Quién te ha visto y quién te ve: los políticos andaluces dos años después de las elecciones
El 2 de diciembre de 2018 los andaluces votaron el fin de 37 años de gobierno del PSOE: Moreno es un presidente sólido y Díaz una líder inestable
Stella Benot
La cita electoral que abrió la IX Legislatura en Andalucía será difícil de olvidar para muchos. Quedará escrita en la historia y se analizará en los manuales de estrategia política. Susana Díaz, presidenta regional, confiaba en el viento a favor y adelantó las elecciones tras ... una campaña en la que despreció a su principal rival político, Juanma Moreno, para centrar todas sus iras en Vox . El resultado de este planteamiento es conocido: Juanma Moreno es el presidente de la Junta y Vox entró en las instituciones por el Parlamento de Andalucía.
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Este 2 de diciembre se cumplen dos años de aquella fecha —aunque parecen muchos más por las especiales circunstancias— y muchas cosas han cambiado desde entonces. Empezando por la evolución política de los principales líderes de los partidos que concurrieron a aquella cita electoral. Una evolución que no es personal sino que evidencia cómo ha cambiado el panorama político andaluz.
Juanma Moreno
Pocos en el PP andaluz apostaban a que Moreno sería presidente de la Junta. Si alguna vez pensaron en ganar las elecciones, no fue hace dos años desde luego. Y mira que él insistía en privado en que le salían las cuentas con Ciudadanos y que, si sumaban, el cambio estaba hecho.
Así fue efectivamente —aunque la negociación tuvo que incluir a Vox para garantizar los votos en el Parlamento, un detalle que no es menor— y Moreno entró por las puertas de San Telmo el 18 de enero tras una toma de posesión en la que no pudo dejar de sonreír ni un momento. Desde entonces hasta ahora se ha consolidado como líder y está resultando mejor presidente de la Junta que jefe de la oposición.
Juanma Moreno ha sabido revestirse del cargo y ejercer el poder en la Junta desde la moderación que defiende como estilo personal de hacer política. Moderación que suma al diálogo y al consenso, ya que apuesta por llegar a acuerdos con todas las fuerzas políticas posibles, incluyendo a Adelante Andalucía. No tiene interés en presentarse como un barón alternativo a Pablo Casado —al menos por el momento— pero se siente tan seguro en la Junta que no tiene problemas en actuar por libre.
Su primer momento duro fue la crisis de la listeriosis, en agosto de 2019, cuando confiesa que sintió pánico por los andaluces que podían morir
Su baza principal era la economía. Apostó por un Gobierno con un importante perfil económico (Bravo, Rogelio Velasco y Rocío Blanco) porque quería doblar el pulso a la tasa de paro y crear empleo. «Andalucía tiene mucho talento y hay que aprovecharlo» es una de sus frases favoritas. Y empezó bien. Con datos positivos que lo empujaban al optimismo. Su primer momento duro fue la crisis de la listeriosis, en agosto de 2019, cuando confiesa que sintió pánico por los andaluces que podían morir. Quién hubiera pensado lo que vendría después.
Está gestionando la pandemia con relativa soltura sin perder nunca su tranquilidad y, hasta ahora, no ha cometido errores graves.
De su mano, el PP andaluz está pasando por un momento dulce ya que no hay nada más que evite las crisis que el poder. En la gestión orgánica está siguiendo (más o menos) el modelo de Chaves: el Gobierno para Bendodo, el Parlamento para José Antonio Nieto... y el partido para Loles López, aunque es verdad que ahí tiene una vía de agua porque Bendodo ocupa cada vez más espacios... también en lo orgánico.
Juan Marín
El líder de Ciudadanos en Andalucía supo llevarse bien con el Gobierno de Susana Díaz y ha sabido congeniar con Bendodo. La parte naranja de la Junta no ha generado ninguna crisis en la coalición —lo que no es fácil desde luego— que funciona como un único Gobierno.
Si tiene discrepancias, las debate y negocia en privado, poniendo la lealtad a Moreno como presidente por delante de otras cuitas.
