Perfil: Susana Díaz, un cuarto de siglo en el aparato

Para conseguirlo, no ha dudado en reinventarse de nuevo cogiendo la carretera y recorriendo más de 300 pueblos de Andalucía con una campaña cercana, directa y en la que ha llamado a los militantes por su nombre. Hay que reconocer que siempre lo ha hecho. Tiene la habilidad de no olvidar nunca una cara y le gusta el contacto directo, que ha buscado a pesar de la pandemia. Es más. Ha logrado que una buena parte de los focos estén centrados en las camisetas con mensajes positivos —siempre en inglés, por cierto— y feministas. Se ha hablado mucho de las formas y poco del contenido de su propuesta para volver a ser candidata a la Junta .

Escuchando sus intervenciones en todos los actos que ha desplegado desde hace casi dos meses, parece que no haya sido ella quien ha perdido la Junta de Andalucía para el PSOE tras 37 años de gobiernos ininterrumpidos.

Está fuera de duda su tenacidad y su capacidad de trabajo, dos de los principales valores que la han llevado a controlar la federación socialista más importante de toda España. Porque Susana Díaz es la secretaria general del PSOE de Andalucía desde 2013, reelegida en 2017 en el último Congreso Regional.

Pero hay un detalle importante. Ese congreso se celebró antes de que Pedro Sánchez diese precisamente la voz a los militantes. Susana Díaz no tuvo oposición a la Secretaría General porque ningún rival pudo lograr siquiera los avales para intentarlo. Tampoco hubo votos de los militantes, esos a los que ahora apela, porque el sistema era por delegación de las agrupaciones que celebraban sus congresillos previamente. Había, pues, un férreo control del aparato.

Uno de los rasgos característicos del PSOE andaluz, y una de sus fortalezas electorales, ha sido la defensa de la Autonomía de Andalucía. Tras las enormes tensiones surgidas entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, ella ha dado un paso más. La lideresa quiere ahora un «PSOE autónomo» «con derecho a decidir» sin dependencias de Ferraz. ¿Defiende una suerte de PSC para Andalucía? No lo dice abiertamente y ha evitado conscientemente esa pregunta de la prensa.

No es la primera vez que Susana Díaz plantea este debate de manera taimada. En marzo de 2019 lo provocó también en una de sus múltiples tensiones con su secretario general. Tampoco llegó a nada. Y no deja de ser una mera amenaza puesto que el PSOE andaluz es una federación más dentro del partido, mientras que el PSC es un partido asociado, con un censo independiente y adherido con posterioridad. Susana Díaz lo sabe de más.

Porque las relaciones con Pedro Sánchez han marcado su inmediato pasado y marcarán su futuro . Quién se lo hubiera dicho cuando en julio de 2014, apostó por él frente a Eduardo Madina como secretario general. Tal vez fue ese su mayor error, según reconocen algunos de sus más cercanos colaboradores. Desde entonces, Susana Díaz ha estado en una montaña rusa a pesar del enorme poder orgánico que atesora porque es la jefa directa de los 46.374 militantes que tienen derecho a voto en estas primarias. Claro que, con tantos años de mando orgánico y de un férreo control interno, también se ha granjeado muchos enemigos.