Coronación de la Virgen de la Paz | El comienzo del viaje más hermoso en Córdoba

Para poder tener ese rato largo o corto, como el corazón o la disponibilidad de cada uno mande, la nave de Capuchinos permanece abierta el sábado toda la mañana, entre las diez y la una y media del mediodía, para verla quieta en su palio, bellamente enjoyada y luciendo su diadema de coronación, obra del orfebre cordobés Jesús de Julián, y devoto suyo.

El manto de salida y la saya a juego, como el Miércoles Santo, ofrecerán esa primera imagen estática de la jornada. La Virgen evoca reminiscencias de la antigua estética de Cerrillo en el vestir.

Después, todo el colorido, el movimiento y la música de la Banda municipal de Arahal llegarán para ilustrar este viaje de ida en el que la ilusión y el alma van intactos, cargados de expectativas y sueños por cómo resultará.

Está todo por descubrir, vivir y saborear, pero la primera marcha en interpretarse será 'El Cielo de Capuchinos', de Jesús Joaquín Espinosa de los Monteros, en un sentido gesto por Fray Ricardo de Córdoba, su director espiritual y artístico fallecido hace tres años, y también en recuerdo de todos los difuntos de la cofradía.

A las seis y media de la tarde se pondrá en las calles de Córdoba el cortejo para el solemne traslado de la Niña de Cerrillo. Serán tres horas de camino, en las que la Virgen luce su nueva diadema de coronación.

Es parte del ritual. Durante todo el mes de septiembre la Virgen se ha mostrado en su templo con la misma diadema con la que recibió la bendición hace 83 años. Con tiara protagonizó el Vía Lucis de mayo. La diadema llevada como elemento previo.

Plata de ley con elementos sobredorados y esmeraldas forman esta nueva diadema bendecida el 28 de septiembre que luce este sábado y se articula con ráfagas superpuestas de distinta composición.

En la primera parte tiene una ráfaga de rayos dorados como símbolo de la Divina Luz de la Madre de Dios. Sobre ella se dispone una parte ornamental en la que destacan las ramas de olivo en alusión a la advocación de la Paz de María Santísima.

En el centro, la virtud de la Esperanza, segunda advocación de la Virgen, rematada por la cruz triunfante de Cristo. Culminan la pieza doce estrellas.

Pero sólo unos días después la corona de Reina será para Ella. Manuel Valera la cinceló en oro, oro blanco, cristal de roca y pedrería. La Paz se convertirá en la cuarta dolorosa de la capital en gozar de esta consideración.

El capataz titular de la hermandad, Vicente Mengual, contará al guiar el palio con la participación de Alfonso Amate, Rafael Muñoz y Juan Berrocal.

El itinerario partirá de Capuchinos por Torres Cabrera, Cardenal Toledo y Capitulares, Ronda de Isasa, pasará bajo la Puerta del Puente y accederá al Patio de los Naranjos por la Puerta del Perdón.

Tanto la plaza de Capuchinos (que la hermandad acaba de encalar para que quede impoluta), Ramírez de las Casas Deza y la torre de la Catedral lucen engalanadas.

El estandarte corporativo de la Paz recupera todo su esplendor, pues Antonio Villar pasó a nuevo tejido sus bordados y sustituyó la cordonería y los flecos.

También de Antonio Villar es el cojín para portar un relicario en plata del siglo XIX que contiene una reliquia del Beato Fray Leopoldo de Alpandeire. Esta joya, donada por los Hermanos Menores Capuchinos como padrinos de la coronación, estará presente en el traslado, en todos los actos de coronación en la Catedral y en la procesión triunfal del día 15, según anuncia la hermandad.

Este domingo 9 de octubre no será menos intenso, pues será el tiempo del besamanos, de ofrecerle un beso o un gesto de veneración a la Virgen de la Paz y Esperanza. De nuevo a sus pies, ante su dulce figura.

En julio la archicofradía del Carmen de San Cayetano recuperó este culto para las hermandades de Córdoba. Cuando el hermano mayor de la Paz, Enrique Aguilar, fijaba tras la pandemia la nueva fecha de la coronación dos años después de la inicial, reconocía que era para poder celebrarla en plenitud y sin restricciones, como así ocurrirá.

El besamanos se extenderá hasta media tarde de modo ininterrumpido, entre las 8.30 horas y las 19.00 horas. La capilla barroca de la Inmaculada Concepción (por la imagen de Pedro de Mena que la preside) es el marco escogido para este emocionante momento. Sus mármoles rojos caldearán aún más el sentir de sus devotos.

No ha sido al azar la elección de esta capilla, pues fue un obispo franciscano, Fray Alonso Salizanes, quien mandó edificarla en la segunda mitad del siglo XVII para que fuera su mausoleo como un lugar «sorprendente».

Está considerada por los expertos como la aportación más destacada de todas las realizadas en esa época. El uso del mármol rojo de Cabra en la portada de medio punto y en el interior del espacio es muy llamativo.

Es muy impactante su cúpula radial y la figuras orantes del obispo Salizanes y de San Ildefonso, situadas en los laterales. El retablo, de Melchor de Aguirre, contiene la Inmaculada Concepción, San José y Santa Ana, todas de Pedro de Mena, como se detalla en la descripción de la Mezquita-Catedral.

La antecapilla presenta una cubierta de media naranja presidida por la paloma del Espíritu Santo, en torno a la cual aparecen las figuras de pequeños ángeles que sostienen atributos marianos.

El acceso directo al besamanos, sin necesidad de adquirir entrada para la Catedral, se habilita por la puerta de San Miguel, en la calle Torrijos, y cerrará a las 18.30 horas.