TOROS
Tapabocas: el tesoro 'minero' de La Quinta indultado en Bilbao
ABC recorre la ganadería cordobesa donde el astado pasta y se recupera junto a becerros y vacas tras su indulto histórico
Borja Jiménez y La Quinta hacen historia con el primer indulto en Bilbao
Córdoba
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEl hito de Tapabocas no fue una casualidad. Vivir un hecho histórico perdurable hacia el infinito resulta algo poco probable en los tiempos donde lo efímero es lo común ante la extinción de lo que siempre se presuponía como eterno. La sociedad taurina también ... consume en fugaz, a golpe de 'stories' de móvil sin consolidar en retentiva lo que el tiempo nunca podrá borrar.
Por suerte, en ocasiones puede suceder que los presentes en el escenario de los lances indefinidos tengan la fortuna de presenciar algo indestructible. Sucedió el veinte de agosto en Bilbao. Por primera vez en la historia de su ciclo, una de esos lugares considerados como cima del toreo, Vista Alegre, un matador de toros consiguió indultar a un toro. Borja Jiménez y Tapabocas (La Quinta) entraron en el chiquero de la historia que continúa escribiéndose.
«Roca Rey me dijo lo del purito con guasa y me sentó peor»
Alberto García ReyesEl maestro de La Puebla del Río habla sin tapujos sobre el peruano: «No está bien que Roca Rey diga que no quería torear conmigo en Santander»
Álvaro Martínez-Conradi sube a su hijo de once años en una 'pickup' blanca antes de desplazarse a la cerca para ver la evolución de un futuro semanal. Junto a la comarca de Hornachuelos y al término municipal de Palma del Río, la tarde es ventosa, con sol de copa y muy seca. Atrás quedan días abrasadores donde los caballos no podían ni dormir al descubierto.
El ganadero, hijo de Álvaro y hermano de Pepe, es un tipo discreto que atenúa su discurso conforme explica. Es un tipo vivo, de mirada alegre y noblota. También es atento y se le presupone un cierto inconformismo si uno comprende la exigencia que se autoimpone conforme gesta objetivos en su cabeza. Porque en la casa ganadera que ahora codirige existe una consigna no escrita que emana del fondo.
Doble indulto
En la finca Fuen la Higuera, en 1924, se levantó un cortijo alrededor de un lugar donde los árabes extraían minerales. Quizá de aquel pretérito este presente. El propio término comarcal alude en el idioma de esos ocupantes peninsulares a algo que se extraía desde debajo de la tierra y que obligaba a hacer hoyos. Es en ese mismo territorio Álvaro atiende a este periódico para recorrer un segmento de las mil doscientas hectáreas que la ganadería La Quinta dedica al toro bravo.
Este hierro, fundado a finales de los ochenta con astados de Joaquín Buendía y de encaste Santa Coloma, es a día de hoy uno de los principales alicientes del toreo. Un verdadero reclamo en la fiesta nacional. Si se asume como hito el hecho de poder incorporar a su legado el indulto de un toro en Bilbao, el primero en ese escenario y el segundo en la historia del País Vasco (el primero fue un Victorino en San Sebastián hace dos décadas), aún resulta más relevante concretar que en lo que va de temporada ya son dos los toros de La Quinta los que han sido devueltos con vida a los corrales.
«Es curioso que este año hayamos tenido esta circunstancia por partida doble», concreta el ganadero en alusión al toro al que se le perdonó la vida el pasado marzo tras una faena de Antonio Ferrera en Castellón. También fue la primera vez que ocurría en ese coso. Preguntado por ello traslada que «obviamente no es algo muy común, pero venimos trabajando años atrás para que esto pudiera suceder y es lo que ha ocurrido».
No es una casualidad que sendos hechos sean fruto de la adecuación astral o se constaten como dos caprichos del destino. Cuando uno se sumerge en el corazón de esta finca, cuando reflexiona sobre lo que ahí acontece, emerge una evidencia clara del porqué de estos acontecimientos.
En su discreción, Álvaro evita fotos propias porque considera que «el éxito está en el toro, yo no tengo que salir en ningún sitio porque cuando ves al animal entiendes de lo que hablo». El recorrido por las cercas en coche se digiere con expectación hasta que el vehículo se incorpora y alcanza en el último tramo de manga donde se recupera Tapabocas.
