Según su propia experiencia y el conocimiento del sector que le transmiten sus colegas de profesión, lo que ocurre en estos establecimientos sigue la tónica general en otros ámbitos de la vida social.
«Ocurre como en todos lados: en un estadio de fútbol, por ejemplo, ¿cuántas personas la lían?, unos pocos entre 50.000, pues en nuestro restaurante, tal vez sean tres o cuatro de cada 3.000 a los que podemos servir en un día de verano», compara.
Y esas proporciones anecdóticas y casi testimoniales se pueden hace extensivas también a los propios trabajadores del ramo. «Igual que solamente hay esos pocos clientes que no son educados, eso pasa también con el personal nuestro, es un tema específico que no se puede generalizar», según Fratini.
No obstante, aun siendo esporádico, sí plantea ciertos problemas para gestionarlo: «Cuando pasa, tienes que mediar y es complicado, hay momentos en que estamos llenos, no tenemos tiempo y pasamos de ello, 'vale, disculpe señor y adiós' y cuando tenemos más tiempo intentamos hacer entender al cliente que igual no tenía razón».
En definitiva, su ánimo es conciliador con independencia de valorar si tiene más o menos justificación la conducta de sus clientes. «Nuestra política es intentar discutir lo menos posible y tratar de que su estancia sea lo más placentera posible», subraya.
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