PUERTA GIRATORIA
Nativos digitales
Como en el alcohol y el tabaco, la restricción de consumo a menores sería un signo de salud pública que habría que intentar
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Iniciar sesiónAl ritmo que va el uso de la telefonía móvil entre niños y adolescentes, padres y educadores estamos a punto de reclamar una ley que limite al menos hasta los dieciséis años la adherencia a las pantallas. Como en el alcohol y ... el tabaco , la restricción de consumo puede ser un signo de salud pública y habría que intentarlo, aunque son los padres los principales proveedores de estos artefactos y principales prescriptores de este hábito con su uso indiscriminado. Existe la tendencia a recordar cómo fue nuestro apego a la pantalla televisiva en la infancia y cómo años después nuestros hijos no hicieron más que equiparar aquella tendencia al embobamiento con el añadido de tener una tele de bolsillo para cada uno. Por desgracia, ni los contenidos ni los momentos de consumo son los mismos y parece que una intervención privada, con recortes de horarios y razones, no están teniendo su fruto.
Como buenos nativos digitales , algunos opositores a las plazas de educación secundaria no entendieron el cambio de registro y ya son memorables algunas faltas de expresión en los exámenes contaminadas por el lenguaje de los chat telemáticos. Si esto ocurre cuando alguien dirime su futuro ante un tribunal, cómo pueden ser las respuestas de los escolares ante las formas no personales de los verbos o a la hora de explicar una metáfora de Garcilaso de la Vega.
Esta adicción a la telefonía está determinando el tiempo compartido y la calidad de cada encuentro. Todos hemos convenido que es normal reunirnos para invocar a los que no están y prescindir de la sorpresa que esconde el gesto y la charla con lo individual y concreto, estamos casi siempre más pendientes de los ausentes que de los presentes. Más del setenta por ciento de los jóvenes de entre catorce y dieciséis años reconoce vivir pendiente del móvil , consultándolo con fruición a cada minuto para ver quien les habla desde un punto remoto de aficiones compartidas, clavando los ojos en un aviso para quedar o deslizando el dedo por la pantalla con aire desganado. Una prolongación de sus cuerpos. Todo esto implica una inversión de tiempo desproporcionada respecto a la calidad de la información que reciben y el efecto que ésta tiene en su entorno. Son audiencia despreocupada, blanco perfecto para el modelaje.
Los expertos alertan de los muchos peligros que presenta esta práctica incontenible , a menudo con argumentos relativos al efecto neurológico irreversible y los perjuicios oculares que acarrea la exposición continua a las imágenes. A veces, queremos dejar en lo físico un proceso que se ha instalado para modificar un modo de relación interpersonal y arrebatar el placer de la comunicación persona a persona. En muchos casos, la sociedad lleva al límite algunos de sus hábitos más recientes y termina regresando a un punto anterior al de partida. Para el teléfono móvil, no tenemos respuesta. Todavía.
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