LAPISABIEN
María, la de todos
La lloran en el Rastro madrileño, en La Perejila, en los taxis más españoles de Madrid
María Jiménez, diva del feminismo flamenco
Madrid
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Iniciar sesiónLlegó la muerte y se llevó a los más nuestros. A María Teresa Campos, a María Jiménez, a Carmen Sevilla. Yo quise creer que siempre estaban ahí; una en el recuerdo de aquello que fue la tertulia política, con tantos próceres de pelo blanco ... que no iban pasando el cazo del partido de turno. La otra en el auricular del metro más triste, pero también en los altavoces de la La Perejila en las Cavas, en La Leo de Barcelona y en el Pimpi Florida.
Hizo lo que le dio la gana, fue bella y dejó que el tiempo fuera el que es, sin jeringas ni bótox. Si hacía falta enseñaba las piernas, pero no para los señoritos rijosos como otras folclóricas (el adjetivo folclórica le quedaba pequeño), sino como una demostración de fuerza, de bravura. El calificativo, aunque usado en la mañana triste del jueves, es el más claro para definirla: indomable. E indomable era y lo será en las regiones celestes. En el Éter de la zambra por donde andan Camarón y Paco, Bambino y el Beni de Cádiz, Lola Flores y Angelillo.
Las canciones más desgarradoras de María Jiménez (ríete del trap, el indie y el emo)
Javier VilluendasLa intérprete de 'Se acabó' ha fallecido este jueves de madrugada en su casa de Sevilla
Era nuestra Chavela Vargas, nuestra Paquita del Barrio con estilo. Su canto fue el de que la rumba dejara las farándulas y el jaleo, y se metiera en el Rastro, en los taxis más españoles que siempre la ponderaron. Llegó a hacer el lirismo de Joaquín Sabina más canalla, o, si se quiere, el canallismo de Sabina más lírico. Lo cual parecía un imposible pero no.
María Jiménez era de ayer, de mañana, cantaba como los ángeles pero era la voz rasgada, la que da una vida de altibajos, la que la consagró en ese rosario musical que los que ya calzamos una edad guardamos en el Spotify con más criterio.
Recuerdos de largos viajes a la altura de Despeñaperros, y María Jiménez siempre ahí; uniendo generaciones. Fue su versión 'sabinera' el último CD que compré y se lo doné a un amigo. Es que cada vez las camas están más vacías, cada vez me duele más el alma y el costado. Y no me lo propuse y sufrí. Y sufro.
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Se mueren las heroínas y, aunque salga el sol, a la ciudad y al país le queda menos gente que no ande lobotomizada en lo moral. Los que van más por libre, concretamente.
Que la tierra le sea leve. Nunca la verán, las que todos sabemos, como fue y lo que fue; una feminista sin reglas, sin cuotas. Sola con el zurrón de su arte. En Madrid se la quiso.
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