FAUNA
Los linces hacen de un cementerio de Jaén su casa
Espeluy ha vivido toda una revolución desde que una madre lince y sus crías decidieran hacer del cementerio del pueblo su lugar de descanso
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Jaén
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Iniciar sesiónHace pocos años, cada lince de la península ibérica tenía nombre propio, igual que a los huracanes o tifones se les asignaba una denominación elegida por orden alfabético. Era una forma de humanizar a una especie que estaba siendo objeto de una intervención muy urgente ... y necesaria para su recuperación. Los nombres de Brisa, Brecina y Brezo, las primeras crías nacidas en cautividad, dieron la vuelta al mundo pero fueron solo los primeros de una larga lista.
Hoy día, esa estrategia es inviable: aquella especie en peligro de extinción, de la que solo quedaban poco más de 90 ejemplares en el año 2000, ha pasado de ser clasificada como «en peligro de extinción» a «vulnerable» por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Actualmente, hay 2.400 ejemplares en España, de los cuales unos 500 se encuentran en Jaén.
Desde las alturas de Sierra Morena, donde en sus inicios el lince se refugiaba, hoy sus ejemplares se reparten por las dehesas y llanuras limítrofes de toda la provincia de Jaén. Fe de ello dan los vecinos de Espeluy, un municipio situado en la zona de la Campiña, a 24 kilómetros de Andújar, cuna de la recuperación del lince en sus primeros pasos.
En los últimos días, el pueblo ha vivido toda una revolución desde que una madre lince y sus crías decidieran hacer del cementerio su lugar de descanso. Una vecina, que visita habitualmente el lugar, se los encontró paseando sin prisa por el camposanto: las crías jugueteaban y la madre, a la cabeza del grupo, bebía agua. La mujer logró grabar la escena, que se ha convertido en todo un acontecimiento en el pueblo, llevando a muchos vecinos a apostarse en los alrededores para no perderse la curiosa imagen de los linces entre lápidas y nichos.
El cementerio de Espeluy se encuentra en una extensa dehesa de encinares que ocupa el 5% del término municipal. Es uno de los reductos de bosque mediterráneo que sobreviven en medio del inmenso monocultivo del olivar. Se trata de una zona cercada, donde la población de conejos roza casi la plaga, lo que la convierte en un hábitat perfecto para el lince ibérico. La falta de lluvias en la zona durante los últimos meses apunta a ser la causa de que esta familia felina se adentrara en el cementerio en busca de agua, que, efectivamente, encontró.
La novedad para los espeluseños no radicaba tanto en el animal como en el lugar por el que se paseaba. El alcalde de la localidad, Sebastián Lijarcio, explicaba a ABC que desde hace dos años comenzaron a producirse numerosos avistamientos de linces en los alrededores del pueblo con relativa frecuencia, y que hoy su presencia es cada vez más habitual. De hecho, la familia felina ha vuelto a ser captada por las cámaras de los móviles de otro vecino este pasado jueves. En el vídeo se aprecia a las crías jugando entre las piezas apiladas de la fábrica de traviesas de tren, situada a las afueras del pueblo, con total tranquilidad y despreocupación, una muestra de que el lince se siente protegido y seguro.
Por este motivo, y tras el atropello de dos crías el pasado año, el ayuntamiento de Espeluy hizo instalar en la carretera que conduce al cementerio un radar de velocidad de los llamados «pedagógicos», que indican la velocidad del vehículo y alertan en caso de exceso. Es una de las formas que ha encontrado este municipio para cuidar a sus nuevos vecinos que, aunque poderosos y salvajes, siguen necesitando ser protegidos. En este sentido, su alcalde reclama a las administraciones la señalización de la zona que avise de la presencia de este animal que está presente también por los olivares y campos de la zona.
Precisamente, junto a la hazaña que ha supuesto recuperar una especie al borde de la extinción en solo 25 años, otro de los logros que apuntalan este éxito es haber conseguido su aceptación social. Considerado en sus inicios como una amenaza por agricultores y ganaderos, hoy se ha transformado en una seña de orgullo para el municipio elegido por el lince ibérico. Espeluy es un ejemplo: la llegada de esta madre y sus crías ha sido acogida como un «regalo de la naturaleza» que, durante unos días, ha centrado toda la atención dentro y fuera de este pequeño municipio de menos de 500 habitantes.
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