La Virgen de Araceli brilla en un diluvio de pétalos y cohetes

Ofició la misa, por segunda vez en apenas dos semanas, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández. Ante los devotos que llenaban las naves de la parroquia de San Mateo, el prelado cordobés destacó el papel de María como madre. Incidió en que en la efeméride del LXXV Aniversario de la Coronación de la Virgen «todos los lucentinos quieren regalarle a la Virgen» y «el obispo de Córdoba la declara Patrona del Campo Andaluz, que es algo que espero compartir con los obispos del Sur porque queremos que sea el regalo de todos los Obispos a Nuestra Madre».

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José María García

La función religiosa oficiada por los obispos de Córdoba, Sevilla y Burgos y una procesión extraordinaria pusieron ayer brillante colofón a los 75 años de la coronación de la patrona del campo andaluz

El oficio religioso contó con la participación de la Coral Lucentina y la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Profesional 'Maestro Chicano Muñoz', que interpretaron los acordes de la Misa del Campo Andaluz, compuesta por Antonio Villa Álvarez de Sotomayor.

A la finalización de la eucaristía, el alcalde de Lucena, Juan Pérez, hacía entrega de la llave de la ciudad de Lucena a la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, dando cumplimiento a la decisión refrendada esta misma semana por el Pleno municipal.

Los actos continuaron por la tarde. A las ocho se abrieron las puertas de San Mateo para dar salida a la comitiva procesional. En esta ocasión, la imagen fue portada por la cuadrilla de santeros que mandó como manijero José María Torres Chicano.

Con los ecos aún vivos del repiqueteo de las campanas en la torre de la parroquia, sonaban los fandangos de Lucena ante el trono de la Virgen de Araceli y unas parejas bailaban ataviadas con el traje tradicional de lucentina ante el trono de la Patrona, en una de las novedades que incorporó el desfile procesional con motivo del 75 Aniversario de la Coronación Canónica de María Santísima de Araceli.

Un diluvio de pétalos de flores cayeron sobre el pesado paso de palio de la virgen desde ventanas y balcones. Completaron el cortejo representantes de las distintas cofradías lucentinas, la Corporación municipal bajo mazas; representantes de la Policía Local, Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía o miembros del Colegio de Abogados. A ellos se unían un sinfín de fieles y promesas, alumbrando con sus velas y haciendo interminable la comitiva procesional.

Antes de entrar en el templo, se apagaban las luces de la Plaza Nueva. La virgen se aproximó a San Mateo cuando miles de cohetes comenzaron a iluminar el cielo lucentino en una magnífica sinfonía de pólvora, humo, color y música. Fueron unos treinta minutos de espectacular fuego y música aracelitana.