PUERTA GIRATORIA
Figurantes
Rosa Aguilar se ha retratado en las manifestaciones de Sevilla, una maestra en abortar revueltas como alcaldesa, consejera o ministra
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Iniciar sesiónCuando José Antonio Nieto llegó a la alcaldía, las paredes del salón de plenos del Ayuntamiento dejaban oír los gritos de un grupo de personas razonablemente de izquierdas que desde la calle proferían gritos en su contra con consignas heredadas de las asambleas ... estudiantiles, algunas se habían puesto de moda en Madrid y fueron aplicadas sin criterio alguno. Nieto salió escoltado. Cuando Rosa Aguilar sustituyó a Rafael Merino como alcalde tuvo que salir, vara de mando en ristre, a saludar desde la escalera en la planta principal del Ayuntamiento. No quedó más remedio. Un grupo de incondicionales la aclamó, en una exultante manifestación de júbilo.
En aquel irrespetuoso saludo que la muchachada de izquierda dispensó a Nieto, hubo como figurantes cargos públicos que terminamos pagando todos por oírles loas a gobiernos comunistas y objetar de las críticas vecinales por el botellón, ¿la recuerdan? Otra cordobesa se ha retratado en las manifestaciones de Sevilla, una Rosa Aguilar maestra en abortar revueltas, capaz del doblar el brazo al más irreverente de los manifestantes que ella como alcaldesa, consejera y ministra tuvo que enfrentar. Todo un ejemplo de malabarismo.
Son dos retratos de una misma manera de defender las señas de identidad política de la izquierda , ambos modelos basados en la exaltación de lo propio como única opción vital, si hace falta, en contra de la evidencia de la voluntad mayoritaria por un cambio. Parece que a ellos habría que preguntarles sobre nuestra libertad individual para ejercerla con garantía. La pregunta sería: dígame qué voto, que no quiero ofenderle. Pero la libertad es otra cosa que un intento de secuestro de la democracia a favor de ellos mismos, ocupando la calle.
Los rodeos al parlamento son la expresión de un convicción ciega sobre qué es bueno pensar, hacer, sentir y opinar porque creen que fuera del registro de la izquierda no hay vida, solo un lodazal sospechoso, solo un vacío cruel de habitantes peludos que ante la imposibilidad de anular su libertad y su conciencia, se sabotea y denigra. Díganme qué voto, por favor, volvemos a preguntar.
Andalucía ha sido gobernada en los últimos años soliviantando sentimientos. Sus dirigentes han azuzando el miedo o la euforia, según tocaba; han acudido a la ira impostada contra la derecha en muchas de manifestaciones para ganarse el aplauso fácil. Han abrazado y besado tanto en campaña, exhibiendo lo que para ellos era la filiación inquebrantable de los andaluces que ahora, despojados del apoyo de sus fieles, recurren a la negación con pancartas en contra de un gobierno legítimo.
A la hora de dejar los principales despachos de San Telmo han florecido en ellos registros neurológicos de la negación de un hecho incuestionable: los andaluces buscan algo más, no solo corresponder a esas emociones con un voto a veces irreflexivo. Se ha roto la inercia porque los andaluces buscan razones , no solo pulsiones basadas en las capas altas de su entendimiento.
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