El limbo y el triunfo sobre la muerte, en los faldones del paso del Cristo de Ánimas de Córdoba

El hermano mayor de la hermandad de Ánimas, José Ignacio Aguilera, autor del diseño, subrayó durante la presentación el profundo simbolismo teológico que poseen estos paños.

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Como suele ser habitual, al igual que sus altares de cultos, constituyen una verdadera «catequesis plástica» para expresar aspectos de la fe.

Y los faldones no son menos, más teniendo en cuenta que son el contexto en que el crucificado se admira durante su estación de penitencia.

Una de las particularidades es que se adaptan a los salientes del paso, que no posee cuatro lados regulares al uso, por estar inspirado en el sepulcro del cardenal Salazar, que aprobó las primeras reglas de la hermandad en 1690.

Y también a sus formas barrocas. Como referencia se tomaron las hojas de acanto del manto de la Virgen de las Tristezas.

La primera parte refleja la Anástasis, esto es, la bajada de Cristo a los infiernos y la salvación de la humanidad. El enrejado de hojas de acanto de las que se desprenden llamaradas está omnipresente.

Así mismo, hay heráldica en los siete salientes en los que figuran el escudo de la hermandad, la cruz de sable con dos llamas, una custodia por el carácter sacramental de la corporación, los escudos carmelita y dominico, el del antiguo del reino de Córdoba, y el del cardenal Salazar.

El conjunto recoge también en vanos intermedios las catorce estaciones del vía crucis, cinco cartelas con fragmentos del credo en latín y en la trasera la espectacular figura del ave fénix, que resurge, como Jesucristo: «Indica que la muerte no es el final, sino el principio de la vida eterna», señaló Aguilera.

Aunque hubo avances por fases, fue deseo expreso de la cofradía esperar a la conclusión de todo el conjunto, que tiene una combinación de texturas y técnicas del bordado con realce.

La iconografía de los nuevos faldones aborda el descenso de Cristo al limbo: representa el purgatorio y, en ese descenso al limbo, Jesucristo libera a los cautivos primeros padres de la Iglesia. Los que merecen resucitar, pero murieron antes que Él están a la espera.

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Alrededor del paso aparecen cartelas con los distintos nombres empezando por Adán, siguiendo por Jacob, Job, David, Oseas, Juan el Bautista y finalizando con el buen ladrón, San Dimas.

Como guardianes de las cartelas se escogieron animales por su simbología: el buitre, la serpiente, el león (como el pecado de la soberbia) y extrañas criaturas aladas (en alusión a Cerbero).

El bordador, José Luis Guerra, indicó a ABC que el proyecto era «muy ambicioso por el bordado en oro y en sedas» porque había que reflejar las catorce estaciones del vía crucis «realizadas como si fueran pinturas, pero en sedas».

Para diferenciar unos motivos de otros optaron por diferentes puntadas: trabajaron mucho en cartulina, hojilla y otros tipos. A su juicio, cumple las expectativas tanto de la cofradía como del taller. Por eso tuvo palabras para todos aquellos que han contribuido a crear este «conjunto armonioso».

El hermano mayor, José Ignacio Aguilera, que fue reelegido en septiembre pasado, tenía como máximo objetivo la terminación de los faldones y así ha sucedido.

En los agradecimientos recordó a quienes le antecedieron en el proyecto, José Ignacio Aguilera, y Rosario Castelló, así como a los integrantes de la comisión, al taller y a los donantes.

El acto de bendición, a cargo del párroco de San Lorenzo y consiliario, Rafael Rabasco, se desarrolló el sábado por la tarde en la parroquia de San Lorenzo ante numerosos hermanos y devotos. El coro de la hermandad acompañó con sus cantos el momento en que se descubrieron los nuevos faldones.