«No es algo muy común, pero venimos trabajando años atrás para que esto pudiera suceder y es lo que ha ocurrido»
Álvaro Martínez-Conradi
«Lo hemos metido aquí junto a becerros y vacas, para que vaya reponiendo. Desde que lo trasladamos, estos días, le hemos enfundado los pitones. Venimos a verle todos los días y a día de hoy estamos muy contentos de su evolución. Con las curas pertinentes, parece que se va recuperando poco a poco. Creemos que va ser un gran semental».
Tapabocas fija la mirada en el vehículo como si supiera de sobra quién conduce. En apariencia es un toro imponente que se asoma sobre la loma tras alzarse de una vaguada de pasto seco. El animal, con las defensas en los cuernos cubiertas, fija su atención en el discurso sonoro del todoterreno. Transita junto a una encina descubriendo un fondo donde se fija el cortijo. Es imponente.
Pese al breve transcurrir de los días, la res ha remontado sus heridas conservando cierta inflamación en uno de sus costados, para constatar que se trata de un toro devuelto a su entorno tras encumbrarse en uno de los cosos más importantes del planeta. Tapabocas es un animal de pelaje divino, bragado, jirón y calcetero. Este cárdeno caribeño, regala un paso sólido que se encumbra cuando afina sus apéndices en perpendicular. La estampa engrandece a este sólido animal. Pocos saben lo que acuna en su legado propio.
La historia de Tapabocas
Tapabocas es un toro que alberga una de esas historias que se da pocas veces en las ganaderías. El ganadero significa que a los pocos días del destete su madre (con su mismo nombre, como es tradición), fallece.
«El toro fue saliendo hacia adelante solo. Le teníamos entre algodones. Tuvimos una pena muy grande, porque fue la única cría que nos dejó la vaca. En ciertos momentos dudamos para tentarlo para semental. Le teníamos mucho cariño. A los dos años, cuando los trasladamos a otra finca, donde se crían prácticamente asalvajados, porque es un lugar con mucho monte y en un entorno muy natural, lo vi un día de lejos. Sentí algo. Cuando llegué a casa le dije a mi hermano y a mi padre que había visto a un número 26 que es un espectáculo. Es un toro que me encanta de hechuras... Las circunstancias hicieron que no lo presentaremos para semental. Y este año, pues fíjate en qué ha acabado. Es una historia de superación la suya y confiamos mucho en él».
El ganadero, que dosifica sus matices verbales para no evidenciar euforia, dirige una mirada de admiración sobre la res. Sin apartar su enfoque, relata que «nosotros, con este animal, tenemos algo que es difícil de explicar. Para mi padre, mi hermano y para mí, la mayor satisfacción es la de ver a tanta gente ilusionada y feliz por lo que ha sucedido con él».
El amor a la ganadería y la manera en la que trata de revalidar su discurso refuerzan el trabajo de muchos años de «paciencia», aclara. «Mi padre es el creador de todo esto. Él nos ha sabido imprimir ese grado de compromiso y de paciencia para buscar aquello que nosotros buscamos. Nosotros tomamos nota de todo y lo debatimos, lo consensuamos». De ese sanedrín taurino afloran toros como el lidiado en Bilbao. «Es una labor de tiempo, de matices, de buscar y cometer errores. Hay de fondo mucho estudio y meditación», explica.
La conexión con Borja Jiménez
La relevancia de la lidia de Tapabocas, más allá de su desarrollo, también atesora un precedente significativo que descubre una realidad paralela. La historia del matador y este hierro, una historia consolidada en la primavera. Como refiere el ganadero, el torero sevillano Borja Jiménez «creo que ha sabido interiorizar lo que es nuestra ganadería a partir de una conversación que tuvimos».
Martínez-Conradi no ahorra detalles. «Pienso que la intimidad que generada hablando del hierro, el tiempo que pasamos aquí en el último tentadero ha ayudado a que esa conexión existiera y pudiera cuajar esa histórica faena. Estuvo con nosotros esta primavera, él venía de haber toreado la corrida nuestra en Valencia en Fallas, donde estuvo fenomenal con el primer toro. La mala suerte con el segundo, que le cogió cuando entró a matar y le dio de forma agresiva una paliza tremenda».
«Le hemos enfundado los pitones. Venimos a verle todos los días y a día de hoy estamos muy contentos de su evolución. Con las curas pertinentes, parece que se va recuperando poco a poco»
«En el invierno -continúa- el torero no había podido venir a tentar. Y cuando vino fue un tentador muy interesante para nosotros. Pero creo que aún más incluso para él. No paró de darle confianza al toro. Luego regresó una semana antes de Bilbao», apostila. Preguntado por si vio la corrida antes de la fecha, Álvaro refiere que «no quiso verla, porque prefirió encontrársela en la plaza».
