El mayor belén del mundo es andaluz
Recorremos la meca del belenismo en Mollina sin pasar de largo por las maravillas naturales y enclaves históricos y patrimoniales que encierra la comarca de la Vega antequerana
El Museo del Belén de Mollina es el más grande dedicado a esta tradición
Entre la sierra de la Camorra, la popular laguna de Fuente de Piedra y la villa de Antequera se encuentra Mollina. Es uno de los pueblos que salen al encuentro del viajero en la ruta entre Málaga y Sevilla y sería un rincón desconocido en ... el corazón de Andalucía si no fuera porque desde 2017 puede presumir de ser la meca del belenismo.
A sólo unos metros de la A-92, la Fundación de la familia Díaz-Caballero ha convertido lo que a simple vista parecen unas naves industriales en un joyero en el que se custodian más de 70 recreaciones del Nacimiento de Cristo. Una colección de figuras que supera las 2.000 piezas y que constituye el mayor museo del mundo de esta tradición, tan arraigada en España durante la Navidad como en el resto del Occidente cristiano.
Una imponente recreación del Arco de Constantino rodeada de centurias romanas es la antesala de un viaje por rincones que trascienden Andalucía. La elección de este monumento de la capital italiana no es baladí, pues fue el primer emperador de Roma quien autorizó el culto cristiano en la Antigüedad. Qué mejor puerta de acceso para adentrarse a un recorrido por la obra de los diferentes artistas y escuelas que han encumbrado la tradición a nivel nacional e internacional.
Una figura de San Francisco de Asís, patrón de los belenistas, da también la bienvenida en el vestíbulo por el que se accede a las siete salas expositivas en las que hay belenes para todos los gustos. El recorrido embelesa y es el escenario perfecto para que los aficionados a montar nacimientos en casa cojan ideas de cara a las fiestas y que los más pequeños se acerquen no solo al arte belenista, también a escenas pastoriles y oficios tradicionales con infinidad de decorados y ambientaciones diferentes.
Los 70 belenes del museo se distribuyen en dioramas, con pequeñas escenas realistas que pueden verse a través de una ventana y que cuentan con telones de fondo tan únicos como el mágico Torcal de Antequera. También las creaciones del artista Antonio Pigozzi sobresalen en un espacio de cúpulas diseñadas en exclusiva para este santuario de los belenes en el que se materializó la afición del matrimonio formado por Antonio Díaz y Ana Caballero.
Pero si hay algo que verdaderamente eriza el bello a los visitantes y les deja con la boca abierta son las recreaciones de gran formato que inundan las salas del museo, como el del belenista arcense Antonio Bernal, con 200 figuras; el del madrileño José Luis Mayo o un belén popular de 25 metros de largo que representa las ocho provincias andaluzas diseñado por Vicente Rodríguez del Puerto de Santa María.
La vecina Antequera y su popular iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, Ronda, el Patio de los Leones de la Alhambra o el Teatro Romano de Cartagena son algunos de los monumentos y enclaves que se recrean en los belenes, que también cruzan el charco para traer hasta Mollina una escena ambientada en las favelas de Río de Janeiro.
Si el municipio sevillano de Estepa está considerado el pueblo andaluz más dulce durante estas fechas, Antequera bien podría ocupar el segundo puesto
La Huida hacia Belén, la Anunciación, la Adoración de los Pastores o la llegada de los Reyes Magos son algunos de los pasajes, que a la vez navegan por distintas épocas y estilos, pero siempre con el Nacimiento del Niño Jesús en un lugar protagonista dentro del discurso del museo, que sobresale como el principal atractivo a descubrir en Navidad en la zona norte de la provincia, pero ni mucho menos el único.
Si el municipio sevillano de Estepa está considerado el pueblo andaluz más dulce durante estas fechas, Antequera bien podría ocupar el segundo puesto. En una escapada a la villa monumental cobijada a los pies del Torcal, conviene reservar algunos instantes para sucumbir a la tentación de sus mantecados y polvorones y llevarse a casa un buen surtido de dulces elaborados por casas como La Perla, el Convento de Antequera, Sancho Melero o la Antequerana.
Puede ser el broche de oro a un paseo por una ciudad en cuyas calles merece la pena detenerse para contemplar la belleza de sus plazas y edificios, que transportan en el tiempo y emanan la rica historia de Antequera, cuya fundación está ligada a la aparición del municipio romano de Anticaria, aun cuando su entorno, como veremos a lo largo de este reportaje, ya fue elegido por el hombre prehistórico para legar al Patrimonio Mundial uno de los mejores ejemplos de megalitos del periodo Neolítico y la Edad del Cobre.
