Álvaro, un pequeño montañero sobre ruedas en el pico más alto de Málaga

Lo más complicado para Álvaro fue el traqueteo de la ascensión. «Para mí lo más difícil era confiar en los que lo llevaban . El terreno era demasiado irregular y había mucha pendiente», comenta su madre. Un angosto camino que acabó con una sopa caliente de fideos, que le preparó su vecino Ángel, viendo las nubes desde aquel techo natural.

Para conseguirlo, una veintena de deportistas de los clubes Perianda y el Running Playas de Torre del Mar se implicaron para llevarlo en una silla de ruedas especial hasta la cima. Fue un dificultoso camino hasta los 2.066 metros de altitud por la vía de Alcaucín, una de las tres que llevan a la cota desde la que se puede ver La Axarquía en su máximo esplendor.

Lo hizo con su padre, Salvador Molina, como guía. «La próxima vez que le eche cemento», le pide Álvaro a su progenitor, que es albañil en el pueblo. Entre bromas dice que quiere seguir haciendo retos de estas características , pero no los va a hacer en la playa. Recuerda cuando se cayó de la silla y se hizo daño. Prefiere la montaña, a la playa dice que no vuelve.

En las cumbres ha conseguido un reto que parecía imposible, que anhelaba cada día cuando veía desde su pueblo La Moroma. Lo ha hecho gracias a que Roberto López y Belén Rochel consiguieron la silla adaptada que hacía falta para la escalada. Un monociclo tipo Joëlette, que puede conducirse por terreno con desnivel guiado por dos monitores .

Los deportistas fueron los que marcaron un ritmo que pasó factura a la madre de Álvaro y a su abuelo de 68 años, que tampoco quiso perderse la ilusión del niño por vivir esta aventura. En el reto también le acompañaron algunos de sus amigos , como Nuria o Isaac. Todos comieron en la cima antes de bajar, mientras preparaban el regreso hasta Periana.

Con todos los que fueron, Álvaro ha podido compartir su pasión por la naturaleza. «Le encanta ir al campo con su padre o al huerto a regar», explica su madre, que recuerda momentos del viaje, como cuando se cruzaron con aquellos caballos en pleno descenso. Aventura que el pequeño está deseando volver a repetir . «Los del club nos han dicho que cuando queramos sólo tenemos que avisarlos», recuerda la madre de Álvaro.