió Sánchez.
Pero con fuertes divergencias ideológicas entre el izquierdismo de Bildu o ERC o las posiciones conservadoras del PNV o las del espacio de derecha populista que representa ahora Junts. Y todo con la amnistía a los líderes del 'procés' marcando el paso. Una ley registrada finalmente en solitario por el PSOE y que tiene levantada en pie no solo a la oposición y a buena parte de los españoles, como se vio en las masivas manifestaciones del pasado domingo en todo el país, sino incluso a la carrera judicial, con concentraciones inéditas de los togados y un comunicado conjunto de todas las asociaciones judiciales, de todas las tendencias.
El tiempo amenaza tormenta, pero Sánchez confía en mantener bien sujeto el timón, haciendo gala de su proverbial resiliencia política, admitida por propios y extraños. El tiempo dirá.