Coronación de la Paz | La corona de la Virgen, al detalle

Las oraciones, la acción social y la preparación espiritual van de la mano, pero la ofrenda física y material es esta corona, un prodigio en orfebrería, joyería y teología.

La corona que el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, le impondrá el 15 de octubre a María Santísima de la Paz y Esperanza tiene diseño y ejecución de Manuel Valera. Recibió la aprobación del cabildo extraordinario de hermanos de la Paz el 15 de abril de 2018.

La pieza aporta algo muy poco visto hasta ahora en las coronas procesionales de las dolorosas en la geografía andaluza: el uso del cristal de roca, que transmite «ligereza y gracia haciendo juego con el palio, con la Virgen».

El objetivo es que refleje la luz de alrededor «al ser un palio tan blanco. Al ser prismas de cristal podremos ver descomposiciones de luz, colores variados». De día se verá «mucho más etérea, y más reflectante y potente por la noche. Con esos parámetros hemos trabajado», explica a ABC.

«Tiene mucha más simbología de lo que aparenta, continúa su creador. El cristal aporta también un símbolo muy mariano. Ya en el Catecismo Pío XII decía que la virginidad de María era como el cristal que lo traspasa el sol y no lo rompe. Era una metáfora muy bonita con la que hemos contado para la elaboración del diseño«.

Las connotaciones modernas del diseño fractal están presentes en todo este elemento, por ejemplo en la geometría de las estrellas. En definitiva, la presea «está hecha para que tenga muchas lecturas» y no se agote en el primer golpe de vista.

La presea, en oro donado por los devotos, oro blanco, cristal de roca y pedrería, parte de un canasto de bocel liso con seis broches de joyería del que acaban naciendo bóvedas celestiales enjoyadas donde asientan ángeles.

Los ángeles aparecen exentos de armas en alusión a la paz y sujetan guirnaldas de flores como ofrenda a la Madre de Dios, según detalla la hermandad de la Paz, en una milimétrica descripción.

Siguiendo con los cuatro imperiales de los ejes principales, se observa una terminación en hoja vuelta de la que surge el Custodio de Córdoba y fiel testigo y guarda de María Santísima de la Paz y Esperanza cada Miércoles Santo. No es otro que San Rafael Arcángel.

Sobre la imagen de San Rafael figura la paloma del Espíritu Santo que porta una media luna, símbolo de la inmaculada concepción de María, a los pies de la bola del mundo culminada por la triunfante cruz del Señor.

El resplandor, realizado con hojas y ramas de estética barroca con pedrería incrustada, se entrelaza con rayos de cristal de roca sobre los que se intercalan ramas de olivo de oro blanco, por ser María Santísima la Reina de la Paz, tal y como versan las letanías.

Doce estrellas apocalípticas en las que Manuel Valera ha empleado la técnica de la microfusión se unen a otras catorce estrellas de cristal de un tamaño más reducido que culminan la corona de la coronación pontificia.

Sobre el imperial central pende un ancla que simboliza la Esperanza, la segunda advocación de la Virgen. Y otro detalle llamativo es el tornillo de la corona, que representa el escudo de la Orden Franciscana a la que siempre ha estado vinculada su cofradía.

Es la cuarta corona de coronación para Andalucía en los últimos meses para Manuel Valera. ¿Qué tiene esta corona para la Paz? En ella quizá resida el culmen de toda su trayectoria y experiencia.

«Era una corona con mucha dificultad a priori que ha intentado innovar en muchos aspectos. Era un reto, tenía sus riesgos técnicos, pero ha ido todo bien, no ha habido problemas y se ha disfrutado, dentro de la responsabilidad. Sí que estamos satisfechos con el resultado«, reconoce el orfebre.