LA CERA QUE ARDE
Todos los nuestros
La Córdoba de «somos todos» es un reclamo desfasado por la globalización del planeta
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Iniciar sesiónCuando un partido político apela a «somos todos» , bien como lema electoral o eslogan publicitario , debemos entender esa totalidad como una figura retórica además de un reclamo , un tanto desfasado por la globalización del planeta ... y de los barrios periféricos, que son todos o todas en función de un grupo de whatsapp o de amigos del Facebook . En Córdoba, en concreto, el «somos todos» se ha practicado durante siglos de una manera muy concreta. Por ejemplo, durante años hemos sido todos de la Provincial o todos del Monte , para convertirnos por fusión total en «todos somos de don Miguel ». Llegó un momento de tal alto mimetismo que todos éramos don Miguel, así la parte total de la totalidad fuimos una única figura. Todos hemos sido de Rosa , también: le tirábamos flores en la batalla de las idem y ella nos devolvía sonrisas y algunos de sus totales amigos recibían prebendas a modo de asesoría. Todos han comido con doña Rosa como con don Miguel, sobre todo la totalidad colega, amiga y sumisa.
¿Y qué decir, socios, del cuando fuimos todos de Sandokán? Esa totalidad tuvo su primera fase futbolera y después adoptó la forma de placa de ducha en programa electoral. La totalidad cordobesa era un Cañero todo y , junto a la totalidad rosista, ya que la castilleja andaba de capa caída en aquel periodo de entre totalidades, fuimos gente colocada como encofradores, escayolistas, vendedores de motos y fases urbanizables. En la fase futbolera dejamos la identificación identitaria con Sandokán para abrazar años más tarde a González y hasta hace poco a Jesús León . Todos éramos de Jesús León, sobre todo en el Mercado Victoria un viernes por la tarde.
La Gerencia de Urbanismo , ahora en el punto de mira de la totalidad de colegios profesionales serios por su forma de gerenciar, sirvió para que una totalidad cordobesa fuera de Pepe Mellado y se colocaran totalmente en el órgano supraultramegamunicipal. Todos éramos de Mellado antes de que éste desapareciera de la escena política, dejara el tabaco y se dedicara a dar vueltas por la Ribera preparándose medias maratones.
Ahora se nos invita a ser de nuevo todos en Córdoba. Córdoba somos todos o algo así. Y, claro, uno tiene edad suficiente para saber que unos todos lo son más que otros y que la totalidad se rompe cuando alguien descubre que el modelo de ciudad es improvisado, bisoño, cuñadista y de pose . Y además lo dice. Al carajo la totalidad, y Córdoba son todos sus exiliados. Y la ciudad, las ciudades, se convierten en «todos los nuestros» que son los que aplauden, adulan, escalan, abrazan y callan . Y que mañana tienen la chaqueta preparada para formar parte de otra totalidad cuando caiga la actual por un pacto o por mayoría o por el Banco de España o por Hacienda o por las dichosas urnas que suelen ser soberanas, a pesar de apelar a todos los nuestros. El plural mayestático es socorrido, pero la experiencia demuestra que está muy sobrevalorado.
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