PERFIL
Jesús Aguirre, un médico rural para pastorear a sus señorías en el Parlamento andaluz
El consejero más campechano del Gobierno autonómico ha salido a flote en todas las crisis, desde la listeriosis a la 'plaga' del Covid
Sevilla
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Iniciar sesiónCuando Jesús Aguirre Muñoz (Córdoba, 1955) recibió la llamada del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (PP), para ofrecerle la Consejería de Salud y Familias no se lo pensó dos veces. A este «médico de pueblo», como le gusta ... describirse, no le pesó nada deshacer las maletas que tenía preparadas para viajar a Mallorca con su mujer, aunque él no era la primera opción en la terna de consejeros que elaboró el jefe del nuevo 'Gobierno del cambio'. Aguirre no iba a dejar escapar ese tren en enero de 2019. Gestionar la sanidad pública andaluza, con un presupuesto superior a los 10.300 millones de euros, representaba una oferta demasiado tentadora para un tipo inquieto y combativo que se había fogueado en la lucha sindical (fundó del Sindicato Médico en Córdoba) y profesional como presidente del Colegio de Médicos en esta provincia (2000-2006) y luego vicepresidente de la Organización Médica Colegial.
Tanta desenvoltura hizo que el PP local se fijara en él para incluirlo en su candidatura al Senado y que el entonces presidente del PP, Javier Arenas, le propusiera presidir la comisión de Sanidad en la Cámara Alta. El dirigente popular le dio diez minutos para contestar, pero a Aguirre, que a espontáneo no le gana nadie, le sobraron nueve.
Por eso a nadie sorprende que cuando los periodistas le preguntaron hace una semana si estaba dispuesto a repetir, él contestó con el estribillo de la canción de 'Los Panchos': «Si él [Moreno] me dice ven, lo dejo todo». Así que Aguirre se ha lanzado de cabeza a la Presidencia del Parlamento andaluz, un premio para quien soñaba con retirarse con su mujer, médica como él, a El Rompido, Huelva, tras su jubilación. Las sucesivas crisis sanitarias con las que ha tenido que lidiar desde que se hizo cargo de la consejería le han hecho preguntarse varias veces «para qué me meto yo en estos fregaos».
De la intoxicación masiva por listeriosis que lo puso contra las cuerdas, pasó, casi sin solución de continuidad, a pilotar una pandemia de proporciones inéditas, causada por el coronavirus, por la que tuvo que aguantar críticas por la falta de material de protección en sus inicios y que le hizo llorar muchas veces al dar el pésame a los familiares de los sanitarios fallecidos.
En medio, se cruzó el virus del Nilo y después el del mono. De las siete plagas bíblicas, suele bromear con que al menos ya ha vivido tres o cuatro. A despecho de las mareas y tempestades sanitarias, Aguirre ha salido a flote en todas ellas, insumergible como un tapón de corcho.
De los «culillos» al fin de la subasta de fármacos
Su lenguaje coloquial y campechano le ha hecho pisar algún que otro charco y lo ha convertido en carne de 'memes' desde su toma de posesión, cuando juró por error guardar el secreto de las deliberaciones del «Consejo de Ministros» en vez del Consejo de Gobierno.
Fue la primera de un sinfín de frases que se han hecho virales en redes y televisiones, como cuando calificó de «bolondrón» a la larga lista de espera que se encontró en el SAS o su idea de aprovechar los famosos «culillos», es decir, rebañar los restos que quedaba en los viales para sacar una dosis extra de la vacuna anti Covid. Más allá de las anécdotas, también finiquitó las espinosas subastas de medicamentos, elevó las retribuciones de los sanitarios –nunca ha habido tantos contratados en el SAS– y recuperado equipamientos en ruinas como el Hospital Militar de Sevilla tras 17 años de abandono en la etapa del PSOE.
Entre los deberes que tendrá que resolver su sustituto/a está la escasez de médicos de familia, especialmente en las zonas rurales de difícil cobertura, ante el raquitismo de las plazas de residentes MIR. Fue en un pueblo donde Aguirre empezó a vestir la bata blanca de doctor y donde también tenía que hacer las veces de psicólogo o, si se terciaba, de detective mirando directamente a los ojos a sus pacientes para hacer su diagnóstico. Ojo clínico no le va a faltar al nuevo 'árbitro' del Parlamento. Espontaneidad, tampoco.
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