PUERTA GIRATORIA
Gente de radio
La radio cordobesa está suscrita a este vértigo con vocaciones duraderas y definitivas, plegadas a la rutina de la información local
El programa «Herrera en Cope», desde el Palacio Episcopal de Córdoba
La gente de la radio ha celebrado su día en una de esas fechas reservadas en el calendario para rebajar rigurosidad informativa y entender mejor el sentido sobre qué significa hacer radio y para quienes. Esta segunda parte es la justificación de muchas ... vocaciones radiofónicas inasequibles al desaliento, rotundas y extensas. Se trata de una de esas efemérides que pone de acuerdo a todo el mundo. A todos se nos amontonan palabras para definir esa relación doméstica y personal por la que cada día abrimos la puerta para que pase la realidad con sus sorpresas, sus últimas horas timbradas por la voz de quien las cuenta. La radio pertenece a todos, divididos en varias generaciones. Aunque los últimos aparezcan abrazados a plataformas digitales, sucumben al sonido de la voz humana, la proeza de la voz articulada, exclusiva y única en cada uno de nosotros que nos sigue fascinando. La radio es sobre todo humanidad y ésta siempre encuentra un camino para expresarse.
En Córdoba están censados los mejores locutores de radio de nuestro país. Ahora puedo presumir de todos ellos porque no pertenezco exactamente al gremio y nadie creerá que me atribuyo el halago. Son gente capaz de dejarse el timbre de la voz en cada crónica, mientras el reloj agita inclemente cada pliegue de sus vidas. La radio es aquí y ahora, un ejercicio diario que obliga a armonizar los hechos con la redacción, el texto con el tiempo y el todo con la locución. La radio cordobesa está suscrita a este vértigo con vocaciones duraderas y definitivas, plegadas a la rutina de la información local, a veces anodina y pálida. No es gente amante del gris de muchos días, por eso ante el micrófono hay mucho color, al final, todo depende de cómo se cuente.
Cuando el amanecer es la certeza diaria de todos, la gente de la radio ya ha cosido y descosido crónicas y ha balbucido alguna canción para ofrecer una voz segura, lejos ya de una laringe dormida. El día comienza antes y a todos les sigue mereciendo la pena ese deambular fuera de horas, arrinconando de noche muchos momentos para conseguir de día alumbrar unos minutos de radio. Todos saben que alguien espera.
Se ha celebrado el día internacional de la radio para poner de acuerdo a todo el mundo. Nadie escapa a la radio, a su poder evocador y al vuelco provocado por las palabras, todos reflejamos parte de sí al valorar qué significa este medio de comunicación que se adaptó hasta el final de la era analógica y ahora, con mucho garbo, se ha ido acomodando a la sociedad tecnológica y global. Si en sus inicios la radio tuvo la virtualidad de tener un soporte viajero, ese compromiso de compañía fiel se sigue ensanchando por expreso deseo de unos oyentes dispuestos a adornarse con apósitos las orejas con tal de escuchar voz humana.
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