Enric Badia, el artista del pan que jugaba haciendo cruasanes

«Ha sido épico; muy, muy fuerte. Mi oficio me hace feliz, es mi pasión y además es el eje central de mi familia » explica a ABC. Enric es la cuarta generación de un obrador centenario de Barcelona, el Forn Elias . Emplazado en el número 90 de la calle Freser, sus bisabuelos Jaume y Eulàlia cogieron las riendas del horno en 1917. Anna, su madre, que estos días presume más que nunca de hijo, está ahora al frente de un negocio al que le esperan muchos éxitos gracias a Enric.

Además de su obvio talento, es de justicia remarcar el mérito de sus antecesores al haberle sabido transmitir tanto amor por las masas. «Por las tardes, al salir del colegio, mis compañeros iban a jugar a la ‘play’, pero yo prefería ir a hacer cruasanes con mi abuelo . Pasé de suspender en la ESO a ser de los mejores haciendo pan», rememora. Su vida, insiste, está marcada por este oficio y pone como ejemplo que incluso el día de Reyes, uno de los más felices para todo niño, él tenía que estar hasta las 15 horas sin descubrir sus regalos, esperando a que sus familiares acabaran de vender los roscones, uno de los productos más icónicos del Elias.

«Es que yo siempre quise ser panadero. Me encanta trabajar con una materia viva , que cambia cada día en función de la temperatura o los ingredientes y con la que puedo crear arte. Me alucina», explica a ABC con una emoción desbordante. Enric reconoce que entre sus centenares de elaboraciones diarias nada le hace disfrutar más que un simple pan transformándose en el horno y confiesa con la boca pequeña que para él la ‘baguette’ es el mejor pan.

En el Mundial tuvo que hacer mucho más que barras y es que los competidores muestran sus dotes en doce categorías, como la bollería, el ‘brioche’, el pan nutricional, el sándwich… España quedó segunda en el ranking final, tras Japón y por delante de Italia, pero además Enric fue el mejor en una de las pruebas, la artística, para la que preparó una enorme creación de 1,3 metros de altura en la que se repasaba la evolución del oficio. Sí, una auténtica obra de arte comestible. También amasó otras joyas panarras extraordinarias que a una le cuesta de imaginar, al menos teniendo en mente un escaparate de panadería. Presentó, por ejemplo, un pan que incluía un QR comestible con sus propiedades nutricionales y elaboró, en la categoría de dulce, una flor con una especie de lionesa en su centro y coloridos pétalos hechos con láminas de gelatina.

La preparación no fue cosa de dos días. Enric, que compitió con la ayuda de Marta San José , estuvo desde enero literalmente con las manos en la masa, entrenando casi a diario de 12 a 14 horas, en la Baking School Barcelona de Sabadell. Le preparó para ello Yohan Ferrant , que en la edición anterior quedó tercero representando a Francia y que ya conoce de sobra el campeonato. Enric le estará eternamente agradecido por haberle despertado más su creatividad.

Ahora, este joven ya piensa en su próximo reto. Los seis mejores países del Mundial del Pan (Japón, España, Italia, Holanda, Francia y Bélgica) se verán las caras de nuevo dentro de un año en el Best of Mondial du Pain , que viene a ser como la súperliga de los mejores del sector y que seguramente se celebrará en Tokio. En enero empezará a prepararse para ello con ganas de volver a triunfar. «Sería genial ganar en casa de los actuales campeones», sentencia.