Un pico abrupto de polen de olivo certifica una intensa primavera para los alérgicos de Andalucía

Si se pone el foco en el ámbito rural los datos son aún más abrumadores. La también sevillana estación del Hospital del Tomillar -en Alcalá de Guadaíra- arroja un alza exponencial que va desde los 192 granos /m2 del pasado martes a los 2.938 registrados este viernes. Para entender mejor estas cifras hay que saber que el umbral a partir del cual un alérgico presenta síntomas es de 200 granos/m2, y que este nivel se ha multiplicado casi por 15 según el caso.

La explosión de polen de olivo no es una cuestión exclusiva de Sevilla, de ahí que sirva de preparación para lo que está por venir en otros puntos de la región. «En Córdoba y Jaén, los otros dos territorios con mayor presencia de este alérgeno por la superficie de los cultivos extensivos, el olivar suele polinizar dos semanas más tarde que el de Sevilla, que se adelanta por la localización y los vientos», explica Pilar Lara, especialista del Servicio de Alergias del Macarena.

En estos momentos, las estaciones aerobiológicas de estas dos provincias reflejan una concentración en aire baja o, a lo sumo, que empieza a ser moderada en el caso del hospital jiennense, pero lo cierto es por alguna cuestión no han actualizado sus informes más allá del 22 de abril, día prólogo del incremento sevillano.

Lara, que también es vocal de Andalucía Occidental de la Sociedad Andaluza de Alergología e Inmunología Clínica (Alergosur) prevé una temporada de alergias similar a la del pasado 2024, es decir, intensa.

En ese sentido, y al comparar con la primavera de 2024, se observa que el pico de olivo se dio en Sevilla el 14 de abril, con 1.829 y 1.801 granos por metro cuadrado de aire en los hospitales Macarena y Tomillar, respectivamente.

Según los últimos datos del centro sanitario de Alcalá de Guadaíra, los 2.938 granos recién recontados superan en mucho el valor del pasado año. Eso sí, aún quedan muy alejados de los holgados 5.000 granos / m2 que llegaron a registrarse en el mismo punto en abril de 2023. En Córdoba poco faltó para los 8.000 y en Jaén casi se alcanzan los 13.000.

«Dependerá de la meteorología. Ha llovido mucho y eso se ha reflejado en más vegetación, pero si de repente llega una ola de calor y seca los pólenes, decaerá la concentración», incide la alergóloga. Una subida de temperaturas menos drástica, en cambio, favorece su expansión.

También influyen los vientos y, como no, las precipitaciones. «Ya pasó con el plátano de sombra, que también hace unos picos muy abruptos en poco tiempo. Coincidió con las lluvias, que tiraron el polen al suelo, por lo que estuvo poco tiempo en la atmósfera». Su ciclo ya concluyó, al igual que el del ciprés, que se alargó hasta mediados de marzo con un aumento inicial en febrero.

Las gramíneas dependerán muy especialmente de esos vaivenes meteorológicos, dado el largo período de polinización que surgen de la gran cantidad de especies distintas de este alérgeno, con distintos ciclos y ritmos. «A finales de marzo y principio de abril ya empezaron a dar niveles reactivos -por encima de 50-, pero las concentraciones más elevadas se prevén para mayo y hasta comienzos de junio. Será un pico alto», concluye.