Así enseña Castilla y León, el 'sobresaliente' español en educación

El instituto Vega del Pirón es un ejemplo del 'sobresaliente' obtenido por Castilla y León en el examen que la OCDE realizó a estudiantes de 15 años de 80 países de todo el mundo en 2022. Un análisis en el que por primera vez una comunidad conseguía la máxima nota en las tres áreas analizadas -Ciencias, Matemáticas y Lectura- y lograba estar dentro del top 10 mundial esquivando un desplome generalizado después de la pandemia tanto en las demás regiones como la mayoría de los estados participantes.

Los pasillos del Vega del Pirón dejan ver ya algunos de sus grandes logros como premios en certámenes, medallas y trofeos deportivos, pero en sus aulas tiene la joya de la corona: unos estudiantes que han permitido a este instituto rural estar también entre los mejores de Castilla y León en la prueba de acceso a la universidad, la denominada EBAU. El año pasado tuvieron pleno de aprobados.

Pero, ¿cuál es la fórmula del éxito para que esta comunidad de interior haya conseguido la medalla de oro en las tres disciplinas? El director de este centro con 376 alumnos, al que acuden estudiantes de 25 localidades aledañas, Rafael Pajares, cree que el marcado carácter rural de esta región tiene algo que ver. Con 2.248 municipios y ciudades de un tamaño «moderado», la «cercanía con el estudiante» es otra que la de las grandes urbes, pero también la ratio. En Carbonero el Mayor, la media es de entre 20 y 22 estudiantes por docente cuando el máximo establecido ahora en la región está en 27.

Aunque si hubiera que buscar una clave, sería la «preocupación» de las familias por el futuro de sus hijos. «Aquí hacemos la reunión a principio de curso y no falta ninguno porque los padres ven la educación como una inversión, un seguro para los chicos. En algunos otros temas Castilla y León ha podido quedarse un poco por detrás, pero no en este», resume el capitán de este barco en el que el enfoque de la docencia es ahora más competencial, hacia lo práctico por encima de lo eminentemente teórico.

«Eso ocurre en todas las asignaturas, no solo en las tres evaluadas», es, además, el «camino marcado por la nueva ley educativa» y el que «siguen otros países europeos», indica también el profesor de Física y Química, Rubén Alonso.

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Parte del mérito está precisamente en sus docentes, reconoce el director de un instituto que tuvo que ser ampliado hace no mucho para acoger a más estudiantes. Tiene tres y cuatro líneas dentro del mismo curso. La formación de sus profesores es «continua», un reciclaje constante -Castilla y León tiene trece centros destinados a ello en sus nueve provincias y tres de carácter autonómico- centrado no sólo en las nuevas tecnologías tan presentes hoy en las aulas, sino en otros apartados como el «bienestar emocional».

Esas nuevas herramientas digitales tienen un «peso importante» también en el Vega del Pirón. Los operarios trabajan estos días en introducir cable que haga la conexión más rápida en un instituto que hasta ahora se conectaba con wifi. «Se ha hecho una inversión muy importante en este asunto», relata el director.

Pero, además, la pandemia hizo que tuvieran que adaptarse a la tecnología «sí o sí». La plataforma educativa, la comunicación a través del correo y los materiales multimedia han llegado para quedarse. «Todas las aulas cuentan con paneles digitales, nos hemos puesto al día» y se utilizan estos dispositivos en «gran medida» gracias también a que hay un «profesorado joven e implicado».

Unos docentes que se han volcado además en las actividades complementarias, las que se hacen fuera de la clase y tras el horario lectivo. El fútbol sala es uno de los puntos fuertes del Vega del Pirón. Las fotografías de los integrantes de los equipos, los resultados y los calendarios están plasmados en uno de sus pasillos junto a las rutas de los ocho autobuses que llegan allí cada día o las características de las hortalizas y frutos que los alumnos han ido plantando.

«En fútbol, el año pasado lo han ganado todo», indica Pajares. Puede parecer irrelevante para lo puramente académico, pero no lo es. «Ayuda mucho al buen ambiente en el centro, a que no haya conflictos y a que los chavales hagan piña», considera Pajares. Ese es otro de los aspectos que destaca el informe PISA: Castilla y León es también la autonomía con menos acoso escolar en sus aulas por detrás de La Rioja. «Aquí la convivencia se trabaja mucho», cuenta la responsable del Departamento de Orientación y Pedagogía Terapéutica, Elena González. «Si hay un buen clima, los resultados son buenos», defiende.

Este centro tiene «alumnos ayudantes», para hacer más fácil la llegada de aquellos estudiantes que pisan por primera vez el instituto; los «mediadores», para intervenir en los posibles conflictos y las tutorías entre iguales, una curiosa iniciativa en la que los chavales de 3º de la ESO ejercen de cicerones para los que se estrenan en el centro. «Cada uno tiene asignado su tutor y hacen actividades juntos», comenta. Por ejemplo, cada pareja dispone de su planta en el patio y cuidan de que salga adelante.

«Intentamos hacer mucho seguimiento de cómo van los chicos», explica la jefe de estudios y miembro del departamento de Matemáticas, Inmaculada Aguña. Una filosofía de acompañamiento cuyo objetivo es que nadie se quede rezagado y que contribuye a que la tasa de repetidores sea menor.

Desde Carbonero, los alumnos se desplazan a Segovia para poder asistir en otros centros a un programa autonómico de refuerzo dirigido a aquellos a los que determinadas asignaturas se les hacen un poco cuesta arriba. Fuera del horario lectivo y de forma voluntaria, se imparte en 3º de Primaria, en lectoescritura, y en 1º y en 4º de la ESO, en Matemáticas, Inglés y Lengua.

Doce nacionalidades conviven en este instituto segoviano. Uno de cada cinco de sus alumnos procede de otros países. La mayor parte de estos estudiantes son búlgaros, pero recientemente han llegado también de Gambia o Mali buscando un mejor porvenir en una zona que ofrece posibilidades gracias a sus empresas cárnicas.

«Están perfectamente integrados» y sus resultados son también «buenos, algunos ejemplares» porque sus familias están muy pendientes de su evolución. Un aspecto que reconoce también el informe de la OCDE: los alumnos inmigrantes de esta comunidad son de los que mejores calificaciones obtiene del país.

«Muy orgullosos» de la nota de Castilla y León en PISA se muestran Daniela y Pablo, dos de los estudiantes de 3º de la ESO del Vega del Pirón. Éste último cree que el carácter castellano y «el espíritu de trabajo y la cultura del esfuerzo» que han ido trasladando los abuelos a los nietos es la base de unos resultados autonómicos que ni ellos mismos esperaban tan altos. Ser de pueblo no les resta mérito, dice Daniela y también lo han destacado las evaluaciones.

«Somos menos, tenemos más atención y trabajamos igual que la ciudad», explica para defender que los estudiantes rurales contribuyen a que Castilla y León esté en la cima del panorama educativo.