Precisamente esa falta de visibilidad le ha acarreado no pocos problemas internos, ya que le critican que el PP haya «engullido» las políticas de Ciudadanos . Ahora tiene varios frentes abiertos. En el grupo parlamentario tiene un nutrido grupo de críticos, en Madrid, su amigo Albert Rivera (con quien hoy por cierto comparte desayuno en Málaga) ha abandonado la política y no comparte todas las posiciones de Inés Arrimadas.
Marín se ha adaptado hasta a las exigencias de Vox, que ya ni critica ni censura después de que evitase a toda costa firmar en el mismo papel que la formación de Abascal cuando se negoció todo hace dos años.
El vicepresidente eligió la cartera de Turismo porque es un destino político muy apetecido, sin problemas y muy agradecido. Pero sus previsiones se han ido al traste y ahora tiene a la principal industria andaluza con muchos problemas de viabilidad futura.
Susana Díaz
Es una de las líderes que más ha acusado el paso de estos dos años, que para ella parecen dos lustros. No queda ni rastro de esa presidenta que gobernaba con soltura la Junta y que tenía a toda Andalucía controlada desde el punto de vista político y de partido. La socialista ha tenido un durísimo paso a la oposición con una estrategia errática, sin objetivos claros y que, además no erosiona lo más mínimo al Gobierno andaluz. Tal vez porque poco puede criticar que no se le vuelva en contra.
La dirección del PSOE andaluz ha perdido influencia y poder
El primer año lo pasó totalmente fuera de onda por el impacto de la pérdida del Gobierno tras 37 años y por la dura sentencia del caso ERE que condenó a los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán. El problema es que no se ha podido recuperar del golpe y ahora se enfrenta a un tsunami interno. La dirección del PSOE andaluz ha perdido influencia y poder y los críticos con Susana Díaz, que empezaron siendo ese famoso 30% rebelde habitual entre los socialistas, son cada vez más numerosos, están por todas las provincias y ahora están en busca de un líder. Un dato revelador: Desde Madrid impulsan al diputado Felipe Sicilia.
Teresa Rodríguez
Y si Susana Díaz parece otra, la situación por la que está pasando Teresa Rodríguez podría calificarse de kafkiana. Su tandem con Antonio Maíllo parecía la salvación para una opción seria a la izquierda del PSOE. Pero la marcha del líder de IU dejó a Teresa Rodríguez huérfana y acusó el golpe. Emprendió una carrera contra Pablo Iglesias que la llevó a un divorcio amistoso hace un año.
Pero el tiempo ha demostrado que de amistoso tenía poco. Ahora, Teresa Rodríguez es una exlideresa: sin partido, sin grupo parlamentario y sin militantes ni inscritos. Por no tener, no tiene ni despacho en el Parlamento andaluz donde ha sido considerada tránsfuga y es diputada no adscrita, junto con otros diez compañeros que le son afines.
Ha anunciado una refundación de Adelante Andalucía envolviéndose en la bandera blanca y verde. Quedan dos años para las elecciones, habrá que ver si es capaz de lograrlo. Mientras tanto, la otra pata de Adelante, IU y Podemos, están centrados en recomponer en Andalucía la coalición Unidas Podemos que tienen en Madrid.
Alejandro Hernández
Vox también ha sufrido un cambio profundo. El que fue su candidato a la Presidencia de la Junta, Francisco Serrano , está citado a declarar el 8 de febrero ante los tribunales de justicia por una presunta estafa con una subvención que recibió del Ministerio de Industria para un proyecto empresarial . Tuvo que abandonar el Parlamento después de anunciar que dejaba Vox y era diputado no adscrito.
Alejandro Hernández se hizo con el poder en el grupo parlamentario y ha sido el encargado de negociar con el Gobierno andaluz su apoyo al Presupuesto 2021. La presión desde Madrid sigue siendo muy elevada y tanta dependencia ha generado muchas tensiones en And alucía por los graves desencuentros entre Santiago Abascal y Pablo Casado.
Su objetivo es ahora el mismo que hace dos años tenía Serrano: mostrar la influencia de Vox en el Gobierno andaluz. Pero a Hernández le han perdido las formas. Nunca en el Parlamento se había visto un espectáculo como el que protagonizó el 19 de noviembre: «¡A tomar por culo!» fue su frase que perdurará. Eso y el golpetazo al micrófono de su escaño.
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