Un docente salmantino en la élite mundial de la enseñanza

Seleccionado entre los 19.000 candidatos de 69 países, entre los que se elige a 500, Nacho Gago ha sido uno de los tres docentes españoles galardonados este año con un premio que tiene como objetivo identificar a los profesores que han demostrado excelencia en la enseñanza de diferentes materias, han demostrado una contribución destacada a los alumnos y han servido a la comunidad mediante la enseñanza, incluso fuera de las aulas formales.

No es el primer reconocimiento que recoge este docente salmantino que ya quedó quinto en los premios Educa Abanca y que atesora la Medalla al Mérito Profesional en Mediación 2023 por su trabajo en favor de la resolución de conflictos en las aulas en las que da clase en Valladolid.

En un tiempo como el actual, en que hay profesores que dejan la docencia 'quemados' y hastiados de la falta de reconocimiento social, Nacho Gago no ha arrojado la toalla y persigue que las cosas sean de otra manera en la enseñanza, empeñado «en el trabajo diario por intentar llegar a los alumnos, algo bastante complicado porque tienen demasiadas cosas en la cabeza», tiempos en los que «es difícil» hacerles ver que los conocimientos que aprenden son un equipaje valioso para su futuro.

Para este ingeniero químico que un día descubrió que su pasión era enseñar a otros y hoy imparte Matemáticas, Química y Tecnología a estudiantes del Santa Teresa de Jesús, mientras se preocupa por la convivencia entre las paredes del centro y fuera de ellas, porque ningún alumno se quede atrás y porque ningún otro sufra problemas como el acoso o la discriminación, alaba también la cultura del esfuerzo, de la que dice que «es muy importante» y una enseñanza que hay que transmitir a los niños. Afirma que «hoy en día, con tanta competencia, el que triunfa es el mejor preparado», sin dejar de lado otra premisa: «Siempre hay que partir de que todos los niños son válidos» y que llevan distintos ritmos de aprendizaje e intereses, un bagaje con el que «deben estudiar y hacer lo que les guste» de cara a su futuro.

A la vez que la exigencia, considera que «el refuerzo positivo es muy importante porque a un niño le puedes cambiar la vida simplemente con una charla de quince minutos en la que le digas tú eres válido, tú puedes y que confías en él». Y en edades complicadas como la adolescencia, esa es una de las claves para que no pierdan el norte: «En la edad adolescente funciona aún más ese refuerzo positivo. En el momento en que una palabra negativa entra en tu mente, te puede hundir y el alumno se cree que no vale nada y no es así».

Sus métodos de trabajo mezclan metodologías que se alejan de la tradicional clase magistral para adentrarse en el trabajo por proyectos y colaborativo, en el que el alumno aprenda a trabajar en equipo, y otras iniciativas que tienen que ver con el compromiso hacia los demás, como los proyectos de aprendizaje servicio en los que los chavales, a la vez que adquieren conocimientos, competencias y habilidades, realizan un servicio a la sociedad. De ahí nació la iniciativa desarrollada el curso pasado limpiando el entorno del río Pisuerga, un proyecto interdisciplinar e interetapa (involucraba a alumnos de Primaria y Secundaria) como lo será el que desarrollarán este año con la concejalía de Juventud centrado en la discapacidad. Harán un estudio previo de los distintos tipos de discapacidad y de los «puntos negros que existen en Valladolid» que suponen barreras para luego intentar que se eliminen.

Para Gago, no se trata de innovar por innovar o de que la tecnología reine sobre todo en la enseñanza «porque sabemos que las tecnologías distraen mucho a los alumnos, pero se trata de mezclar la enseñanza tradicional en lo que funciona y la tecnología, de buscar un punto intermedio» porque «muchos centros apostaron por innovar y están volviendo a la enseñanza más tradicional, ya que observan que los chavales se cansan de escribir», dice. «Está claro que las tablet, el ordenador y el móvil han llegado para quedarse, pero los niños tienen que saber escribir bien», también por los beneficios que tiene para su desarrollo, aunque las redes sociales y la sociedad actual empujen en sentido contrario.

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Todo ello presidido, también, por la formación continua del profesor, a su juicio, «muy necesaria» en medio de grandes retos como la Lomloe y los quebraderos de cabeza que les ha traído, o que se elimine el exceso de burocracia que les resta tiempo de lo importante, de la docencia. Ese compromiso con el trabajo le ha impedido este año ir a recoger su premio a la India, donde se celebraba la entrega. Pero ya piensa en organizarse para otro año (los premiados pueden asistir a la gala en cualquier edición) para conocer en varias semanas cómo es la educación en el país asiático.