El fallo de las pulseras permitió a agresores acercarse a sus víctimas en Granada y Málaga
Un hombre con cinco quebrantamientos de orden de alejamiento manipuló el brazalete y se acercó a la mujer sin que dispositivo detectara el peligro
La Guardia Civil alertó de que las mujeres se quitaban las pulseras porque no les protegían y que había hombres que se las ponían a un animal
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Andalucía cuenta con 1.700 pulseras 'antimaltrato' como las que han fallado
Sevilla
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Iniciar sesiónA medida que se van conociendo datos del fallo de los dispositivos telemáticos, las llamadas pulseras que tenían los maltratadores, se conoce el riesgo que corrieron muchas mujeres que eran víctimas de malos tratos y la vulnerabilidad a la que estaban sometidas por esos fallos.
En Andalucía hay actualmente unas 1.700 pulseras, que supone un 36 por ciento que todas la que hay instaladas en España. Y fue precisamente en esta comunidad donde saltó la alarma por el mal funcionamiento de aquellos dispositivos telemáticos. Unos fallos que provocaron que maltratadores se acercaran peligrosamente a sus víctimas originando complicadas situaciones que pudieron acabar en tragedia.
ABC ha tenido acceso al acta de la Comisión Provincial de Coordinación Contra la Violencia de Género celebrada en Granada en febrero de 2025 en el que se denunció un grave caso que provocó que un agresor llegara hasta el domicilio de su víctima.
Según la denuncia que fue formulada por la Guardia Civil, se produjo un caso especialmente relevante en Padul con un hombre que estaba siendo investigado por agresiones y que logró desplazarse «al domicilio de la víctima» y fue captado incluso por las cámaras de tráfico de la localidad durante distintos días. Eso ocurrió pese a que el hombre tenía impuesta la prohibición de residir y acudir a dicho municipio. Pudo hacerlo sin que el centro de control Cometa recibiera ninguna alarma por la entrada del hombre en la zona que le estaba vedada.
Manipuló el brazalete
El caso es más sangrante porque la mujer había presentado con anterioridad cinco denuncias por quebrantamiento de la orden de protección. Sin embargo, de la investigación de los hechos hay pruebas de que el agresor manipuló el brazalete para aproximarse al domicilio de la víctima sin que el dispositivo detectara la entrada en la zona de exclusión. De hecho el informe de ese brazalete hacía constar que el maltratador se encontraba a 80 kilómetros de la víctima, pese a que no era así.
En su exposición desde la Guardia Civil se insistía en que existe un número de víctimas que «se sienten desprotegidas» y que han comunicado «de manera reiterada y manifiesta el perjuicio que le está suponiendo la asignación de dicho dispositivo. Incluso, según recalcaban desde la Benemérita, hubo víctimas que se plantearon renunciar a la medida de protección llegando alguna a entregar el dispositivo en sede judicial. De hecho, la propia víctima de Padul llegó a decir que «prefería no tener el dispositivo» porque iba a «favorecer» al agresor.
La gravedad de esa denuncia, realizada en febrero de 2024, provocó que la Guardia Civil tuviera que dar especial protección a la mujer ya que tenían sospechas de que el agresor continuaba «manipulando» el dispositivo.
No fue el único caso que se puso sobre la mesa en esa reunión. En la misma la magistrada del juzgado de Violencia sobre la Mujer 2 de Granada puso de manifiesto que el control de dispositivos «falla» y crea «una situación de ansiedad e inseguridad» en las víctimas y hablaba de que los problemas se estaban produciendo en «multitud de causas penales».
Al menos dos juezas de Granada remitieron un escrito al presidente de la Audiencia para «poner de relieve» las principales disfunciones y errores que se estaban produciendo. Incluso desde el Ayuntamiento de Granada se pidió que se auditasen los nuevos dispositivos porque, desde que se cambió la empresa, estaban «funcionando mucho peor» y apuntando a que esos aparatos tenían «lagunas de seguridad».
Además se apuntaba que esos dispositivos eran fáciles de quitar e incluso que se podían escapar del mecanismo de control «poniéndole la pulsera a un animal».
Las quejas de Granada no fueron las únicas. ABC ha tenido acceso a otras, formuladas por magistrados de Málaga, Marbella y Estepona por el mal funcionamiento de las pulseras. Porque el agresor aparecía en la zona de exclusión cuando no era así o porque se tardaba en colocarlas. Unos fallos que, según los propios jueces, estaban provocando una «revictimización de la víctima». Un peligro.
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