Alcazaba
En la ruta mágica y patrimonial por los castillos de Málaga, la villa ocupa un lugar privilegiado gracias a su imponente Alcazaba, desde cuyas torres y almenas se puede contemplar la inmensidad de la vega. Declarada Monumento Nacional, posee murallas que datan de la primera mitad del siglo XIV y para su construcción se utilizaron materiales de la época romana. Al castillo, probablemente el mejor vestigio del paso de los musulmanes por la villa, se lo conoce también como fortaleza de Papabellotas y su grandeza no es casual. La ciudad de Antequera se convirtió en una plaza estratégica para defender al sultanato granadino tras la conquista de Sevilla por parte del rey Fernando III en 1248.
De todas sus torres, la más importante es la del Homenaje, que destaca además por ser una de las mayores de Andalucía de época musulmana. A finales del siglo XVI se construyó sobre ella un templete campanario en piedra y ladrillo de estilo manierista bajo el que se cobija la campana mayor de la ciudad. Es probable que sea la mejor atalaya desde la que contemplar la casi hipnótica silueta que dibuja la Peña de los Enamorados, que obliga a todo el que la contempla a girar la cabeza para advertir el rostro humano al que ha dado forma su roca caliza.
Un lugar de leyenda donde, según la tradición, pusieron fin a sus días dos amantes perseguidos por la sombra de sus orígenes. Cuenta el relato popular que un joven cristiano fue apresado en los dominios de Granada durante la época medieval. Fue enviado a servir en la casa de una rica familia mora y allí se quedó prendado de la hija, quien le correspondió con su amor. Obligados a mantener su idilio en secreto, los amantes solo podían verse a escondidas y, cansados de ocultar sus sentimientos, emprendieron la huida hasta que se vieron acorralados por el séquito del padre de ella en esta peña. Para evitar entregarse, los jóvenes prefirieron poner fin a sus vidas y se arrojaron abrazados al vacío abrazados desde su cima.
Real Colegiata
Cierto o no, la bucólica estampa que los últimos rayos del atardecer dejan al proyectarse sobre el peñón bien podían haber inspirado al cuentista de turno a dar pie a la leyenda. Pero de vuelta a la realidad, conviene no pasar de largo por otros enclaves del casco histórico antequerano, que salpicado de conventos e iglesias tiene en la Real Colegiata Santa María la Mayor su bien más preciado en términos arquitectónicos. Enclavada entre la fortaleza árabe y las termas romanas de Santa María, la importancia de este templo es capital, teniendo en cuenta su modernidad pese a la fecha en la que fue construido, entre 1514 y 1550.
Real Colegiata de Santa María la Mayor
Declarada Monumento Nacional, es considerada como la primera iglesia realizada con sentido renacentista en toda Andalucía, con la intervención, entre otros, de los maestros Pedro López y Diego de Vergara. A su fachada exterior, para la que se emplearon sillares procedentes de la antigua ciudad romana de Singilia Barba, se une interior que destaca por la variedad de elementos constructivos. Desde imponentes columnas de estilo jónico a arcos de medio punto decorados con perlas al estilo gótico de los Reyes Católicos. Son el sostén de la bóveda gótico-mudéjar que cubre la capilla Mayor y el resto de estancias, como la Nave de la Epístola que acoge la capilla del Sagrario con una decoración cercana al manierismo.
El Torcal
Espacios únicos en el mundo es lo que ofrece esta comarca, que uno no puede abandonar sin antes dejarse embaucar por las formas imposibles que la naturaleza y miles de años de erosión han labrado en el paraje del Torcal, uno de los atractivos más importantes del interior de la provincia. A solo 12 kilómetros de Antequera se eleva esta sierra caliza que constituye el ejemplo más destacado de formación kárstica de toda Europa y regala una panorámica de 360 grados desde la vista alcanza la Costa del Sol, la Sierra de Tejeda y Sierra Nevada y, por supuesto, toda la vega.
A sus esculturas naturales con rocas de más de 150 millones de años, se suma un desconocido sistema endokárstico característico con más de 1.000 simas y cuevas formadas tras el proceso de disolución de las calizas durante siglos. Algunas de estas cavidades como las de la Cuerda, la de Marinaleda o la sima del Hoyo corroboran la presencia humana en el Torcal ocho milenios a.C.
Torcal de Antequera
Precisamente este enclave es uno de los elementos terrestres, junto con la Peña de los Enamorados, hacia el que están orientados el tholos de Menga y dólmen El Romeral, que con el de Viera conforman el Sitio de los Dólmenes. Todo el conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2016 y la necrópolis prehistórica cuenta desde hace poco con un reluciente museo con muestras y exposiciones que ayudan a entender cada uno de los monumentos que conforman el Sitio.
Pero estas estructuras megalíticas, con fines rituales y funerarios, compiten en belleza con otro rincón singular que se extiende a pocos kilómetros: la Laguna de Fuente de Piedra, reserva natural y santuario del flamenco rosa en sus travesías migratorias, donde a pesar de la escasez de lluvia nacieron esta primavera más de 3.700 crías con pasaporte malagueño. Un lugar en el que conectar con la naturaleza que pondrá la guinda a una dulce escapada por la comarca.
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