LA CERA QUE ARDE

Tierra bravía

El tiempo y los mercados hacen que se vayan al garete tabernas como El Gallo

Una imagen de la mítica taberna El Gallo con sus habituales vecinos con su medio de fino en la barra VALERIO

EL último medio que me tomé de soltero fue en El Gallo . No había gastrobares, gastrotabernas ni salmorejo de papaya. Eran otros tiempos -recientes, aunque parezca mentira- y yo solía beber vino. Solía beber, en general, cosa que abandoné hace años como abandoné ... la soltería con aquel medio y un tibio sol de noviembre que alumbraba la calle María Cristina . La soltería es el único estado civil que jamás se vuelve a recuperar por muy divorciado que ande uno. Es como la virginidad; que se pierde y se pierde.

Por eso recuerdo aquél último medio justo antes del trance y lo que vino después. Como la memoria es selectiva, no tengo muchos recuerdos de casi nada o solo recuerdo lo que me enseña a no repetir errores de nuevo. Es por ello que el matrimonio no entra en mis planes inmediatos.

Tampoco beber vino. Salir de tabernas tampoco lo he contemplado en estos años, aunque sí que de vez en cuando me he dejado caer con amigos si la ocasión lo precisaba. Difícil misión en una ciudad en las que las tabernas, las de siempre, o han ido desapareciendo o transformando en algo a veces mucho mejor, pero diferente a lo que fue. El signo de los tiempos, claro . Tiempo al que el otro día apelaba uno de los muchos humoristas escondidos bajo pseudónimo en Twiter. Algunos son solo graciosetes cobardes y gracias.

No es el caso, pero el artista tuitero apelaba al tiempo, al implacable, al que pasó. Suele ocurrir que es el mismo tiempo que ha puesto de manifiesto fracasos socialistas como la Europa del Este, Venezuela o Cuba, pero para muchos de estos humoristas no cuenta el tiempo en ello. Y sí, el tiempo y los mercados hacen que se vayan al garete tabernas como El Gallo . Las decisiones políticas también: los cambios de tráfico, las peatonalizaciones -todas indiscutiblemente benditas- y los brindis al sol. El tiempo cerró los videoclubs y trajo Netflix , y acabará con los monopolios del transporte público. Nos guste o no. El tiempo reparte estopa para todos y todas, sin contemplaciones, miradas de género o clase social.

En otras ciudades que no se les llena la boca cantando pasodobles ni vacilan con las vocales abiertas, con equipos de fútbol en primera o regional, pero dignos; en esas ciudades también viejas como España lo es, suelen proteger ciertas cosas, y peatonalizan más y mejor. Quiero decir que adoptan ese paso del tiempo con la decencia y tranquilidad del observador impasible, sin despeinarse y con sentido común. El otro día sin ir más -relativamente, porque está en a tomar un poco de por saco- visité Villanueva de la Vera , provincia de Cáceres. Es un pueblo pequeñito pero bellísimo en lo que han conservado, que es mucho, y mucho más por su calidad humana. En él me comentaron que en el Siglo de Oro se acuñó un dicho que rezaba que Villanueva era tierra bravía, con cientos de tabernas y una sola librería.

Defendí el dicho como cordobés, o adjudicado a Córdoba. Una semana más tarde cierra el Gallo. Es la última vez que saco la cara por esta ciudad, porque seguramente me la partan y con razón. Me voy a la parcela, estaré haciendo un arroz para los de la peña Los Califas Blanquiverdes del Vargas .

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