El Señor del Soberano Poder llena de Cuaresma el aire de Córdoba en las estaciones de su vía crucis

Tiene de vez en cuando que sonar el golpe de un vía crucis. No sólo de un llamador, sino sobre todo la voz: «Primera estación. Jesús es condenado a muerte. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mí pecador». A este golpe se ha hecho el silencio y la introspección de la Cuaresma.

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Fotos: el íntimo vía crucis del Señor del Soberano Poder

Valerio Merino

La Quinta Angustia lleva a su titular a la Catedral en un cortejo solemne y con detalles

Ha sido el Miércoles de Pasión, a cuatro días del Domingo de Ramos, cuando parece que la inminencia de la fiesta quiere desbordarlo todo, y se ha hecho el silencio en la plaza de Colón, allí donde parece que suenan la prisa y el afán de todos los días. Cambió todo al aparecer el Señor del Soberano Poder.

Una imagen del Señor con la cruz a cuestas es siempre una silueta que pide mirarla, porque su estampa de camino tiene un poco de espejo. El que lo mira puede verse a sí mismo. Lo esperaban en las aceras y se hacían a la idea cuando aparecían la cruz y el cortejo de la hermandad de la Quinta Angustia, con el aire de cofradía de negro aunque no haya todavía nazarenos.

De pronto llegaba el Señor, tal vez de perfil, con la zancada larga, casi vencido por la cruz, acentuada por el andar reposado de los costaleros, y era mucho menos el placer de ver un paso en la calle que la necesidad de seguir rezando, de escuchar las estaciones de un camino a la cruz que se hace andando con el Señor.

Sería entonces el momento de los detalles: del libro de reglas en el cortejo, de la nueva túnica morada del Señor, de las maniguetas y de las flores moradas. También de los faroles que desde el año pasado ya le dan una silueta personal al trono.

Nadie se quedaba con una vez: si el Señor del Soberano Poder era espejo había que seguirlo caminando por los perfiles, navegando por el aire cuaresmal cuajado de azahares. Estación tras estación, gana el que ahora es el Centro de Córdoba y busca el de verdad, el de la Catedral, y mucho mejor en calles estrechas, cuando la música de capilla invita a la contemplación.

Allí, donde la cofradía quiere ir cuando sus hermanas consientan que forme parte de la Agrupación, se rezan cuatro estaciones, como antes en Las Tendillas y después en la plaza de la Compañía, donde espera la agrupación musical de la Redención para una ofrenda singular. Quienes lo siguen han visto que aunque cuenten días y miren el tiempo todavía es Cuaresma.