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Perplejidad en el Parlamento Europeo y gritos de «¡Puigdemont a prisión!» en el hotel del prófugo

El líder de Junts intentó emular la Eurocámara con una trasera con los simbolos de la Unión Europea para su comparecencia en Bruselas, pero el acto se celebró en el hall del alojamiento con clientes españoles chillando «¡Viva España!»

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Puigdemont compareció en el hall de un hotel de Bruselas, emulando el atril de las ruedas de prensa del Parlamento Europeo EFE
Enrique Serbeto

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Mientras Carles Puigdemont estaba exponiendo sus condiciones para pactar con Pedro Sánchez en un hotel cercano, el Parlamento Europeo ha obligado a retirar una foto de las urnas del 1 de octubre que formaba parte de una exposición personalísima en la que se defiende la tesis de que «Cataluña ha sido pionera en Europa» basada en la reciente interpretación particular de la historia que se ha difundido desde el independentismo.

La denuncia para que se retirase esta fotografía partió del grupo liberal, del que forma parte Ciudadanos (CS), y la administración del Parlamento la asumió sin mayor discusión, puesto que se trataba de la exaltación de un hecho indiscutiblemente ilegal y que además no figuraba en la documentación que se presentó con la solicitud. La sensación que suscitaba ante los eurodiputados y funcionarios que asistieron a esta retirada o que han visto la repercusión crucial que han adquirido Carles Puigdemont y el indepdentismo catalán en la política española es de perplejidad. Adrian Vázquez, de Ciudadanos, revelaba con cierta resignación que la situación es España «se ha vuelto demasiado complicada como para que lo entiendan en otros países».

La imagen cuya retirada ordenó el Parlamento formaba parte de una exposición organizada por el partido de Puigdemont y que ha sido financiada por la diputación de Girona. En ella se pretende exaltar la «contribución de Cataluña al progreso social y político de la UE» como si alguna vez hubiera sido una entidad independiente y separada de España. Puesto que cada eurodiputado tiene la potestad de organizar exhibiciones de carácter prácticamente personal, a nadie le extraña que en el gran hall de esa tercera planta aparezcan regularmente instalaciones a cual más exótica. La peculiaridad esta vez ha sido que coincidía con este despliegue de interés político en torno a Puigdemont.

La actualidad política en Europa gira estos días en torno al tradicional discurso sobre el estado de la Unión que Ursula von der Leyen pronunciará en Estrasburgo el miércoles de la semana que viene y en el que probablemente anunciará si aspira o no a un segundo mandato al frente de  la Comisión Europea, un asunto muy alejado de las turbulentas aguas de la política española.

Hasta el influyente diario 'Político' ha tenido que atribuir a un periodista español (Aitor Fernández Morales) la tarea de explicar a sus lectores una situación que ha titulado, con cierto grado de simplificación, 'Pedro Sánchez, frente al ultimátum catalán'. El grupo popular se reunirá hoy y se espera que los eurodiputados españoles se dediquen a explicar a sus colegas de otros países qué está pasando en España, empezando por la delicada posición de su propio líder, Alberto Núñez Feijoo, que está obligado a intentar una investidura claramente imposible. Los eurodiputados de Ciudadanos estaban reunidos en Viena con los demás liberales y han tenido que contestar muchas preguntas de sus colegas alemanes y franceses, no solo en relación a Puigdemont sino también respecto a la atribulada presidencia española. «Todo es demasiado complicado e inédito para que se pueda entender desde otros países, que se pueda considerar normal que Sánchez pretenda formal Gobierno bajo el chantaje de un fugitivo de la Justicia», confiesa Vázquez.

Sólo seguidores y periodistas españoles

Unos y otros reconocen que, por ahora, en términos generales, Sánchez todavía mantiene una buena reputación en Europa, a pesar de que ya es evidente que el semestre de la presidencia va a ser estéril, excepto por el trabajo de los funcionarios españoles de la Representación Permanente que solo se dedican a tramitar los asuntos ordinarios, a falta de directrices políticas de un gobierno en funciones. A Puigdemont ya lo conoce también todo el mundo en la Eurocámara, probablemente razón por la que ha preferido pronunciar su discurso con sus condiciones en un hotel cercano a la Eurocámara. De hecho, en la sala donde lo ha hecho, que tenía fuertemente restringido el acceso, solo había seguidores suyos (incluyendo invitados de sus socios/enemigos de ERC) y periodistas españoles. Y aún con todo, se han escuchado gritos de clientes españoles de «Puigdemont a prisión» y «¡Viva España!».

Pero por otro lado, en la Eurocámara, la jefa de la delegación española del PSOE y portavoz del grupo socialdemócrata europeo, Iratxe García, ya ha presentado la solicitud para que se debata la propuesta del uso de las lenguas regionales, que es una de las exigencias del independentismo. A estas alturas de legislatura europea, la iniciativa que ya ha sido rechazada cuando la planteó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, tiene ahora muy pocas posibilidades de prosperar, pero puede ser utilizado como gesto para suavizar la negociación en una eventual investidura de Sánchez.

En todo caso, la cuestión más reveladora sobre si esas negociaciones entre Sánchez y Puigdemont avanzan o no la puede dar la decisión que ha de tomar el abogado del expresidente catalán, el antiguo terrorista Gonzalo Boye, acerca de si aconseja o no presentar el recurso contra la sentencia de la Justicia europea del pasado 5 de julio que confirmó la retirada de su inmunidad parlamentaria, para lo que tiene plazo hasta la semana que viene. Puigdemont anunció entonces que presentaría un recurso «como hemos hecho siempre» por lo que el juez Llarena mantiene suspendida la orden europea de detención a la espera de que el huido agote todas las instancias posibles en Luxemburgo. Si Puigdemont no presentase recurso, podría significar que ya da por hecho que habrá una amnistía. Pero eso obligaría al magistrado del Supremo a reactivar la orden de arresto.

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