Violencia Machista
El asesino de Benalmádena tenía depresión y dos armas de caza a su nombre
En el sistema de protección de víctimas no constan antecedentes por violencia de género ni al agresor ni a su víctima
Dos cadáveres y tres huérfanos: el trágico balance del asesinato machista de Benalmádena
Salida de uno de los cadáveres del piso
El asesino machista de Benalmádena tenía depresión. Estaba en tratamiento desde hacía tiempo. Las compañera de Paqui, su esposa, a la que mató este pasado martes por la tarde, recuerdan a la mujer cambiando días en el trabajo para poder acompañarlo al médico. La enfermedad ... no le inhabilitó para tener armas. En casa guardaba tres, pero sólo tenía dos a su nombre. En su registro constan dos escopetas. Por un lado, una Beretta y, por el otro, una FN Gaspar Arizaga, que es con la que disparó tres veces a su esposa.
Este pasado martes, Paqui había ido a trabajar después de unos días de descanso al hotel Sunset Beach, a pocos metros de su domicilio. Era un día en el que se mostró ilusionada porque iba a abandonar el piso donde murió por otra residencia. Iba a ir a ver la nueva casa. «Ahí los pisos son muy caros», recuerda una compañera de trabajo sobre la zona frente al paseo marítimo de Torrequebrada donde sucedió el crimen. Estuvo alegre mientras arreglaba habitaciones en la planta 14 del resort, hasta que acabó su jornada laboral.
Luego se fue a casa, dónde comió con su marido y, al menos, uno de sus hijos, el menor. Un joven de 17 años que, tras el almuerzo, se marchó de casa. Paqui se quedó allí. Terminó de recoger y se sentó en el sofá. En un momento de esa siesta, apareció su marido en el salón, Armado con la escopeta y disparó tres veces. Dos la alcanzaron en el pecho y una en el abdomen. Murió allí mismo.
El asesino se volteó, se marchó a la habitación con la escopeta cargada y acabó su propósito. Según fuentes consultadas, aunque en un principio se informó de que se disparó en la cabeza, en realidad se apoyó sobre la escopeta y tiró del gatillo para que el cartucho el impactara en el abdomen. Allí murió después de haber matado a la su esposa. No constan antecedentes por violencia de género, ni denuncias contra el agresor ni registro de víctima de Paqui en el sistema de protección.
A las 17.00 horas, el hijo menor de la pareja llegó a la vivienda en el edificio Albatros, donde se había criado con sus dos hermanos, donde los vecinos recuerdan a los tres hijos de Paqui desde que eran pequeños. «Casi desde que nacieron», recuerda una cajera del supermercado que ocupa toda la planta baja del edificio, que también señala que «son muy buenos niños».
Tres hijos
Al entrar, el menor vio a su madre y gritó. Entró en pánico. Comenzó a pedir auxilio y fue en la clínica dental del piso de al lado donde halló el socorro. Ellos fueron los que llamaron a Emergencias. A los pocos minutos, varias dotaciones de la Policía Nacional y dos ambulancias acudieron al lugar de los hechos. Sólo pudieron confirmar la muerte de una mujer de 52 años y un hombre de unos 60 años.
Las vecinas lloraban desconsoladas mientras la funeraria sacaba los cuerpos por aquella puerta de cristal del portal del edificio. La Policía pedía no grabar a los hijos de los dos fallecidos, mientras los representantes del Consistorio trataban de negar que fuera un crimen machista, amparados en los problemas de salud mental de asesino.
Eran horas inciertas, donde en su lugar de trabajo no sabían que la víctima era Paqui, pese a haber sido asesinada unos cien metros de ese mismo hotel. «Nos hemos enterado esta mañana. Es muy duro», señala a ABC Román de Benito, uno de los mánager del hotel tras el minuto de silencio, donde sus compañeras han reseñado que siempre la llevarán en el corazón.
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