La trascendencia del indulto
Y es que el 'santacoloma', desde el inicio, en su salida al ruedo pareció buscar la eternidad en su desarrollo. Al completo trapío le acompañó un ritmo que anticipaba una embestida dulce, armónica y humillada. Para Martínez-Conradi se trató de una faena «completa de un torero en uno de los mejores momentos de su carrera». «Se dieron las circunstancias perfectas para que ambos se cruzaran en ese escenario. Para nosotros ambos hechos son una satisfacción enorme».
Sobre la hazaña, el ganadero también apostilla algo que invita a la reflexión. «Que haya sido en Bilbao significa mucho. No es por lo que suponga para nosotros, es por lo que genera para la fiesta. Esta plaza históricamente ha sido un referente, que ha tenido momentos más complicados en ocasiones. A la plaza, en los últimos años le estaba, por decirlo de alguna manera, costando coger el pulso tras la pandemia. Con un contexto diferente. Tapabocas ha hecho honor a su nombre», asevera reflejando cierto orgullo por saber que se «ha ayudado al toreo».
«Para mi padre, mi hermano y para mí, la mayor satisfacción es la de ver a tanta gente ilusionada y feliz por lo que ha sucedido con él»
En alusión al momento que vive el ámbito, el ganadero, el responsable de La Quinta redunda en que «Tapabocas le da argumentos a la esencia de la fiesta. Diría que refuerza nuestra cultura, porque ha protagonizado algo muy importante en uno de los corazones del toreo».
1.200 hectáreas para el toro bravo
Mientras el animal circunda al vehículo, las reses que le acompañaban, conforman una estela que regala una instantánea sinigual. De ello también habla quién conduce, concretando la grandeza del entorno y la importancia que determina para la conservación de la dehesa.
«Creo que dice mucho que mil doscientas hectáreas estén dedicadas a este animal. Lo que eso significa desde el punto de vista medioambiental y ecológico cabe tenerlo presente. Sería sencillo dedicar este terreno a un cultivo, pero nosotros ponemos empeño en que sea propiedad del toro bravo». Así, su hijo escucha con atención en la parte trasera todo lo que narra su padre.
Quizá sea una evidencia imaginar que años atrás era Álvaro el que interiorizaba el discurso de su progenitor mientras respondía a las inquietantes preguntas que ahora también traslada su hijo. Es este menor el que descubre el estado de la res, refiriendo por dónde evidencia el único resto que le queda de su faena en Bilbao. También pregunta por las defensas en los cuernos, un matiz que ahora cubre el calado del 'pitonaje' del astado.
Los comienzos
«El traslado a la finca fue el mismo día», narra el ganadero. «No hicimos ni fotos. Hicimos una videollamada donde le enseñé a los niños como se incorporaba al camión. La suerte es que nuestro veterinario actuó rápido y con eficacia. El toro se recupera muy bien, como se puede ver», manifiesta con orgullo y prudencia.
Los días en el cercado se suceden con el cambio de meteorología. «Por suerte ha cambiado el tiempo», comenta uno de los operarios de la casa. Ahora en Córdoba se ha disipado el fuerte calor. El astado ha regresado al lugar del que tuvo que despedirse sin intuir retorno. El destino y su correlación de hechos ha propiciado que la ganadería siga sumando méritos por algo que «nunca nos hubiéramos imaginado en nuestros años por el desierto». Recuerdo cuando lidiábamos en portátiles, cuando perseguíamos un sueño entre todos. Todavía retengo aquellos tiempos en mi memoria», refresca Álvaro.
«Cuando llegué a casa le dije a mi hermano y a mi padre que había visto a un número 26 que es un espectáculo. Es un toro que me encanta de hechuras... Las circunstancias hicieron que no lo presentaremos para semental»
Este otoño la familia Martínez-Conradi tiene previsto continuar con su pauta ganadera. Se trata de un grupo humano que trabaja sin hacer ruido, bajo una metodología propia y con unas dinámicas interiorizadas que solo están al alcance de quiénes ejercen como orfebres en la selección animal. Su labor en el toreo es tan importante como colosal la obra de quién sabe interpretar la embestida de estos cornúpetas. Las casualidades no existen.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete