Menores inmigrantes en Andalucía
Sharaf Bounaga, 20 años: «Remé diez horas en un kayak para llegar a Andalucía»
Al cumplir los 18 años no se quedó en la calle. Acabó en un piso de acogida de la fundación SAMU. Ahora mismo está arreglando sus papeles, algo a lo que le ayudará muchísimo el cambio de normativa
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Iniciar sesiónSharaf ayudaba a su padre, que era pescador, en una localidad de costa cercana a Marrakech. Pero murió. Entonces se quedó solo porque sus progenitores estaban separados y él no vivía con su madre. Con 17 años decidió que no tenía futuro ... en su país y empezó su camino para llegar a Andalucía.
De Marrakech llegó al norte de Marruecos y ahí intentó cruzar en patera. Pero al llegar a la playa donde debía embarcar, vio a «más de cien personas ». No lo vio claro. Decidió que no se iba a jugar la vida de esa forma. Pasaron tres días. Y, de alguna forma, creyó que era más seguro comprar un kayak para él y un amigo con el dinero que les quedaba después de pagar a la mafia y echarse al agua a remar.
«Yo tenía experiencia en el mar de cuando ayudaba a mi padre», cuenta de forma natural. Y explica que conoce a un chico marroquí que llegó a las playas de Andalucía nadando. ¿Nadando? «Sí, se puso un traje de neopreno , aletas de buceo y un tubo de esos para respirar y nadó», indica.
Sharaf recuerda que remó mucho. « Estuvimos diez horas, desde las once de la noche hasta las nueve de la mañana . Si los catorce kilómetros que hicieron a fuerza de brazos son peligrosos de día, solo hay que imaginar cómo puede ser de noche.
Con la embarcación llegaron a Tarifa. Tuvieron suerte porque, según cifras de la Fundación PorCausa en los últimos 30 años han muerto más de 7.000 inmigrantes ahogados en el Mediterráneo. En la playa, recuerda, había gente pero no se fijaron mucho porque echaron a correr. Tras tres días andando con su amigo, llegaron a un pueblo de Cádiz cuyo nombre no recuerda.
Una caminata para nada, porque les paró la Policía y les devolvió a Tarifa. «Yo pensaba que me llevaban a Marruecos otra vez», explica Sharaf. Pero no. Fue a un centro de acogida. El recorrido clásico que hacen todos los menores extranjeros. «De ahí pasé a otro donde había muchos marroquíes y de otros lados», recuerda.
Al cumplir los 18 años no se quedó en la calle. Acabó en un piso de acogida de la fundación SAMU. Ahora mismo está arreglando sus papeles, algo a lo que le ayudará muchísimo el cambio de normativa. Cuando lleguen los papeles, él quiere trabajar. Lo dice una y otra vez: «estoy de prácticas de cocinero en un bar, hago cocina española». Y presume de maña: «me sale bien todo», se ríe . «Ya he pasado de prácticas por dos bares y me gusta mucho», añade. Cocinar, desde luego, parece mucho más fácil que remar diez horas. seguidas en el Estrecho.
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